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Cuatro coreógrafas recrean la misma pieza bajo la lógica del “teléfono descompuesto”

Para la artista quebequense Mélanie Demers, la obra Danse mutante le representó una sacudida en cuanto a lo que ella creía de la creación, pues —como explica— “en el mundo coreográfico el concepto de autoría y el de dirección son casi lo mismo, pero aquí tomé una pieza mía, Cantique, e hice que la reinterpretaran tres mujeres: una estadounidense, otra de Mali y una holandesa. Fue un shock ver la transformación de algo tan mío, y también el constatar cómo una hebra mínima de lo que alguna vez concebí, se mantenía”.

A decir de la creadora, las ideas viajan y, en el trayecto, se modifican, muchas veces hasta puntos irreconocibles, y justo eso es lo que ella desea demostrar con esta propuesta que se presentará este fin de semana en el Museo del Chopo, con tres funciones a cargo de los bailarines canadienses Francis Ducharme y Riley Sims, a los que en más de una ocasión Mélanie ha descrito como sus musos.

“Para evidenciar esta mutación elegimos colaborar con coreógrafas de procedencias geográficas muy distantes entre sí, y echamos a andar un teléfono descompuesto a lo largo de tres continentes”.

Hasta el momento Danse mutante sólo había sido vista en Montreal y México será el sitio donde inicie su recorrido internacional, lo que a decir de la directora de la compañía Mayday es una forma más de alentar esas metamorfosis que se dan cuando los caminos son largos. “En ese ir y venir hasta nosotros mismos cambiamos”

Como canadiense, Mélanie Demers está acostumbrada a comunicarse en inglés y, sobre todo, en francés, y eso ha generado en ella a una constante voluntad de hacer que los diferentes lenguajes artísticos dialoguen, por lo que no es extraño que la semilla de este montaje dancístico sea no el baile, sino la dramaturgia.

“Me gusta ir al teatro y en ese ámbito es muy común que una misma obra tenga directores distintos, así que me pregunté, ¿y si a nivel coreográfico hacemos lo mismo? ¿Qué resultaría de esa sumatoria de visiones y de maneras divergentes de concebir el mundo?”.

Sobre la elección de Ann Liv Young (EU), Kettly Noël (Mali) y Ann Van den Broek (Holanda) cómo cómplices, la creadora no tiene dudas: “Las seleccioné por su forma tan radical de entender la coreografía. La pieza Cantique es mía y nació en Montreal; de ahí viajó a Estados Unidos para ser reinterpretada; dicha visión se movió a África para ser retrabajada, y de ahí fue a Europa, donde recibió su último rostro. Cada versión fue transformando a la anterior y, por eso, a veces describo a esto como un teléfono descompuesto”.

Acerca de cómo México se volvió parte de esta travesía, Mélanie Demers señala que todo fue porque Gabriel Yépez —coordinador de Artes Vivas en el Museo del Chopo— vio la representación de Danse mutante durante una visita suya a Montreal, y la invitó a venir.

“Además de las funciones, el viernes daré una charla, justo con Gabriel, sobre cómo fue este proceso, lo cual es un buen anexo pues el elemento clave de toda esta experiencia creativa fue el diálogo”.

Danse mutante se presentará en el Museo Universitario del Chopo el 12, 13 y 14 de mayo, con funciones a las siete de la noche. El costo del boleto es de 100 pesos, con descuento del 50 por ciento para estudiantes, maestros, tercera edad y comunidad UNAM. La plática de Mélanie Demers y Gabriel Yépez tendrá el lugar el viernes, a las cinco de la tarde, y la entrada es gratuita.