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Coinciden intensas sequías con el abandono de Xochicalco

  • Descubren científicos de la UNAM sequías contemporáneas a la época en la que los arqueólogos han situado el colapso de la urbe precolombina Xochicalco.

El abandono de ciudades mesoamericanas como Teotihuacán, en el Valle de México, o Uxmal y Chichén Itzá, en Yucatán, coincide con sequías naturales, que hoy se han vuelto más frecuentes e intensas por el cambio climático antropogénico.

El colapso de Xochicalco -ubicada en el estado de Morelos-, no parece ser la excepción a esa coincidencia climatológica, como muestra un reciente estudio geoquímico-paleoclimatológico en las inmediaciones de la zona arqueológica.

La investigación “Ambientes deposicionales del Holoceno tardío del lago Coatetelco en el centro-sur de México y comparación con las transiciones culturales en Xochicalco”, publicada en la revista Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology, fue realizada por el doctor Priyadarsi Debajyoti Roy, del Instituto de Geología de la UNAM, y por su alumno de doctorado Agesandro García Arriola, del Posgrado de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM.

Los resultados de este proyecto proponen la existencia de sequías contemporáneas a la época en la que los arqueólogos han situado el colapso de Xochicalco.

Paleoclimatología y predicciones

Como los registros instrumentales de la variabilidad climática sólo representan los últimos dos siglos, el doctor Priyadarsi D. Roy señala que los estudios de paleoclimatología —al permitir extender los registros climáticos a varios millones de años en el pasado— apoyan para mejorar las predicciones hacia el futuro mediante estudios de modelación y reducen la incertidumbre de los pronósticos.

En la investigación paleoclimática, agrega el investigador del Instituto de Geología, no sólo se estudia el sedimento del lago, sino también el sedimento marino, las estalactitas y estalagmitas en las cuevas, los corales y suelos, ya que podrían aportar información valiosa sobre los recursos naturales como el agua y la vegetación, así como sobre el cambio en los procesos atmosféricos y oceánicos por la variación en la temperatura.

La calcita, indicador de sequía

En su investigación, García Arriola y Priyadarsi D. Roy reconstruyen las condiciones ambientales durante el desarrollo y el abandono de este centro urbano precolombino, asentado en la cima de un cerro calizo.

Para la reconstrucción climática de la época se tomaron muestras de sedimento (calcita) del lago Coatetelco, ubicado a unos ocho kilómetros al suroeste de las ruinas arqueológicas de Xochicalco.

La calcita —dicen ambos— es un indicador de sequía. Cuando se evapora el agua del lago, hay deposición de este mineral. La calcita encontrada en diferentes periodos sugiere sequías frecuentes que posiblemente aumentaron también la actividad eólica en esta región de Morelos durante el periodo 950-1100 d. C.

García Arriola agrega que una gran sequía coincidió con el colapso de Xochicalco, en su época posclásica, que inició después del año 900.

“No afirmamos que Xochicalco cayó por esa sequía, pero es posible que haya habido una relación entre esa condición climática estresante con la inestabilidad social que había en la sociedad xochicalteca”.

Entre los años 950-1100 ocurrieron simultáneamente un fenómeno más fuerte de El Niño Oscilación del Sur (se traduce en sequías importantes en Mesoamérica) y —según evidencias arqueológicas— una crisis social y política de Xochicalco, que se manifestó en revueltas internas y en el incendio del centro ceremonial de esta ciudad precolombina.

Durante su apogeo (600-900 d. C.), la ciudad de Xochicalco, edificada al sur de la Sierra del Chichinautzin, tuvo una población de hasta 15 mil personas, que se redujo a ~300-600 después del año 900, cuando fue abandonada.

Sequías y colapsos

En los últimos dos mil años, apunta Priyadarsi D. Roy, la disponibilidad de agua y la condición ambiental han jugado un papel importante en el desarrollo y el colapso de varios centros urbanos de diferentes partes de Mesoamérica.

No sólo hubo sequías coincidentes con el colapso de Xochicalco. También hubo varias épocas secas entre los siglos VII y X, cuando Teotihuacán y varios sitios mayas en Yucatán fueron abandonados. Asimismo, hubo una reducción drástica de la población en Cantona, Puebla.

Que en varias ruinas arqueológicas se hayan encontrado cisternas para almacenar agua, indica que el recurso hídrico jugaba un papel importante en las culturas precolombinas.

En ese tiempo vivían en Xochicalco hasta 15 mil personas; en Yucatán, más de un millón; y en Cantona, 80 mil. Por eso almacenaban agua en esas cisternas.

En riesgo, el abasto de agua

Si en el pasado, por las sequías (entre otras causas) fueron abandonadas esas ciudades precolombinas, ahora, con las sequías más frecuentes y prolongadas por el calentamiento global, si no manejamos los recursos hídricos en forma adecuada, podría haber “problemas similares” en el futuro, y no sólo en la Ciudad de México, sino en otras metrópolis del mundo, advierte Priyadarsi D. Roy.

García Arriola agrega que las cada vez más intensas y frecuentes sequías ponen en riesgo el suficiente abasto de recursos hídricos para la población.

Si bien ahora todavía no se abandonan las ciudades, como sucedió con Xochicalco, las sequías también producen estrés social y otro tipo de problemas, como la migración de muchas más personas, porque el agua es vida.

Afectarán sequías la productividad agrícola

Para el final del siglo XXI, dice Priyadarsi D. Roy, el aumento de temperatura en México será mucho mayor que el aumento promedio global, y se espera una reducción de la precipitación anual que causará sequías más frecuentes y de larga duración en la parte central y norte de México.

Por la expansión de las regiones áridas y semiáridas, y por las sequías frecuentes, la productividad agrícola en México bajará hasta un 10 por ciento para el año 2080. Eso causará migraciones de zonas rurales hacia las zonas urbanas de México y también hacia otros países.

En busca de “refugio climático”, agrega el investigador del Instituto de Geología, se estima que para el año 2080 más o menos siete millones de adultos mexicanos intentarán migrar a Estados Unidos.

Adelantarse al estrés hídrico

Los estudios geoquímico-paleoclimatológicos ayudan mucho para “adelantarnos a una problemática de estrés hídrico como el que vivieron los pobladores de Mesoamérica”, apunta García Arriola.

Visualizar qué sucedió hace más de mil años, cómo afectaron las sequías el desarrollo y colapso de culturas en Mesoamérica, cómo influyo el clima en aquellos tiempos, nos ayuda a ver —sostiene— de qué manera podemos crear alternativas ante las sequías intensas.

Saber cómo afectaron las sequías a los centros urbanos de Mesoamérica nos puede dar información —finaliza Priyadarsi D. Roy— también para manejar otros efectos del calentamiento global sobre El Niño Oscilación del Sur, el sistema de la lluvia monzónica y la trayectoria de tormenta tropical, para administrar mejor los recursos naturales, entre ellos el agua.

Seguramente, puntualiza García Arriola, las futuras generaciones van a tener que sortear todavía con mayor prontitud la problemática de la falta de agua, porque su escasez comienza a ser bastante grave.

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