¿Cómo contarles Ayotzinapa?

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Revista de la Universidad de México
Fascismo / DOSSIER / Marzo de 2020
Autor: Adolfo Córdova
https://www.revistadelauniversidad.mx/articles/8b18e554-aeb1-47b3-966d-e1415bfe58fe/como-contarles-ayotzinapa
Imagen de portada: Diseño de Ilustradores Otros Mundos A.C. en solidaridad con Ayotzinapa. BY-NC[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]

“¿Han oído hablar de Ayotzinapa?”, pregunto a un grupo de niños y niñas de quinto grado de primaria. Responden a coro que no. Me sorprende el consenso. No esperaba que gritáramos “¡Vivos se los llevaron!”, pero creí que tendrían alguna idea. Insisto: “¿No les suena el número 43?” Y allí un niño se apresura a responder que sí, pero no logra explicar nada más. Su compañera de banca intenta: “¿Es algo de unos estudiantes?” La noche del 26 de septiembre de 2014 policías municipales, estatales y federales, miembros del ejército, sicarios y un observador de inteligencia militar perpetuaron, con sus propias manos y armas o en calidad de testigos cómplices, la desaparición forzada de 43 estudiantes y el asesinato de seis personas, tres estudiantes y tres civiles, entre ellos un joven futbolista de 15 años. A esta “etapa material”, así llama al primer momento del “operativo” el periodista John Gibler, le siguió una “etapa administrativa” que consistió en ocultar los hechos y fabricar una explicación de lo ocurrido; una perversa “verdad histórica” que pretendía cerrar el caso y proteger la extensa red narcopolítica, y que ha retrasado enormemente el proceso de esclarecimiento y justicia. En septiembre de 2014 la mayoría de los niños y niñas a quienes lancé esta pregunta tenían cinco años de edad. Naturalmente nadie les explicó entonces qué había ocurrido. ¿Quién hubiera querido sumirlos en semejante desasosiego? ¿Dónde acomodar un horror así de paradójico: cuidarte de quien debería cuidarte? Más de cinco años después, ¿deberíamos contarles? ¿Es necesario hablar a niños, niñas y jóvenes de otros niños, niñas y jóvenes torturados, desaparecidos y asesinados? ¿Explicarles qué es el terrorismo de Estado? ¿Preguntarnos con ellos dónde están 43 estudiantes que recién habían empezado sus clases? Me he planteado estas preguntas muchas veces en mi trabajo como mediador de lectura y como escritor; he preguntado a otros creadores, editores y mediadores. La respuesta es siempre la misma que imagina Cristina Bautista, madre de Benjamín Ascencio Bautista, normalista desaparecido: “Pienso que sí. Para que no se olvide.” Vuelvo al salón de quinto grado de primaria. Es septiembre de 2019, inicio un nuevo ciclo de lecturas y se acerca el día del quinto año sin saber dónde están. Planeo leerles La composición de Antonio Skármeta y Alfonso Ruano para detonar una conversación sobre Ayotzinapa. Ya he compartido con estos niños otras lecturas, cuando iban en cuarto grado, y sé que pueden dar un paso adelante como lectores y ciudadanos críticos. “¿Es algo de unos estudiantes?”, pregunta la niña. Y les digo que sí. “Hace cinco años desaparecieron a 43 jóvenes que estudiaban para ser maestros en una escuela de un lugar llamado Ayotzinapa. No sabemos dónde están; un grupo de criminales se los llevó, pero no sabemos a dónde ni cómo…” No digo mucho más. Espero. No hay preguntas. Miro de reojo a la maestra; creo que está incómoda. Recuerdo a una amiga mediadora que me cuestionó sobre la pertinencia de abordar este hecho con ellos. ¿Me equivoqué? ¿Tengo derecho a seguir sin conocer la voluntad de la maestra o de los padres? Por más confianza que tenga en el grupo, son niños de diez años; no puedo ser explícito ni fatalista. Lanzo mi ancla y continúo: “Hoy les voy a leer un libro que se llama La composición, que se conecta de alguna forma con Ayotzinapa. Ustedes deben descubrir cómo.”

 CIDCLI, Ciudad de México, 2014
Como la guardería ABC

“El día de su cumpleaños a Pedro le regalaron una pelota…”. Leo y se van iluminando los circuitos. Cuando la historia ya ha dejado claro que Pedro vive en una ciudad donde los militares son una amenaza y, mientras él juega futbol, desaparecen a la gente, los niños y niñas empiezan a hacer conexiones complejas que revelan su capacidad de hablar del tema. Recupero dos comentarios que lo ejemplifican y que surgieron mientras leía, no al final; debido a que les lancé un desafío, estaban escuchando la historia políticamente activados. “Ah, ya sé”, dice uno, “es como en la película sobre los nazis, la de El niño con el pijama de rayas”. “¿Cómo?”, le pregunto. “Sí, los soldados se llevan a la gente para matarla.” Me sorprende la claridad de esta deducción y sus alcances. Este niño nos está diciendo que, en su experiencia, este libro cuenta algo que ha ocurrido otras veces, a otras personas, en otros lugares. Traza una continuidad histórica hasta la noche de Iguala. Abre múltiples vías para adentrarnos en la lectura. Los personajes militares se vuelven más peligrosos, la tensión dramática en el libro (y en nuestra sesión) se refuerza. Aunque no se diga qué pasa con el papá de Daniel, un amigo de Pedro al que se llevan los militares, con esta información que aportó el niño ahora sabemos que puede ser grave. ¿Los soldados se llevaron a los estudiantes de Ayotzinapa? ¿Qué pasó con ellos? ¿Los mataron? Nadie lo formula en voz alta, pero sé que algunos, como muchos de nosotros, empezarán a hacerlo. ¿No tienen derecho los niños y niñas a plantearse estas preguntas también? Sigo leyendo. Apenas un par de líneas después, otro niño se adentra todavía más: “Es como el caso de la guardería ABC.” Su comentario nos saca de órbita un microsegundo. Sé que ha hecho una conexión cruzada, ideológica, pero no es evidente. ¿Qué es como la guardería ABC? ¿Cómo se relacionan los soldados que se llevan al papá de Daniel y el trágico incendio en la guardería? ¿Trenzó este niño una serie de relaciones sobre el abuso de poder? No me queda claro, así que le pregunto: “¿Por qué como la guardería ABC?” Él responde: “Porque es una injusticia.” Ya estamos completamente fuera del libro, pero con el libro en las manos. Este lector ha continuado la línea de pensamiento, de deducciones colectivas e individuales. En el transcurso de una misma página fuimos del terrorismo de Estado como crimen específico a la impunidad como fenómeno a gran escala que enmarca éste y otro tipo de delitos en México. ¿Se resolvería en el libro el destino del papá de Daniel? ¿Le habría ocurrido lo que en otras dictaduras a los desaparecidos? ¿Vivimos una especie de dictadura o Estado fascista en México? ¿Habrá justicia para los estudiantes de Ayotzinapa como la que seguimos esperando para tantos otros casos en México? Tantas preguntas posibles y apenas vamos en las primeras páginas de La composición. El comentario de este lector nos coloca en un contexto de denuncia y nos recuerda que los niños y niñas también se enteran, temen, se enojan y quieren justicia. Insisto en la autonomía de estos lectores. Yo sólo había planteado una primera pregunta. Nada más. No sabía qué iba a ocurrir ni los presioné para que empezaran a hacer suposiciones y participaran, pero abrí la puerta. Eso suele bastar para que ellos pasen. El cuento de Pedro arrancaba y quería que continuaran en él y experimentaran la ficción, así que les dije que habían encontrado muy pronto buenas conexiones, pero que mejor las retomáramos al final. Entonces vivimos una proyección fascinante en el salón.

