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Cine silente en tiempos de Netflix

El cine no es solo narrativa, ni solo imagen, ni solo actuación… Desde sus inicios, cuando hace 125 años los hermanos Lumière patentaron el cinematógrafo, el cine ha sido más que sus partes. Por eso, aunque nuestra manera de ver cine se ha transformado a lo largo de los años —del cine silente al cine con efectos especiales de alta tecnología; de los cines ambulantes, a los autocinemas, experiencias en salas de lujo o, más recientemente, a consumirlo bajo demanda desde la comodidad de nuestra propia casa—, la experiencia cinematográfica, en cualquiera de sus formas nos sigue atrapando, y el cine primigenio, aún creado sin producciones espectaculares, sin color, ni sonido, nos sigue hablando.

En 1926 se realizó una película mexicana en las afueras de Orizaba, Veracruz, considerada hoy como una joya del cine mexicano, entre otras cosas, por ser una cinta silente y haber sido filmada fuera de la Ciudad de México. Se trata de El tren fantasma, obra dirigida por Gabriel García Moreno y creada bajo el sello del Centro Cultural Cinematográfico.

En esta cinta podemos ver algunas de las emociones que han sido una constante en la narrativa cinematográfica: la lucha entre el bien y el mal; hay ambición, celos, egoísmo, heroísmo, misterio, compasión y claro, amor. Sí, sabemos que son temas que se pueden ver en muchas películas, pero la originalidad y construcción del argumento, así como las maravillosas secuencias de este filme te invitan a verlo más de una vez.

 

Además de la trama que narra la película, lo que pasó alrededor de esta es en sí otra gran historia. ¿Sabías que cintas antiguas y en desuso, como El tren fantasma, eran utilizadas como pegamento para sobres de correspondencia en lugar de ser conservadas? El Centro Cultural Cinematográfico solo tuvo tres producciones entre 1926 y 1927: Misterio,  El puño de hierro y El tren fantasma, todas dirigidas por Gabriel García Moreno, sin embargo, al no tener frutos económicos, los inversionistas decidieron cerrar la casa productora.

Las cintas estuvieron resguardadas por mucho tiempo en la oficina de William Mayer, quien fue el tesorero de aquella productora; años más tarde, el material fue descubierto por Aurelio de los Reyes  cuando tenía quince años, y su olfato de historiador le permitió entender la necesidad de resguardar dichos materiales y después hacer las gestiones para entregarlas a la Filmoteca de la UNAM.

Entonces, a partir del guión original encontrado en el Archivo General de la Nación, la investigadora Esperanza Vázquez emprendió una minuciosa reconstrucción de la narrativa de la película, para compensar una secuencia perdida. En el 2013, gracias a una colaboración entre Filmoteca de la UNAM, la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas y la empresa Labodigital, se llevó a cabo la restauración digital del filme.  Ello significó la corrección de casi 96 mil fotogramas, lo que nos permite hoy compartir nuevamente esta joya del cine mexicano silente de los años 20 del siglo pasado para disfrutarse desde cualquier dispositivo.

En pleno siglo XXI, cuando las imágenes digitales son esenciales para nuestras interacciones cotidianas, cobra un enorme valor tener la oportunidad de mirar de manera gratuita una película creada en una época en que realizar una obra así suponía un esfuerzo técnico y económico muy distintos a lo que ahora podemos emprender; es como tener una ventana al pasado y una oportunidad para descubrir otra manera de mirar nuestras pantallas. Sin duda El tren fantasma va a requerir toda tu atención.