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El boom latinoamericano no contó en su conformación con ninguna escritora: Diamela Eltit

La escritora chilena Diamela Eltit González es reconocida como una de las voces más importantes de la literatura latinoamericana que llama a reflexionar sobre el desafío que representan la desigualdad y la marginación de las mujeres, no sólo en la producción literaria, sino en distintas áreas de la vida.

Admitió que existen numerosos y constantes congresos para hacer visible la literatura de mujeres, pero “no he sabido hasta ahora que se realice un congreso de literatura de hombres bajo esa impronta, con ese exacto título, y eso ocurre porque sencillamente no es necesario”.

La ganadora del Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en Idioma Español 2020 dictó en días pasados la Conferencia Magistral Reponer, Repensar, Revivir en el evento de clausura Bordeando fronteras. Seminario sobre narradoras latinoamericanas convocado por las universidades Nacional Autónoma de México, Complutense de Madrid y de Costa Rica.

En ese sentido, la autora de las obras Lumpérica, Los vigilantes y Sumar, entre otras, ponderó la necesidad de democratizar el campo literario, “y para que ocurra es imprescindible desbiologizar la letra, sustraerla de genitalidades y de condicionantes de género e ingresar a la escritura” como una medida para romper con el binarismo.

Detalló que el binarismo se refiere a la diferencia que se hace entre la “literatura de mujeres” y la “literatura de hombres” —esta última además se considera verdadera y está ratificada—, y urgió a romper con ese esquema asimétrico que construye la matriz de dominación superioridad-inferioridad.

 

El caso Gabriela Mistral

Durante su exposición, la autora recordó la trayectoria de su coterránea, la poeta y ensayista Gabriela Mistral, quien en 1945 obtuvo el Premio Nobel de Literatura y “quebró una forma monótona de valoración literaria a mediados del siglo XX”.

El premio “muy minoritario hasta hoy para las escritoras produjo admiración y desencadenó también el descontento de escritores permeados por estructuras fundamentalmente machistas”, señaló Eltit González.

Gabriela Mistral “sin concurrir nunca a las aulas, con una formación autodidacta, obtuvo su título universitario”, pero su condición de escritora y ensayista se redujo al territorio del melodrama como protagonista de un amor imposible, se negó su lesbianismo y el Estado la estereotipó como una “madre nacional” por su práctica docente, etiquetas “femeninas” que afectaron la recepción y difusión de su trabajo.

El boom latinoamericano

La autora define este hito como un momento clave en la creación y consolidación entre literatura latinoamericana y mercado editorial en el que los autores participantes se transformaron en referentes culturales que atravesaron velozmente las fronteras y que coincidió con momentos emancipatorios a nivel político que buscaban descolonizar sus materias primas, “las grandes editoriales y sus programas colaboraron en la difusión de las obras hasta volverlas masivas”.

“Se podría decir que el boom profesionalizó a los escritores, convirtió a la literatura en una carrera y en cierto modo burocratizó a la letra en la medida que abrió metas, espacios, condiciones, unió agencias y famas, pero de manera ejemplar y necesariamente inolvidable el boom no contó en su conformación con ninguna escritora”.

Añadió que “en la ecuación hombre masculino y mujer femenina descansa una de las zonas de dominación más sostenidas y asombrosas a lo largo de la historia. Una dominación que redobla el asombro en la medida que sabemos que las mujeres somos prácticamente la mitad de los habitantes del mundo”.

La escritora denunció que a las mujeres se les paga menos que a los hombres por un mismo trabajo “porque para el sistema valemos menos”. “Esta fuerza discriminadora en todos y cada uno de los órdenes de los transcursos vitales es posible por la colonización de los imaginarios de las propias mujeres. De ahí que “la gran tarea del feminismo o de los feminismos es descolonizar”.

Eltit González apuntó que en este preciso momento la escritura de mujeres impulsada bajo el sello “literatura de mujeres” es objeto de fuertes operaciones de mercado, “esto es evidente y puede transformarse en parodia”. Ocurrió recientemente en España donde un grupo de hombres ganó un premio literario bajo la firma de una mujer “Carmen Mola”, en una clara apropiación de identidades, “publicaron y vendieron 400 mil ejemplares en un tiempo coincidente con una apertura mundializada del feminismo”.

Por último, destacó la iniciativa universitaria Vindictas como un espacio de reflexión en torno a la literatura femenina para disminuir las brechas. La literatura no es binaria, “a lo largo de su historia los géneros literarios se han expandido, confundido, mezclado, discutido, por eso me parece fundamental detenernos en la escritura y sus posibilidades, atender el lenguaje y sus mutaciones, pensar y repensar la letra”.