 Ediciones SM, Ciudad de México, 2015
De pie, bien derechitos

Sigo leyendo y mostrándoles las ilustraciones de La composición cuando toca el turno de la maestra. Ya no parece incómoda, está atenta. En el libro, un capitán del Ejército visita la escuela de Pedro, entra a su salón y la maestra dice: “De pie, niños, y bien derechitos.” Le pregunto a la maestra de la vida real si quiere leer la frase. Lo hace y automáticamente los niños siguen el juego y se ponen de pie. Esta transformación performática de un espacio de lectura es preciada para los lectores, no sólo por su carácter lúdico; también, según Michèle Petit, por sus múltiples implicaciones simbólicas: imaginación colectiva que estrecha lazos sociales, trasposición de su realidad para habitar la ficción, proyección de escenarios posibles, etcétera. Entiendo entonces que yo, al frente de la clase, con el libro en las manos, debo convertirme en… “Buenos días, amiguitos. Yo soy el capitán Romo y vengo de parte del Gobierno”, leí. El capitán les informa que habrá un concurso de composiciones, ensayos, y que el mejor se llevará una medalla de oro que será entregada por el presidente del país. El texto dice que el capitán “puso las manos tras la espalda, se abrió de piernas con un salto, enderezó el cuello levantando un poco la barbilla” y dijo: “¡Atención! ¡Sentarse!” Hice mi parte y ellos también: se sentaron entre risas. Enseguida, el capitán les indica cómo se titulará la composición: “Lo que hace mi familia por las noches”. Los oigo contener la respiración y sobresaltarse a medida que continúo leyendo: “Es decir, lo que hacen ustedes y sus padres desde que llegan de la escuela y del trabajo. Los amigos que vienen. Lo que conversan. Lo que comentan cuando ven televisión. Cualquier cosa que a ustedes se les ocurra libremente con toda libertad. ¿Ya? Uno, dos, tres: ¡comenzamos!” Los niños de la vida real identifican perfectamente que el militar es una amenaza y, esa libertad, una trampa. Les preocupa Pedro y su familia, pues ya saben que ellos están contra la dictadura y que escuchan la radio de la resistencia en las noches. Los niños en el libro empiezan a hacerle preguntas al capitán. Los niños en el salón leen: “¿Se puede borrar?”, “¿Se puede hacer con bolígrafo?”, “¿Cuánto hay que escribir, señor?” “Dos o tres páginas”, respondo. Los niños en el libro protestan, los de la vida, también, los invito a que al mismo tiempo digan fuerte: “¿Dos o tres páginas?” El militar cede: “Bueno, que sean una o dos.” Este diálogo introduce un subtexto significativo: el capitán es una autoridad pero es posible reclamarle. Subvierte la relación de poder adultocentrista en favor de los estudiantes. Y lo hará todavía más en el desenlace del libro.

 Fondo de Cultura Económica, Ciudad de México, 2012
¿Yo también estoy contra la dictadura?

Tiempo después, el capitán vuelve con las composiciones ya leídas; los felicita, les regala un dulce y les comunica que nadie de ese salón ganó. Luego, en su casa, Pedro les cuenta a los padres del concurso y lee su composición. Allí demuestra que él también está contra la dictadura y es capaz de resistir y quebrarla. No revela lo que hacen sus padres, se inventa un rutina ordinaria para el capitán. Incluido que juegan ajedrez. “Habrá que comprar un ajedrez, por si las moscas”, dice el papá. En otro momento Pedro le había preguntado a su padre si él, igual que el papá de Daniel, estaba contra la dictadura. Cuando el papá le responde que sí, Pedro teme que también se lo lleven preso. El padre le dice que no será así y entonces Pedro pregunta: “Papá, ¿yo también estoy contra la dictadura?” La madre interviene: “Los niños no están en contra de nada. Los niños son simplemente niños. Los niños de tu edad tienen que ir a la escuela, estudiar mucho, jugar y ser cariñosos con sus padres.” Pedro ya conoce esas “frases largas” que lo dejan en silencio. Pero al final demuestra que sí, los niños y niñas también están en contra del autoritarismo, y que debemos tomarlos en cuenta. Contarles es contarlos. De manera espontánea, cuando termino de leer la historia, uno de los niños grita: “¡Re-sis-ten-cia!” Es una palabra que aparece varias veces en el libro, incluso dibujada como grafiti en una pared. Todos gritamos varias veces “¡Resistencia!” Retomamos brevemente la conversación sobre las injusticias. Pero ya no hay mucho tiempo y prometo que el próximo lunes continuaremos. Agradezco a la maestra su tiempo y ella me sonríe. “Pasó de la tensión, a la atención”, me dirá después una colega. La composición resuelve algunas preguntas y abre otras, sin paralizar a los lectores, al contrario. Salgo del salón y por la ventana veo a un niño en el interior que alza un puño y gesticula. Leo en sus labios, otra vez “Resistencia.” Quizá la próxima sí podamos gritar “¡Vivos los queremos!”

Amanuta, Santiago de Chile, 2016
Sr. Presidente, ¿dónde los tienen?

La siguiente semana entro al salón y antes de dar los buenos días alzo el puño y grito: “¡Re-sis-ten-cia!” Los niños y niñas responden igual: “¡Re-sis-ten-cia!” Hablamos del libro, de Pedro y de cómo relacionaron la lectura con los 43 estudiantes de Ayotzinapa, y enseguida empiezan a compartir la noticia del quinto aniversario de la desaparición. El grupo ha crecido en siete días: unos vieron imágenes de la manifestación en la tele y otros la oyeron en el radio, uno cuenta que hay un monumento con un 43 “gigante” y otro que vio un campamento en la calle de Reforma, y que los padres de los normalistas desaparecidos fueron a la marcha y salieron en internet… Traigo otro libro: El maestro no ha venido, escrito por Marcela Arévalo e ilustrado por Natalia Gurovich. Les cuento que Arévalo se basó en las desapariciones forzadas y lo dedicó a los 43, y que fue su manera de hacer algo al respecto. Luego de leérselos empiezan a teorizar sobre qué pudo haber pasado con los estudiantes y deciden que también quieren hacer algo para exigir justicia. Algunos escriben y dibujan carteles con 43 lápices o plantitas que dicen “¿Dónde están?” o “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”; otros, cartas a los propios normalistas desaparecidos, a sus padres (“lamento su pérdida, les escribo esta carta para darles fuerza, alegría […] A mí me daría miedo si desaparecieran a mis papás. No quiero saber cómo se siente pero me doy una idea…”) y hasta al presidente (“Sr. Presidente, si ustedes tienen a los 43 estudiantes, les exigimos que nos los regresen por favor, porque todas las familias están preocupadas porque no aparecen, por favor, regrésenlos.”)

 Ediciones SM, Santiago, 2013

Todos intentan darles fuerza. “Yo estoy con ustedes”, “yo sé qué se siente”, escribe una niña; otra sólo dibuja dos nubes llorando lluvia, otro, una manifestación y agrega “Protestar sin violencia.” Les piden que no estén tristes, aseguran que sus hijos van a aparecer. Y me doy cuenta de que la mayoría de estos niños tiene la esperanza intacta. Creen que los normalistas regresarán vivos. “Este año los van a recuperar y sin un rasguño”, escribe uno. He hablado con varios de los padres de los 43 recientemente y comparten esa esperanza. Luminosa expresión de resistencia en el oscuro desvelo. Hablan en plural: “Los vamos a encontrar”, “Exigimos que nos los regresen…”. En dos sesiones el grupo pasó de ignorar qué había sucedido y qué eran las desapariciones forzadas a sentirse parte y escribirle cartas al presidente. Sus elaboraciones reflejan que saben más de lo que creen o expresan (no están al margen ni son ajenos a lo que ocurre) y comprueba que abrir preguntas en espacios de escucha atenta y compartir lecturas detona acciones y pensamiento crítico. Se ha tratado de emanciparlos como lectores, como dice María Teresa Andruetto en su texto “Resistencia”, que a su vez dialoga con El espectador emancipado de Jacques Rancière. Escribe Andruetto:

En el acto de leer ligamos en todo momento lo que vemos con lo que ya hemos visto o dicho o hecho o soñado. En ese poder de asociar y disociar, en recorridos que de tan particulares son únicos porque ir hacia lo desconocido es descubrir, es “profundizar allí dónde uno hace pie y lo pierde”, como dice Jorge Larrosa citando a Peter Handke, reside la emancipación de cada uno de nosotros como lector.

