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Contempodanza presentó una antología coreográfica en la UNAM

La tamaulipeca Cecilia Lugo es la directora y coreógrafa de la compañía Contempodanza, y a lo largo de 36 años desde que fundó esta agrupación, ha construido a partir de un principio de unicidad una poética que es reconocible en cada uno de sus montajes. Los días 22, 23 y 24 de abril presentó en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario su antología coreográfica Entre viento y marea, en la que el espectador disfrutó un conjunto de obras emblemáticas suyas, a la par de un estreno creación del maestro Raúl Tamez.

Pasado y presente se conjuntaron para celebrar la impecable trayectoria artística de una de las compañías de danza independientes, que suma un alto nivel técnico y creativo de sus integrantes con una propuesta escénica en constante renovación.

En esta retrospectiva de piezas dancísticas se mostró en todo momento un trabajo de flotante frescura. La primera de ellas fue Nicolás, obra producida por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) en homenaje a Guillermina Bravo por su 75 aniversario y que se estrenó en 1996 en el Teatro de la Danza de la Ciudad de México. Se trazó una metáfora del poder en la que se utilizó un amplio abanico blanco en un reducido espacio iluminado por candilejas. Cuatro varones en un elegante ritual unificaron el danzón y el deseo. Sus sensaciones atónicas se acompañaron de la fuerza expresiva que impone el Danzón Sinfónico Número 2 de Arturo Márquez.

Continuó En memoria de un soliloquio (a Cynthia), primera obra que Lugo creó y dirigió. Por ella recibió el Premio Nacional de Coreografía del INBA en 1986. Se anunció como “un canto de liberación, voz que se torna grito de rebeldía y dolor ante la inevitable mutación de quien no encuentra consuelo”. La pieza está musicalizada con el segundo movimiento del Concierto Andaluz de Joaquín Rodrigo.

En esta coreografía se hace extensivo lo que el crítico Alberto Dallal expresara con respecto a uno de los trabajos creativos de Cecilia Lugo: persiste “un motivador interjuego entre planteamiento-anécdota-imágenes y finalmente un rompimiento que deviene en el escenario atmósfera”. Es en esta pieza donde comienza a perfilarse en la artista la construcción de un lenguaje coreográfico, en el que se entrelazan la experimentación y la búsqueda de nuevos horizontes.

La segunda parte del programa inició con la coreografía de Raúl Tamez Álgebra de la oscuridad, estructurada a partir de cuatro aforismos de Franz Kafka. Para cada uno de ellos eligió una música en particular de Joep Beving, Gang Chenpa, Goran Bregovic y Dhafer Youssef.

Los aforismos que dieron lugar a esta coreografía fueron: 1) Una fe como una guillotina, así de pesada, así de ligera. 2) Como un sendero en otoño, apenas ha sido barrido se cubre de nuevo con hojas secas. 3) Había uno que se sorprendía de lo rápido que recorría el camino de la vida, cuando al voltear se dio cuenta que lo hacía vertiginosamente hacia abajo. 4) A partir de cierto punto, ya no hay regreso posible, ese es el punto a alcanzar.

Obra bella y potente, a decir de la propia Lugo, con la que como directora de la compañía llega a concretar su intención de que el público vea bailar a Contempodanza otros lenguajes, a la vez que experimente “diferentes maneras de ver la danza a través del cuerpo”. Álgebra de la oscuridad aborda con vivacidad la intimidad del ser.

Cerró el programa con un elemento más contemporáneo: Travesías de Humo/ El Exilio (inspirada en la pieza homónima de Cecilia Lugo, estrenada en 2016). “Esta pieza es un fragmento de Ítaca… el viaje, obra poética que habla de un deseo contenido en un barco de papel que condensa el anhelo de viajeros que desean huir de una realidad insoportable. Ítaca se convierte en refugio y esperanza de un alma adolorida”.

“Las Ítacas pueden ser diferentes para cada persona, el lugar donde está nuestro corazón y al cual queremos regresar, puede ser la Ítaca de Ulises, la de Homero o nuestra propia Ítaca”, ha dicho en más de una ocasión Cecilia Lugo.

En Travesías de Humo/ El exilio, metáfora para aquellos que salen de sus lugares de origen y que quieren regresar, “Ítaca representa el anhelo y la esperanza”, así vengan vientos en contra o acechen las mareas en el curso de nuestras respectivas travesías.

El movimiento dancístico que estalla en esta pieza conlleva una concepción filosófica. Se trata de una composición coreográfica que nos invita a explorar universos místicos, mundos paralelos a nuestra realidad y a transformarnos en danzantes con la sola mirada y las emociones que nos vayan aflorando, al ser testigos de una propuesta estética justo al anochecer, que es cuando se inventan otros cuerpos.

Bailarines: Alberto González, Yoshio Córdoba, Oscar Michel Pérez, Jorge Ronzón Cynthia Hamm, Aileen Kent, Ana Paula Oropeza, Carolina Ureta, Cristina Reynoso y Guillermo IV Obele.