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Drácula estableció el arquetipo del vampiro

A principio de los años 30, la fábrica de sueños creada en Hollywood agonizaba. La industria cinematográfica de Estados Unidos comenzó a sentir los estragos causados por la Gran Depresión de 1929, el público carecía de los fondos y el ánimo para llenar las salas de cine para disfrutar de fantasías lejanas a su cruda realidad.

Fue entonces que los Estudios Universal tomaron una decisión arriesgada: producir cine de horror. Una apuesta que no sólo rindió frutos y salvó al estudio, sino que inició una nueva época para Hollywood, donde las pesadillas se convirtieron en parte del menú. Drácula, dirigida por Todd Browning y protagonizada por el poco conocido actor húngaro Bela Lugosi, se estrenó el 9 de febrero de 1931, pronto se convirtió en un clásico del incipiente género cinematográfico.

“Catapulta no sólo el cine de género como una gran industria, es la primera película sonora sobre Drácula, la cinta sobre la cual los Estudios Universal construyen toda su reputación como la Casa de los Grandes Monstruos. Es el puntero, la película que inauguró toda una tradición de películas clásicas de horror”, afirma Roberto Coria, investigador en literatura y cine fantástico, sobre la cinta del 31 y agrega:

“Me gusta citar un ensayo que viene en la introducción de un libro que se llama El mito de Drácula o Drácula insólito. Un libro de cuentos sobre Drácula con motivo del 50 aniversario de la película, incluye el ensayo introductorio de Leonard Wolf, el gran estudioso estadounidense de Drácula. Un hombre con un gran conocimiento sobre el tema, una gran pasión por el mismo. Él es devastadoramente objetivo cuando empieza diciendo que Drácula, la versión de Todd Browning, lejos de ser una gran película es artísticamente floja, pero decididamente mítica. Algo completamente cierto”.

Drácula, con todo esto, es una película que debemos agradecer en muchos sentidos. No solamente construyó una reputación, es muy curioso que los Estudios Universal construyeron todo su gran imperio sobre las alas de Drácula. La película obviamente no está adaptada de la novela de Bram Stoker sino de la obra teatral que en 1924 se estrenó en Londres, la hizo un dramaturgo irlandés llamado Hamilton Deane. Fue increíblemente exitosa. Por eso en 1927 se lleva a los escenarios estadounidenses”, comenta el autor de El hombre que fue Drácula.

“Universal tenía la intención de hacer una gran adaptación de la novela, pero optaron por basarse en la obra de teatro, porque era más económico. Tiene muchas libertades, recorta personajes, hace lazos de personajes donde no los había. Pero por encima de todo, es la presencia de Bela Lugosi la que la eleva a una categoría mayor. La presencia de Bela con su acento húngaro, su mirada penetrante, todos los decorados lóbregos, eso la coloca en el corazón de la memoria de todos los aficionados del cine de horror.”

Para Coria, la presencia de Lugosi y su aura cargada de oscuridad han permitido a la película mantenerse vigente a lo largo de sus 90 años de vida. “Bela proyectaba muy bien el horror, el conoció los horrores de la primera guerra mundial en carne propia, sirvió en el frente. Eso lo llevó a una adicción a la morfina con la intención de evitar el dolor de sus heridas de combate. Esa vida torturada la representa muy bien y la sabe integrar a su personaje. Se convierte en una presencia atemorizante. En ese momento el cine de horror se convierte en una catarsis a los horrores de la realidad, estaban atravesando una crisis económica devastadora. Todos estos aspectos son los que hicieron que se colocara muy bien en la preferencia de las personas”, añade el coordinador del encuentro internacional de narrativa gráfica Felices 80, Batman.

El investigador subraya que la película no sólo le debe a Lugosi su imagen más representativa, sino su existencia. El actor consiguió que la viuda de Bram Stoker rebajara sus pretensiones económicas –de 200 mil dólares, a mil, explica Coria– para que los Estudios Universal usaran el nombre de la novela en para su producción.

“Drácula es una película a la que Bela Lugosi le debe demasiado, en el sentido de que le otorgó inmortalidad, lo convirtió en el representante de una subcultura que encuentra en la noche y sus misterios otra forma de iluminación. El de Bela es un papel hecho a la medida. Desafortunadamente, no le proporcionó el beneficio material que el hombre merecía. Por las siete semanas de filmación obtuvo 500 dólares a la semana, 3 mil 500 dólares. Poco de acuerdo a los números de la época, hoy serían como 8 mil 500 dólares. Lo injusto es que David Manners, el co-protagonista, cobró 2 mil dólares a la semana. Bela es el principal activo de la película.”

“La película establece el arquetipo que conocemos como vampiro. En 1992, cuando fui a ver la versión de Francis Ford Coppola al cine, una fila delante de mí había una pareja y cuando vieron salir a Gary Oldman con su capa roja, el señor dijo “así no es Drácula”. Es lo poderoso de la imagen que estableció la película. Las personas siempre que dices vampiro, piensan en Drácula. Y piensan en esa imagen que conocemos por Bela Lugosi. Bela murió en la miseria, en las peores condiciones posibles y en el olvido. De alguna manera contribuye a la leyenda”, concluye Coria.