Me llevo las cartas y dibujos. Les digo que la siguiente semana podrán terminarlos y decidiremos qué hacer con ellos. Además, les leeré Ah, pajarita, si yo pudiera de Ana María Machado, con otra protagonista que no sigue órdenes, actúa para vencer el miedo y consigue justicia. Y sucede. Antes de salir grito: “¡Porque vivos se los llevaron!”. Y ellos responden: “¡Vivos los queremos!”

 Fondo de Cultura Económica, Ciudad de México, 2008
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¿Qué es para ti, como mujer, ser…?

¿Qué es para ti, como mujer, ser diseñadora en la UNAM?

Marisol G Martínez Fernández

Diseñadora / DGPFE / UNAM

He vivido entre libros y aulas, el diseño es mi pasión, la docencia mi vocación, los libros son mi vida.  La UNAM ha sido mi casa más de la mitad de mi vida, en ella no solo estudié la profesión que me ha permitido desempeñarme laboralmente, también ha sido la universidad quien me ha permito compartir el conocimiento, en el desarrollo de mi profesión, con colegas del campo y en las aulas. He tenido la gran fortuna de estudiar el diseño en la UNAM, de enseñar el diseño en la UNAM y de desarrollar diseño en, por y para la UNAM. Más allá de ser diseñadora dentro de la Universidad, valoro ser universitaria, desde cualquiera de sus trincheras, lo que es un enorme orgullo, privilegio, pero también un gran compromiso. Esta profesión es de mucha entraña, de mucho espíritu y de mucho amor, sin dudarlo dar lo mejor de mi como profesional en el trabajo es una forma de demostrar mi interés, cariño y valor por la universidad.
Marisol G. Martínez Fernández es diseñadora y comunicadora visual, egresada de la Escuela Nacional de Artes Plásticas, hoy Facultad de Artes y Diseño de la UNAM, en donde estudió la licenciatura de Diseño y Comunicación Visual, perfilándose al área de especialidad editorial. El mundo de los libros le ha abierto las oportunidades laborales, ha trabajado en la industria editorial desde hace 17 años, comenzando en la Subsecretaría de Educación Básica de la SEP, como diseñadora y formadora editorial, posteriormente a cargo del área de diseño y en un par de años involucrándose en la edición de materiales. De 2012 a 2018 coordinó el área editorial de la FAD. Y desde agosto de 2018 coordina el área de comunicación de la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM. Es académica de la UNAM desde 2007, actualmente imparte una asignatura del programa de licenciatura de la FAD.

¿Qué es para ti, como mujer, ser editora en la UNAM?

Patricia Zama Garza

Editora / DGPFE / UNAM

Hace 20 años entré como editora en la DGPFE de la UNAM, donde la mayoría de las personas dedicadas a esta labor somos mujeres; sin embargo, quiero pensar que me contrataron no por ser mujer, sino por mi amor a los libros, mi desempeño responsable y profesional. La lectura para mí es un placer, entonces mi trabajo es muy gratificante, y ejercerlo en una institución educativa como la UNAM ha supuesto el acercamiento a textos no sólo literarios, sino de la amplia gama de ramas del conocimiento que se desarrollan en las facultades, escuelas, centros e institutos de investigación de esta casa de estudios. Ser editora en la UNAM es un privilegio que me honra.

Patricia Zama Garza es editora y licenciada en Ciencias y Técnicas de la Información por la UIA. Como periodista escribió reseñas de libros para el suplemento El Búho de Excélsior, El Ángel de Reforma y la página cultural de El financiero. Como editora independiente participó en el cuidado editorial de libros institucionales. Desde 2002 trabaja como editora en la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial (DGPFE) de la UNAM, donde tiene a su cargo colecciones como Relato Licenciado Vidriera, Discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua, Biblioteca del Editor, Vindictas. Novela y memoria, Hilo de Aracne, Premio de Poesía Joven, algunos títulos de las colecciones Heterodoxos, Banquete y Programa Universitario del Libro de Texto. También realiza el cuidado editorial de proyectos especiales, libros fuera de colección y la Agenda Universitaria.

¿Qué es para ti, como mujer, ser editora en la UNAM?

Rosalía Chavelas Peña

Editora / DGPFE / UNAM

Para mí ser editora en la UNAM es la mejor manera de conocer de primera mano el pensamiento y el sentir universitario, y también de estar al tanto de la actividad cultural de mi país. Ser editora es una tarea en la que cuido la impecabilidad del texto en beneficio de los lectores. Saber que algunos de los libros que he cuidado han obtenido premios me congratula mucho porque esos premios reflejan el trabajo de un gran equipo y no sólo el mío. Publicar un libro es un esfuerzo de muchas personas. Como mujer universitaria trato de hacer lo mejor posible mi trabajo, porque sé que un libro modifica la conciencia y el comportamiento de los lectores. En este caso, honrar a quienes leen con libros bien cuidados es mi cometido. Mi padre fue universitario, estudié en San Ildefonso y en la Facultad de Filosofía y Letras. Mi madre no asistió a la universidad ni nadie en su familia. En mi trabajo trato de hacer lo mejor en agradecimiento a ella.

Rosalía Chavelas Peña es editora, narradora y poeta. Estudió la Licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas en la UNAM y la Maestría en Edición de la UDG. Ha sido jefa del Departamento de Obras Infantiles y Juveniles de la DGP-Conaculta y del Departamento de Asuntos Literarios de la Dirección General de Asuntos Culturales de la SRE; asesora editorial para Ediciones SM y subdirectora de Documentación y Publicaciones en la Coordinación Nacional de Literatura. Ha trabajado como editora en diversas casas editoriales, entre ellas Alfaguara, Artes de México, Fondo de Cultura Económica y Paidós; y como docente de literatura. Fue coordinadora editorial de los suplementos Tiempo de Niños Jardín de Letras, ambos encartes de Los libros tienen la palabra, publicación periódica de la DGP-Conaculta. Desde 2018 trabaja como editora en la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial (DGPFE) de la UNAM.

 

Las hongueras y sus saberes

La Revista de la Universidad de México
https://www.revistadelauniversidad.mx/articles/34a9d280-a416-425a-9805-6ee3f5c7d9d4/las-hongueras-y-sus-saberes
Hongos / DOSSIER / Marzo de 2023
Autora: Carla Cohen

Ellas, a las que llaman hongueras, cargan cubetas con sombrillitas, panalitos, trufas, yemitas, huitlacoche y orejitas para vender por montones en los mercados y los tianguis. Las que vuelven una y otra vez a cocinar hongos asados, en sopa o en tamal. Ellas tienen en común su papel en la preservación y transmisión de saberes, aunque cada una lo hace desde un mundo distinto que se pronuncia a sí mismo con su lengua materna. Por eso en México Amanita muscaria también es conocida como citlal nanácatl en náhuatl, ts’o ongojo en otomí, yuyo de rayo en tzeltal, guerechaca en rarámuri, itaikairi en huichol, tiripiti malo en tarasco y “hongo estrellado”, “hongo loco”, “hongo escamado” o “yema venenosa” en español. Cada nombre es el reflejo de los grupos humanos que han convivido con los bosques, las selvas, los desiertos y sus hongos. Nombrar es trazar senderos dentro de la memoria colectiva que guardan su relación con el hongo que nutre, el que sana, el que abre el camino espiritual, incluso, con el que mata.

