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Dorje, el vértigo existencial visto a través de la danza

Como coreógrafo, Diego Mur trabaja a diario con el movimiento y, por lo mismo, sabe que éste, al rozar los límites del miedo, llama al vértigo. “En Dorje, nuestra pieza más reciente, buscamos justamente eso, representar el vértigo con la danza y nuestros cuerpos”.

La semilla de esta obra son dos frases que le decía su abuela cuando niño allá en su natal Sinaloa, “ésta es la cruz que nos tocó cargar”, y “cuando sientas que todo es muy pesado mira al cielo y platica con la Luna”. Ella era una mujer muy religiosa —comparte— y de ahí me vino esta noción de que la vida es una secuencia de tensiones nunca resueltas y de que, a pesar de todo, siempre hay esperanza.

Sobre lo que se verá en escena este fin de semana, cuando la pieza tenga lugar en el Museo Universitario del Chopo, será esto, “una puesta en escena de mis miedos y pesadillas, y un final abierto en el que hay una rendija para creer que todo se solucionará de alguna manera, aunque eso no se ve ni se dice explícitamente”.

Esta propuesta de la compañía NOHBORDS —de la que Mur es codirector junto con Mauricio Rico— es algo muy diferente a trabajos anteriores. “Nuestro proyecto se caracteriza por ser multidisciplinario y, por ello, lleva la danza contemporánea a formatos alternativos. Bajo esta lógica Dorje se concibió al principio para salir a las calles e invadir lo público, pero al ir tomando forma se hizo evidente que su espacio natural era sobre un escenario”.

La principal razón de llevarla a un foro es que en la pieza hay desnudos y también porque, para redondear el concepto, se requería un juego de focos que bañaran de luz roja a seis bailarines, al menos en el primer acto. “A esta sección le pusimos El infierno y se llama así porque representa mis pesadillas. Ahí vemos cuerpos quebrados, llevados al límite, abandonados al vértigo y en tensión sin fin”.

En contraste con este apartado, sigue un juego de telas desarrollado en colaboración con diseñadores de modas y donde los danzantes alteran su estado físico y mental en forma de convulsiones, respiraciones, ahogos, llantos y búsqueda de equilibrio.

Para Mur, esto es una manera de reflexionar un poco sobre cómo la vida oscila entre ciclos repetidos ad infinitum y contrapesos, como en aquel soneto donde Octavio Paz escribía: “Inmóvil en la luz, pero danzante, / tu movimiento a la quietud que cría / en la cima del vértigo se alía / deteniendo, no al vuelo, sí al instante”.

Y al final hay esperanza

Dorje es una palabra tibetana que refiere a un instrumento ritual usado por los maestros budistas como símbolo de un rayo de luz, razón por la cual Diego Mur la eligió como nombre de su obra.

“Muchas veces me he preguntado, ante lo agobiante, negativo y pesado del mundo, ¿por qué no nos suicidamos? No lo hacemos porque en el fondo tenemos esperanza en que, al final, las cosas se solucionarán y porque tenemos fe no necesariamente en un dios, pero sí en nosotros mismos”.

A decir del coreógrafo, la vida misma parece tener una extraña vocación de persistir en sus errores y en ponernos en situaciones críticas de las que no bien salimos y ya regresamos a ellas; de ahí esa sensación existencial de vértigo.

“Eso intentamos plasmar aquí y, sin dar respuesta alguna, sí sugerimos finales abiertos. Dorje es eso, un rayo de luz en medio de lo que nos parece oscuro, o como decía mi abuela, la posibilidad de salir a la noche y contarle tus penas a la Luna”.

Dorje se presenta en el Museo Universitario del Chopo los días jueves 22 y viernes 23 de agosto, a las 20 horas; el sábado 24, a las siete de la noche, y el domingo 25, a las seis de la tarde. El costo del boleto es de 100 pesos, con descuento del 50 por ciento para estudiantes, maestros, personas de la tercera edad y comunidad UNAM.