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Destacan vitalidad del libro como forma de resistencia

Los libros han sido siempre una de las actividades más peligrosas y una de las formas de resistencia más importantes. Esta reflexión de la editora Andrea Fuentes aplica por igual a todo aquello que puede transmitirse mediante el soporte del papel, que muchos han o habían creído en ruta hacia la extinción en un futuro no muy lejano.

Este tema fue un asunto compartido por los participantes en la apertura del VI Coloquio de Estudios del Libro y la Edición en México – Siglos XX y XXI, que bajo el título Pasado y presente de verbo editar, celebró el Día Nacional del Libro el 12 de noviembre, organizado por la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial y el Seminario Interdisciplinario de Bibliología del Instituto de Investigaciones Bibliográficas, en colaboración con la Red Nacional Altexto y la Red Latinoamericana de Cultura Gráfica.

La primera mesa del coloquio, Proyectos y procesos de edición ultracontemporáneos, hilvanó testimonios de la vitalidad de la celulosa en la generación de resistencias y revisión de narrativas hegemónicas.

Uno de los formatos impresos de mayor florecimiento en la escena independiente de este siglo es el fanzine -medio por excelencia marginal-, el cual, tras el declive que vivió con la irrupción de la Internet como medio preferente de contenidos alternativos, tuvo un renacimiento en la Ciudad de México a partir del 2008 y un boom por ahí del 2012, explicó Rubén Romero Gutiérrez, agente cultural, en su ponencia Discursos contestatarios en publicaciones autogestivas, Siglo XXI.

Colectivos como Café con Leche o Hot Dog influyeron en entusiastas que adoptaron la tinta para publicar sus escritos y dibujos, ante las facilidades proporcionadas por la impresión casera; artistas de la gráfica también asumieron un rol editorial para experimentar con técnicas artesanales de producción y abordar problemas como el abuso o la discriminación.

“Es el caso del colectivo formado de Yuri Peña y Miguel Mondragón, también conocido como Flush Samo, quienes publican fanzines desde una perspectiva queer feminista bajo el sello editorial Beibi Creysi”, ejemplificó. Dentro de su producción destaca Caminar en la ciudad (2018), en el que 17 ilustradoras plasman, en serigrafía y risografía, la experiencia de andar la CDMX.

El fanzine, añadió, ha crecido de manera sostenida. “Se ha ido abriendo espacios a lo largo del mundo, ocupando galerías, museos, foros académicos, bibliotecas, librerías y ferias”. Muestra de esto es la Fanzinoteca abierta al público del archivo digital Desobediente del Museo del Chopo.

De forma paralela, la historieta, tras el quiebre de la industria de los años 80, ha reclamado nuevos territorios en el papel, sobre todo al convertirse en una apuesta exitosa de las editoriales establecidas.

“En años recientes, la presencia del cómic en librerías se hace cada vez más frecuente, aparejada con la normalización del término novela gráfica como legitimador de esta disciplina, principalmente dentro de ambientes literarios en los que podemos encontrar, de manera relativamente fácil, a distintos autores que se congratulan del salto cualitativo que la historieta ha dado al pasar del papel revolución y del puesto de periódicos a las librerías y a las pastas duras”, destacó la artista Alejandra Espino del Castillo en su intervención La influencia de lo material en la estructura narrativa de un cómic.

Un ejemplo son las publicaciones de El Sombra y El Sombra y Tito, de Edu Molina (Editorial Resistencia); El complot mongol, adaptación de LH Crosthwaite y Ricardo Peláez Goycochea de la novela de 1969 de Rafael Bernal (FCE y Joaquín Mortiz); o Matar al candidato, de Francisco Haghenbeck y Bernardo Fernández Bef (Sexto Piso).

En su ponencia Editar para reescribir, reescribir para diseñar: el futuro posible. Mujeres y prácticas editoriales en el México actual, Andrea Fuentes afirmó que hoy es posible leer, entre muchas otras formas de discursos alternativos, las visiones de un mayor número de mujeres artistas, escritoras y editoras, como Abril Castillo, Gabriela Jáuregui, Guadalupe Nettel o Socorro Venegas.

“Mujeres que buscan reescribirse desde prácticas decoloniales porque se dan cuenta que las narrativas con las que hemos crecido y a las que hemos alimentado no son las que nos representan”, expresó.

Esta charla, y las otras dos del coloquio Pasado y presente de verbo editar, pueden verse en la página de Youtube de Libros UNAM.