 Si se toma en cuenta que el reconocimiento de más de trescientas especies comestibles se ha dado gracias a la transmisión de conocimientos por medio de la experiencia —caminando, identificado los hongos silvestres, aplicando sus usos en la cocina o en la medicina—, entonces esta cifra toma una dimensión distinta; representa la historia que entrelaza a las comunidades humanas con sus antepasados y con la continuidad de su entorno natural.

©Aleph Escobedo, *Claviceps Purpurea (Triptolemo cosechando cornezuelo)*, 2021. Cortesía del artista©Aleph Escobedo, Claviceps Purpurea (Triptolemo cosechando cornezuelo), 2021. Cortesía del artista

Podemos hablar de lazos y tejidos, como los que conforman un cesto o una canasta de fibras de carrizo. Imaginemos que tiene la forma adecuada para colocar dentro cualquier cosa que sea bonita, interesante, útil, sabrosa, transportable. La canasta, en esta ocasión, se llena de hongos de colores, grandes, carnosos, conocidos en náhuatl con el genérico nanácatl (que significa “carnoso”).1 El tejido del recipiente tiene huecos por donde las esporas se escapan para volver al suelo, mientras que la canasta avanza colgada del brazo de quien busca y encuentra lo que el bosque tiene que ofrecer durante la temporada de lluvias. El cesto se vuelve un elemento de reciprocidad con el entorno porque permite la continuidad tan necesaria para la vida. La historia de la recolección no tiene un principio ni un fin determinados, pero sí da cuenta de lo que nos une y nos separa. Entre personas, bosques y lenguajes cada fibra se vuelve indispensable para contener el mundo que habitamos.

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En los años ochenta el musicólogo Louis Sarno grabó la música del pueblo aka, localizado en las selvas del suroccidente de la República Centroafricana, en la cuenca del río Sangha. Una de sus grabaciones se llama “Mujeres recolectando hongos”. Mientras deambulan recolectando hongos, las mujeres cantan entre los sonidos de los animales del bosque, y sus propios pasos se suman a la música. Cada mujer canta una melodía diferente que se va entrelazando con las demás; muchas voces fluyen alrededor de otras, enredándose polifónicamente.2 Es evidente que la recolección es un acto colectivo, en donde ninguna voz opaca a las otras y cada una cuenta su propia historia.

Algo similar sucede en el mercado de los domingos en la plaza central del pueblo de Acaxochitlán, en el estado de Hidalgo, a donde las mujeres llegan desde temprano a vender hongos cuando es temporada de lluvias, y tubérculos, frutas, hierbas y algunas hortalizas cuando es temporada de secas. En el mercado, como en la canción, las voces se entremezclan, se yuxtaponen. Cada una cuenta una historia diferente, así que hay que saber escuchar.

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Entre las voces emerge la de Esther y la escucho con atención. Descubro a una mujer que extiende todo lo que puede sus brazos como hifas fúngicas y entra en contacto con personas que vienen desde lejos. Dice que durante la pandemia les vendía el hongo michoacano (Ganoderma) a unos doctores cubanos. También cuenta cómo cultiva especies locales con la ayuda del etnomicólogo Carlos Briones, que siente bonito tener su propio cultivo, aunque a veces sea difícil que la “semilla germine”. Gran parte de lo que sabe sobre cultivos lo aprendió de su suegro, que le enseñó a crecer setas, y aunque él ya falleció, su conocimiento prevalece. En los últimos años no solo se ha dedicado a recolectar y vender, sino que también ha llevado a muchos grupos micófilos al monte para enseñarles a distinguir los hongos comestibles. Habla de que llegan personas de todas partes, incluso extranjeros a los que les gusta sacar sus libros con fotos para identificar lo que encuentran, y que a veces vienen biólogos universitarios a realizar exámenes muy difíciles. Aunque todo esto sucede simultáneamente, siempre encuentra tiempo para ir con su familia los viernes y sábados a recolectar hongos que vende muy frescos los domingos. Su hijo Juan dice que él no ha aprendido mucho a cocinarlos porque Esther les enseña más a sus hermanas, así que las recetas son una herencia que se transmite de madre a hija.

Cosecha de hongos, 2020. Fotografía de Annie Spratt. UnsplashCosecha de hongos, 2020. Fotografía de Annie Spratt. Unsplash

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Junto al muro del quiosco y sobre el suelo se extiende el puesto de doña Ángela, una mujer mayor que vende lo que tiene: huevos, hierba del sapo, gordolobo, quelites, una gallina, hongo michoacano, hojas de maíz para los tamales y un remedio natural que se toma como agua de tiempo para todo tipo de males. Guarda en bolsitas un montón de hierbas medicinales secas, sabe cómo usarlas y para qué sirven, pero no habla un idioma científico como el que solemos usar en la ciudad. Ella promete curarte y tú debes creerlo, y si no le crees, amablemente te pide con su sonrisa chimuela que uses tu celular y busques las propiedades de sus plantas.

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Las conversaciones del mercado revelan un gusto general por los hongos. A todos les encantan, pero no cualquiera dedica tiempo a su recolección. Algunas señoras dicen que tienen mala suerte porque tardan mucho en encontrar suficientes hongos como para que valga la pena el esfuerzo. Todo el mundo reconoce que es una actividad lenta: se empieza a las seis de la mañana y se termina por la tarde. Para venderlos frescos el domingo hay que buscarlos de viernes a sábado, pero siempre habrá quienes salgan a obtener los sabores de la temporada y sus recompensas. Por lo general, solo las hongueras instalan sus puestos en el mercado y se dedican al comercio; casi no hay hombres dedicados a esto porque sus trabajos en la floricultura, o en lugares lejanos, como alguna ciudad mexicana o los Estados Unidos, les impiden participar. Sus esposas venden para generar ingresos y a veces, con todo y eso, siguen batallando en la economía diaria. Todas ellas recuerdan que fueron sus mamás las que les enseñaron a recolectar hongos, a diferenciarlos para tomar solo los comestibles.

©Aleph Escobedo, *Rito de paso*, de la serie *Esporadas*, 2023. Cortesía del artista©Aleph Escobedo, Rito de paso, de la serie Esporadas, 2023. Cortesía del artista

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Belén cuenta que ella dejó de recolectar porque una vez se intoxicó y ya ni siquiera se atreve a comer hongos silvestres; solo cocina setas y champiñones, imaginando que son como los que comía en su infancia. Pero también hay personas como María Teófila, que en un acto de rebeldía se llevó a casa un hongo (aunque su mamá le advirtió que lo dejara), lo preparó con un guiso muy sabroso y unas horas después empezó a sentir fiebre y mareo. Logró salir de la cama, hacerse un remedio casero con lo que encontró en la cocina y así, poco a poco, sorteó la noche, hasta que en la mañana buscó ayuda. Después de eso no se atrevió a darle pecho a su hijo recién nacido porque temía intoxicarlo también. Todo por no haber escuchado el consejo de su mamá. A pesar de haber vivido en carne propia lo que puede suceder cuando no se logra diferenciar un hongo comestible de uno tóxico, ella sigue saliendo cada año junto con otras mujeres, sus hijos y, a veces, hasta abuelos, a recolectar los deliciosos frutos de las lluvias. Sonríe cuando recuerda la última vez que su hijo llenó una cubeta de yemitas (Amanita gpo. caesarea), las trajo al mercado y en un día ganó cuatrocientos pesos.

***

Detrás de cada voz en el mercado hay muchas historias. Detrás de cada honguera, una familia que es, fue y será junto con los bosques de pino-encino; territorios que están siendo silenciados por la tala clandestina y las amenazas: “aquí ya no vuelvas o te matamos”. Así quedan fuera de alcance algunas especies de hongos y se pierden sus sabores, sus historias y las vidas que sostienen.

