El arqueólogo mexicano Eduardo Matos Moctezuma, explicó que en el predio de Guatemala número 16, del ahora Centro Histórico, expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) hallaron el templo dedicado a Ehécatl, el dios del viento en la Gran Tenochtitlan.
En este espacio, alineado al adoratorio del dios guerrero Huitzilopochtli (el cual junto con el dedicado a Tláloc se hallaba en la cima del Templo Mayor), se detectaron restos de una escalinata por donde debieron ingresar los combatientes a la cancha ritual.
Los dioses mexicas combatían entre sí, pero también se tendían la mano, y los templos de México-Tenochtitlan expresaban esa simbiosis.
La sección del Templo de Ehécatl que se observa al fondo sólo corresponde a una cuarta parte de su totalidad. Los frailes Durán y Torquemada mencionan en sus crónicas el templo dedicado al dios del viento, como un edificio circular con acceso al oriente y techo cónico de paja y cuando los sacerdotes entraban en él emulaban internarse en las fauces de una serpiente porque su acceso y el templo en sí, eran la representación de este animal.