Detrás de cada canasta hay un intento por contener un cachito de bosque, memoria y sustento para cuidar a los seres queridos. Entonces vale la pena preguntarse si, como bien ha dicho Silvia Federici, se puede “reencantar el mundo”3 saliendo a buscar hongos, recorriendo los senderos en compañía de otros, haciendo circular los saberes, aprendiendo lenguas que se extinguen apresuradamente, reconociendo los hongos, plantas y flores medicinales, gozando, recuperando nuestras capacidades autónomas para guiarnos, alimentarnos y sostenernos en comunidad, levantando la voz cuando las urgencias de otras especies lo piden.

Hongos, 2019. Fotografía de Angelina Korolchak. Unsplash

Hongos, 2019. Fotografía de Angelina Korolchak. Unsplash

Es una pregunta abierta que da una sensación desestabilizadora, como lo es confiar ciegamente en el remedio natural de doña Ángela (sin necesidad de acudir a la tecnología para confirmar sus propiedades). Hay algo en la lógica científica y capitalista que nos impide creer en la palabra descentralizada; una lógica que bloquea la posibilidad de un pensamiento mágico, poético y místico; una forma de habitar el mundo que se funda en el despojo, la eliminación, la violencia y la explotación.

El reencantamiento del mundo es un tipo de resistencia que propone no perder la autonomía. En ese sentido, las recolectoras de sombrillitas, panalitos, setas y yemitas forman parte, por muchos motivos, de este movimiento. El simple hecho de ir al cerro a buscar hongos es provocativo, porque solo habitan ahí donde sobrevive el entorno natural y su memoria. De igual forma, ir al mercado a comprarlos implica reconocer un sitio común en donde se pueden establecer encuentros de personas que viven en distintos lugares, se comparten saberes, afectos, historias, posibilidades, mundos. Los hongos nos invitan a pensar en relación a, en colaboración con, contaminados por otras formas de vida. No hay que olvidar que sin la habilidad de hacer acuerdos entre sí, las especies morirían. Usar el lenguaje para crear lazos que contengan un mundo donde prevalezcan las historias de vida y no las de destrucción es una tarea indispensable de nuestro presente. Hay que detenerse a escuchar las voces que al principio parecen silentes, descubrir los cantos polifónicos de la vida ahí donde la simultaneidad impide el surgimiento de un líder, un solista, una voz central.

 

Las mujeres detrás de la música en la OFUNAM: conoce su historia

Este mes, en nuestra universidad honramos a las mujeres que hacen música en la Orquesta Filarmónica de la UNAM (OFUNAM). A través de entrevistas con tres de las integrantes más emblemáticas de la orquesta. Nos adentramos un poco en su trabajo y sus vidas artísticas.

Janet Paulus, arpista

Janet Paulus, arpista de la OFUNAM, nos comparte que disfruta mucho tocar en la filarmónica: “Es agradable tocar en una orquesta, porque [como instrumentistas] siempre estamos solos tocando en casa, y el arpa especialmente no se toca con acompañamiento. Poder tocar en conjunto me da muchísima satisfacción”.

También nos platica algunos retos propios de su instrumento. El arpa no se toca con todos los dedos de la mano: los dedos meñiques no tienen la longitud ni la fuerza para tocar. Muchas veces, la música para arpa está escrita como si fuera para piano, lo que da como resultado acordes de diez notas y otras figuras imposibles de tocar.

Janet recuerda, como una de sus experiencias más gratas con la OFUNAM, su presentación como solista con el concierto de Alberto Ginastera para arpa y orquesta, dirigido por Massimo Quarta.

Patricia Hernández, violista

Patricia Hernández es violista en la OFUNAM desde los 23 años. “La OFUNAM es mi forma de vida. Es donde me desarrollé personalmente y profesionalmente. Es como mi segunda casa”.

Patricia comenzó a tocar el violín desde niña, siguiendo los pasos de su padre, que era violinista. “Después de probar con violín, piano y percusiones, decidí que la viola era lo que más me gustaba y a los 15 años ingresé al conservatorio para dedicarme completamente a esto.”

“La viola es como mi voz”, nos cuenta Patricia sobre su instrumento. “Es una viola mexicana, me la construyó Álvaro Escalante, un laudero muy reconocido, y me ha acompañado en la mayoría de mis conciertos”.

Ante la pregunta de qué obra le ha emocionado más, responde que un momento muy estimulante fue haber interpretado la Sinfonía Turangalîla de Olivier Messiaen al frente de la sección de violas.

Alethia Lozano, flautista

La flautista principal de la OFUNAM, Alethia Lozano, tiene una historia muy distinta de su primer encuentro con la música y la orquesta. “Encontré la música clásica por mi cuenta, me la pasaba buscando en esas radios de botones, y de pronto me detenía en las estaciones de música clásica. Le decía a mis papás: ‘¡Qué bonita es la música sin cantar!’”. Al ver su interés, sus padres comenzaron a llevar a la familia a conciertos sinfónicos, específicamente a la Sala Nezahualcóyotl, a escuchar a la OFUNAM. Fue en esta misma sala que Alethia se visualizó por primera vez en el escenario, tocando profesionalmente.

Alethia recuerda un momento que la marcó durante su carrera en la OFUNAM. Estaban de gira en Italia, y los organizadores anfitriones decidieron promocionar a la orquesta como “Orquesta Filarmónica de México UNAM”, para que los espectadores no pensaran que era una orquesta estudiantil. Pero la orquesta fue duramente cuestionada, como si estuvieran negando su pertenencia a la universidad. En ese ambiente, aquella noche presentaron un concierto desde un deseo de refrendar su identidad y su entrega con la UNAM. “Sucedió algo increíble”, recuerda Alethia. “Cuando comenzamos a tocar había algo absolutamente electrizante, un magnetismo. Todos tocamos en nuestro mejor nivel, sentimos una conexión, una energía, una pasión en el escenario. Y se notó en el público, nos dieron una ovación de pie, nos pidieron otra, fue un éxito absoluto. Fue una experiencia maravillosa que nos transformó”.

Alethia Lozano estudió en México, su país natal, Estados Unidos y Francia, países donde también ha ofrecido diversos conciertos. Ha tomado cursos de especialización en Inglaterra, Irlanda, México, Estados Unidos y Francia. Además de ser integrante de la OFUNAM, da clases en la Escuela Superior de Música.

Información destacada
  • Entrevistas con algunas de las integrantes de la OFUNAM
  • Janet Paulus, arpista y su experiencia en la OFUNAM
  • Patricia Hernández, violista desde los 23 años en la OFUNAM
  • La viola como la voz de Patricia Hernández y su viola mexicana
  • Alethia Lozano, flautista principal de la OFUNAM y su historia con la música
Créditos
  • Crédito nota | Música UNAM
  • Crédito fotos | Música UNAM | Paola F. Rodríguez
  • Videos Gente de música, retos y rituales
  • Crédito | Patronato y Sociedad de Amigos de la OFUNAM
  • Video Recitales OFUNAM | Crédito Música UNAM
  • Nota basada en la serie “Gente de música, retos y rituales” disponible en:
  • Patricia Hernández (cápsula 1): https://youtu.be/ZCBpz1G2ywU
  • Janet Paulus (cápsula 3): https://youtu.be/yUM7aMY2pzE
  • Alethia Lozano (cápsula 6): https://youtu.be/vgsWlBWC6VA
  • Recitales OFUNAM:
  • Patricia Hernández (recital núm 11): https://youtu.be/nLu52bRt2_M

Orgullo de la UNAM: egresado se convirtió en topo para salvar vidas en Turquía

David, un joven ilustrador y diseñador gráfico mexicano egresado de la UNAM, ha seguido los pasos de su madre, Juanita Huitrón, la primera mujer topo rescatista de México.

Después de prepararse con expertos de la UNAM, David se convirtió en miembro del grupo de topos, un equipo de rescate especializado en buscar y salvar a personas atrapadas bajo los escombros tras desastres naturales.

En esta ocasión, David y su equipo viajaron a Turquía para ayudar en las labores de rescate tras el fuerte terremoto. En el país, los rescatistas mexicanos fueron recibidos con gran admiración y respeto por su experiencia y habilidades. “Me impresionó que en Turquía fuéramos muy conocidos los rescatistas topos mexicanos y nos trataron como si fuéramos héroes de los Avengers, un trato que en nuestro país nunca nos darán”, compartió David.

La lucha por la vida en medio del caos

David Chávez Huitrón, miembro del Grupo de Rescate Topos BR-19, estaba en Turquía para ayudar en el rescate de las víctimas del sismo ocurrido a principios de febrero. Pero cuando menos lo esperaban, la tierra volvió a temblar. Eran aproximadamente las ocho de la noche cuando la segunda réplica, de magnitud 6.4, sacudió el suelo y dejó a la población en estado de shock.

Relata David, “todo se movió. La gente no podía mantenerse de pie, algunos cayeron de espaldas y los niños de rodillas, muchos se lastimaron”. Además, el estadio que servía como centro de acopio se colapsó parcialmente, lo que generó caos y confusión en las calles.

A pesar de que las autoridades de la Presidencia de la Gestión de Desastres y Emergencias (AFAD) habían anunciado que los grupos de apoyo se retiraran, la nueva réplica obligó a que los rescatistas mexicanos volvieran a la carga. Durante la madrugada, todos los grupos de ayuda, incluidos los cuatro mexicanos de Topos BR-19, se pusieron sus uniformes y subieron nuevamente a los camiones militares para acudir a los sitios de emergencia.

A pesar de las dificultades, los rescatistas del lugar atendieron las heridas de niños y adultos en espinillas, rodillas y manos. “El terror que causó este sismo después del primero era incontrolable”, cuenta David.

Durante su estancia en Turquía, que duró diez días, los mexicanos perdieron la noción del tiempo y la comunicación era muy difícil debido a la falta de electricidad. A pesar de que no encontraron a alguien con vida durante los primeros días en sus trabajos de rescate, apoyaron en la búsqueda de varias personas y brindaron esperanza a los familiares de las víctimas.

Rescatistas utilizan fibroscopios y binomios caninos para salvar vidas en Turquía

Tras el devastador terremoto que sacudió la Ciudad de México el pasado martes, los rescatistas han trabajado incansablemente para salvar a personas atrapadas entre los escombros. En algunos casos, fue posible rescatar los cuerpos, pero en otros fue imposible debido al alto riesgo de colapso de los edificios.

En medio de la búsqueda, los rescatistas han utilizado un dispositivo llamado fibroscopio, un taladro de gran tamaño que perfora agujeros en los pisos para ver si hay personas atrapadas en el interior. Además, han contado con la ayuda de binomios caninos, quienes han sido vitales en la localización de posibles víctimas.

Voluntarios de todo el mundo se han unido a las labores de rescate. Arabia, Brasil, Senegal, Corea, Vietnam, Australia y Pakistán son solo algunos de los países cuyos rescatistas han trabajado codo a codo con los locales en la búsqueda de sobrevivientes. A pesar de la barrera del idioma, todos han trabajado juntos gracias al esfuerzo de los traductores.

Sin embargo, una vez concluidas las labores de rescate, la principal preocupación de la población será saber la fecha en que las autoridades elegirán para derribar los edificios que quedaron en pie pero muy deteriorados.

La ciudadanía continúa con la esperanza de que se encuentren más sobrevivientes y se recuperen más cuerpos. Mientras tanto, los rescatistas continúan trabajando arduamente con binomios caninos y fibroscopios en la búsqueda de posibles víctimas.

Despedida emotiva para los topos mexicanos en Turquía

Aunque David y sus compañeros recibieron muchos obsequios de la ciudad, él no se considera un héroe. Para David, los verdaderos héroes son las personas que arriesgan su vida en un intento por salvar a sus seres queridos y vecinos durante los desastres naturales.

David también destacó la importancia de estar preparados ante la magnitud de los desastres y estar dispuestos a ayudar en la medida de lo posible. Además, el ilustrador mexicano disfrutó de las tradiciones turcas como la deliciosa comida y la hospitalidad de la gente, y tuvo que acostumbrarse a beber grandes cantidades de té.

La experiencia de David en Turquía ha sido enriquecedora y lo ha motivado a seguir ayudando a otros en futuras situaciones de emergencia. Al despedirse del país, los topos mexicanos recibieron una emotiva despedida de los ciudadanos turcos que los agradecieron con aplausos y lágrimas en los ojos.

Ideas destacada
  • Rescatistas mexicanos ayudan en Turquía tras sismo y enfrentan réplicas
  • Binomios caninos y fibroscopios, herramientas vitales en rescate en México
  • Ilustrador mexicano sigue legado de su madre como topo rescatista en Turquía
  • Rescatistas mexicanos son admirados en Turquía y reciben trato de héroes
  • David Chávez Huitrón destaca importancia de preparación ante desastres
  • Tradiciones turcas y hospitalidad de la gente conmueven a topos mexicanos
  • Emotiva despedida a rescatistas mexicanos en Turquía.

¿Cómo explicar fácilmente 4 mil millones de años de evolución?

  • La misión de María Garza-Jinich de hacer la evolución accesible para todos

Charles Darwin sigue siendo una figura fundamental en el mundo de la ciencia, cuyo legado continúa inspirando a investigadores en todo el mundo. Uno de ellos es la exuniversitaria María Garza-Jinich, quien se ha dedicado a explorar la evolución desde una perspectiva más dinámica y accesible.

La evolución, una pasión que María Garza-Jinich quiere compartir con todos

María, quien dedicó gran parte de su carrera a la investigación en ciencias de la computación en el Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas (IIMAS) de la UNAM, siempre se sintió atraída por el tema de la evolución, pero sus obligaciones académicas la mantenían alejada de su pasión. Sin embargo, hace 16 años, decidió dejar atrás su carrera académica y centrarse en su verdadero interés: hacer que la evolución sea más accesible y emocionante para todos.

El libro de divulgación científica de María Garza-Jinich: “Breve historia de cuatro mil millones de años: Entendiendo a Darwin”

“En las escuelas lo ves, pero a lo mucho le dedican dos semanas, y yo realmente nunca logré entender el tema en su totalidad. Ya en mi adultez, me di cuenta de que hay gran cantidad de material sobre la evolución, pero la realidad es que no había uno que lo explicara de forma simple y amena”, comentó María.

María es una apasionada de la evolución y de cómo ésta nos ha llevado a donde estamos hoy en día. Su objetivo es hacer que el tema sea más accesible y menos teórico, de manera que todos puedan entenderlo y disfrutarlo. A través de su trabajo, busca atraer adeptos al tema y fomentar el interés por la ciencia y la investigación.

El libro de María Garza-Jinich es un ejemplo de su dedicación a esta causa. La autora comenta que su libro está dirigido a un público general, ya que es divulgación científica escrita de manera sencilla. En él se tratan cuestiones resultantes de argumentos anatómicos, genéticos, paleontológicos, moleculares y geográficos.

La evolución en la actualidad: ejemplos en el libro de María Garza-Jinich

A lo largo de 14 capítulos, ilustrados con gran calidad, la autora resume cuatro mil millones de años de historia, desde las primeras formas de vida hasta nuestros días, destacando el papel de los científicos en el conocimiento de la evolución.

Garza-Jinich afirma que su intención con este libro es compartir todo lo que ha aprendido sobre la evolución y exponer el mundo desde la óptica de la ciencia, lo que permite explicar el origen de lo que nos rodea y dar una justificación viable sobre dónde venimos.

En uno de los capítulos, la exdocente da varios ejemplos de cómo podemos ver la evolución en la actualidad, como el hecho de que las serpientes de cascabel han dejado de realizar su clásico cascabeleo para evitar ser atrapadas por los humanos, o la población en África que se está haciendo inmune al VIH. También menciona la mutación del virus COVID-19 como un ejemplo más de la evolución presente en la actualidad.

Contra la gordofobia y otras violencias estéticas

Según Miriam Barrón, encargada del área de Museología Crítica del Programa Pedagógico del MUAC, la discriminación hacia las personas gordas es una forma de violencia estética muy común en la sociedad. “Cuando personas gordas van al médico por una gripe, frecuentemente la receta con la que salen indica que deben bajar de peso. Situaciones como esta son una típica violencia estética”, señala Barrón.

El Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) y el Centro de Artes y Oficios Escuelita Emiliano Zapata se unen a las artistas y activistas Fat Alista y Erika Bülle para realizar la Segunda Jornada Supurando Heridas para Habitar Estrías, los días 3 y 4 de marzo. La actividad se llevará a cabo en el marco del Día Mundial contra la Obesidad y busca crear conciencia sobre la gordofobia y sus consecuencias.

La jornada surge como respuesta a la necesidad de abordar estos temas, dar visibilidad a la gordofobia y promover una reflexión colectiva y comunitaria sobre el problema. Fat Alista, una de las organizadoras, explica que la discriminación por gordura es una de las más generalizadas en la sociedad. Además de la atención médica, la gordofobia se presenta en situaciones cotidianas como la falta de ropa de talla adecuada, el bullying laboral y la falta de asientos adecuados en el transporte público.

En este sentido, se hace hincapié en la situación de las mujeres, quienes son las que más sufren las consecuencias de la gordofobia debido a la sociedad heteronormada en la que vivimos. “Todos podemos sufrir violencia estética, pero somos las mujeres quienes tenemos menos permitido habitar una cuerpa gorda con dignidad”, señala Fat Alista.

Actividades

El Centro de Artes y Oficios Escuelita Emiliano Zapata será el escenario del festival Supurando Heridas para Habitar Estrías, un espacio de reflexión y arte en torno a la violencia estética que padecen las infancias y las personas de la tercera edad.

Desde el viernes 3 de marzo, y hasta el sábado 4, la comunidad podrá disfrutar de una amplia variedad de actividades que incluyen talleres, charlas, proyecciones y presentaciones artísticas.

Un espacio para visibilizar la violencia estética

La gordofobia es un fenómeno social que se ha arraigado en nuestra cultura, y que trae consecuencias nefastas para la vida de las personas. Este festival tiene como objetivo crear espacios de empatía, escucha y visibilización para combatir la gordofobia y otras formas de violencia estética.

Un abanico de actividades

El programa del festival es amplio y variado. El primer día, viernes 3, arranca a las 12:30 horas con un taller de bordado feminista guiado por la bordadora e historiadora Galia Hilos. Más tarde, se llevará a cabo el Anecdotario, una activación para compartir experiencias de violencia corporal y emociones con respecto al cuerpo, y la charla Diagnóstico salvaje: violencia y gordofobia en el consultorio médico, a cargo de la activista Alejandra Oyosa.

A las 3 de la tarde se proyectarán los videos de quienes participaron en la convocatoria Cineminutos contra la Gordofobia y Violencia Estética Habitar la piel, lanzada por los organizadores en las semanas previas, y después la drag queen Erick Berumen narrará historias y cuentos para reflexionar sobre la violencia estética. El primer día terminará a las 5 pm con la intervención teatral comunitaria ¿Y yo qué con la gordofobia?, a cargo de Memorias a la Deriva. Laboratorio Interdisciplinario de Artes Aplicadas.

El sábado 4 la jornada comienza desde las 11 de la mañana con una nueva sesión del taller de bordado feminista, y a las 12 se llevará a cabo la Mercada Antiviolencia Estética y Gordofobia, un espacio para comerciar productos libres de prejuicios estéticos, como ropa en tallas XL.

Paralelamente se realizará la actividad Alimentación desde el placer, en la que se cocinarán recetas para tener una alimentación placentera con un presupuesto accesible. A la 1 de la tarde, la psicóloga y activista Fernanda Hernández conducirá la charla Círculo de Gordoridad, y la editora Liz Misterio dará la charla-taller Princesas, chicas mágicas y villanas: devenir heroínas gordas en un mar de representaciones magras.

A las 15 horas Erika Bülle presentará su fanzine Corazonas Rebeldes. Mis primeras herramientas feministas para colorear, para dar paso después a una sesión de Micrófono abierto, en donde los participantes abordarán el tema de la violencia estética por medio de la poesía, el rap, la lectura de cuentos o el relato.

La Segunda Jornada Supurando Heridas para Habitar Estrías terminará con la función de teatro espontáneo El cuerpx que cuenta, a partir de las 19 horas con Memorias a la Deriva.

Empatía, escucha y espacios de visibilización es lo que se necesita de parte de la sociedad para combatir la gordofobia, concluyó Fat Alista. “A lo largo del tiempo se ha pedido que las cuerpas gordas sean ocultadas: es mejor que no se vean, que no se muestren, que no tengan trabajos sobresalientes. Si empezamos por escuchar y visibilizar, vamos a abrir espacios para que puedan tener una vida con dignidad, con oportunidades reales”.

El Centro de Artes y Oficios Escuelita Emiliano Zapata se encuentra en la calle Canacuate 12, Pedregal de Santo Domingo, en la alcaldía Coyoacán.

Información destacada
  • La discriminación hacia las personas gordas es una forma de violencia estética muy común en la sociedad.
  • El Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) y el Centro de Artes y Oficios Escuelita Emiliano Zapata se unen a las artistas y activistas Fat Alista y Erika Bülle para realizar la Segunda Jornada Supurando Heridas para Habitar Estrías, los días 3 y 4 de marzo.
  • La actividad se llevará a cabo en el marco del Día Mundial contra la Obesidad y busca crear conciencia sobre la gordofobia y sus consecuencias.
  • La jornada surge como respuesta a la necesidad de abordar estos temas, dar visibilidad a la gordofobia y promover una reflexión colectiva y comunitaria sobre el problema.
  • La discriminación por gordura es una de las más generalizadas en la sociedad, y se presenta en situaciones cotidianas como la falta de ropa de talla adecuada, el bullying laboral y la falta de asientos adecuados en el transporte público.
  • Se hace hincapié en la situación de las mujeres, quienes son las que más sufren las consecuencias de la gordofobia debido a la sociedad heteronormada en la que vivimos.
  • El festival tiene como objetivo crear espacios de empatía, escucha y visibilización para combatir la gordofobia y otras formas de violencia estética.
  • El programa del festival incluye talleres, charlas, proyecciones y presentaciones artísticas que buscan sensibilizar sobre la gordofobia y sus consecuencias.
  • Empatía, escucha y espacios de visibilización son necesarios para combatir la gordofobia y permitir que las personas puedan tener una vida con dignidad y oportunidades reales.

Danza: disidencia sexual queer, felicidad y más

No te pierdas la oportunidad de experimentar dos increíbles coreografías: Nova y Let’s Dance! en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario.

En Nova, de Víctor Hugo Loaiza, se explora la disidencia sexual queer y cómo el baile puede ayudarnos a encontrar la felicidad. Una provocativa intensidad y sensualidad de cuerpos que se entrelazan, se tocan, se jalonean la ropa.

Let’s Dance!, de Renée de Pedro te llevará a través de una exploración filosófica sobre la felicidad según la filosofía epicúrea. Esta obra minimalista une la filosofía de Epicuro con la cultura pop y se enfoca en cómo cualquier cuerpo puede bailar y acercarse a la felicidad a través del movimiento.

Una exploración de la felicidad a través del baile

Antes de la función de Nova, dos hombres vestidos con ropa deportiva ejercitan sus cuerpos con estiramientos, aeróbics y planchas boca abajo. A medida que la función comienza, los cuerpos de los bailarines comienzan a interactuar entre sí: se entrelazan los brazos, se tocan el rostro y se jalonean la ropa. Luego de un intempestivo enfrentamiento, los bailarines se abrazan, sensualizando la escena con el roce de su piel y menos ropa.

La propuesta estética de Loaiza se basa en dicotomías. En la primera parte, expone el campo de lo cotidiano donde dos cuerpos interactúan sin acompañamiento musical. En la segunda sección, el espectador es testigo de la representación al fondo del escenario de una constelación de estrellas suspendida en un espacio sideral, lo etéreo como huella indescifrable.

La búsqueda de la felicidad a través del amor queer

La coreografía de Nova es una memoria utópica queer y disidencia sexual que explora la energía absorbida de otras personas y cómo nos llenan. La explosión de otra realidad es tan compleja como sencilla. La intensidad de la coreografía se intensifica con la multiplicación de imágenes en cuerpo entero y dos hombres bañados en aceite y diamantina transforman sus cuerpos en relucientes figuras geométricas. Sostienen relaciones socioafectivas y alcanzan lo fantasioso al proyectar horizontes alejados de la normatividad heterosexual.

Let’s Dance!: La felicidad épica de la danza

La tesis de Renée de Pedro explora la relación entre la danza y la felicidad según la filosofía epicúrea. La pieza “Let’s Dance!” es una parte importante de su investigación, ya que muestra cómo cualquier cuerpo puede bailar y acercarse a la felicidad a través del movimiento.

La obra no sigue una narrativa lineal, sino que explora diferentes conceptos filosóficos que apoyan el hedonismo. Cada escena es una exploración de un concepto y cómo puede aplicarse a la vida cotidiana. El final de la pieza se enfoca en la máxima de la filosofía de Epicuro, la ataraxia. De Pedro utiliza la ficción para llevar al espectador en un juego que se expande hacia el cosmos.

La propuesta minimalista de De Pedro une dos mundos: la filosofía de Epicuro y la cultura pop con la que creció. Para comenzar “Let’s Dance!”, la coreógrafa invita al público a subir al escenario y formar un círculo amplio. Todos son bienvenidos para interpretar lo que verán a continuación. Nueve bailarines, cinco hombres y cuatro mujeres, visten ropa de calle y realizan una danza subjetiva, basada en los propios sujetos en la escena. Nada se oculta.

En el escenario, un grupo de amigos experimentan diferentes placeres en un espacio verde construido con plantas de diferentes tamaños sembradas en macetas. La danza es azarosa y muy libre, entre silencios y sonoridades reveladoras de canciones de David Bowie, The Ramones, Lou Reed y, en contraste, Roberto Carlos. El hedonismo sin prejuicios que todo lo mezcla.

En “Let’s Dance!” se intercalan elementos performativos con la música de los planetas en un todo armonioso. De Pedro se mantiene fiel a la propuesta de la filosofía epicúrea: el goce como disfrute de la vida, como una práctica consciente que ahuyenta los miedos a los dioses, a la muerte y al destino.

La obra se presenta los días 3, 4 y 5 de marzo en la Sala Miguel Covarrubias, con funciones el viernes a las 20 horas, el sábado a las 7 pm y el domingo a las 6 de la tarde.

Información destacada:
  • Dos obras de danza, Nova de Víctor Hugo Loaiza y Let’s Dance! de Renée de Pedro, se presentarán en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario.
  • La coreografía de Nova explora la felicidad a través del baile y la disidencia sexual queer.
  • La obra de Nova muestra la interacción de dos cuerpos en un ambiente cotidiano y la representación de una constelación de estrellas en un espacio sideral.
  • Let’s Dance! de Renée de Pedro explora la relación entre la danza y la felicidad según la filosofía epicúrea.
  • La obra Let’s Dance! no sigue una narrativa lineal, sino que explora diferentes conceptos filosóficos que apoyan el hedonismo.
  • La danza en Let’s Dance! es azarosa y muy libre, entre silencios y sonoridades reveladoras de canciones de David Bowie, The Ramones, Lou Reed y Roberto Carlos.
  • En Let’s Dance! se intercalan elementos performativos con la música de los planetas en un todo armonioso.
  • La obra de Renée de Pedro se presenta los días 3, 4 y 5 de marzo en la Sala Miguel Covarrubias, con funciones el viernes a las 20 horas, el sábado a las 7 pm y el domingo a las 6 de la tarde.
  • La convocatoria Reinventar la escena de Danza UNAM está dando lugar a una interesante exploración del baile como forma de expresión y conexión.

REGRESA LA FERIA DEL LIBRO DE MINERÍA DE MANERA PRESENCIAL

Inauguración de la 44 Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería

Danza butoh, chamanismo y la física cuántica se fusionan en una experiencia única

El bailarín y coreógrafo hidalguense, Carlos Cruz, ha desarrollado una danza única que va más allá de lo que se considera convencional. Aunque su formación se basa en la danza butoh, Cruz también incorpora conceptos de la física cuántica y búsquedas espirituales de raíz chamánica, como la apertura de modos de percepción a través de plantas de poder como la ayahuasca, el peyote o los hongos.

Según Cruz, su danza es capaz de transmitir energías sutiles y de comunicarlas a niveles que van más allá de la experiencia sensorial común. De hecho, ha tenido experiencias donde su danza ha modificado de algún modo las vibraciones de la mente y el cuerpo de los espectadores, permitiendo que incluso aquellos privados de la vista o el oído puedan percibir imágenes al estar cerca de sus movimientos.

En su nueva serie de tres obras, “Paisajes en exilio. Holografías escénicas para elevar los espíritus”, que se presenta del 17 al 19 de febrero en el Ciclo de Danza Butoh del Museo Universitario del Chopo, Cruz explora el paradigma holográfico de la física cuántica y lo aplica a la escena. Las tres piezas integran un códice en movimiento: tres hologramas escénicos que generan atmósferas y sensaciones.

Para Cruz, la palabra “holografía” no sólo es un sistema de organización, sino también una formación a la que llama “códice en movimiento”, tomando la idea de los códices prehispánicos que ofrecen una posible lectura de escenas rituales, ceremonias o información contenida.

Según el artista, el público puede descifrar esos símbolos y acceder a la información que es trasladada al cuerpo y es emitida desde éste a través de una serie de imágenes y acciones, lo que va conformando una lectura oracular.

Cruz ha creado un estilo de danza que va más allá de lo convencional. Para Cruz, el cuerpo en estado de danza es capaz de generar visiones, convirtiéndose en un canal de energías y generador de visiones comparable con la idea del nahual.

Según explica Cruz, la idea de nahualizar la presencia escénica implica ser movido por otras energías invisibles y primitivas presentes en la vida cotidiana, pero que la cotidianidad va cubriendo. Al configurar estas energías desde el cuerpo, se abre la posibilidad de descargar su información en el momento.

Cruz se ha especializado en el movimiento artístico japonés Ankoku Butoh y su creación ha sido influenciada por maestros de varios países, incluyendo México, Alemania, Cuba, Francia, Japón, Canadá, Bélgica, Inglaterra y Hungría. Las piezas que presentará en el Foro del Dinosaurio son procesos en los que ha trabajado durante los últimos ocho años.

La primera pieza que presentará, Achila. El exilio de los dioses niños, es una narración sobre los antiguos ancestros de la humanidad, que habla de la sacralidad del mundo y de la existencia. Aborda la crisis migratoria global de la actualidad, que incluye a la infancia, y defiende el derecho al libre tránsito, a la vez que cuestiona la relación de los individuos con el cosmos.

La segunda obra, Paisajes más allá de la muerte: Holografía escénica para elevar el espíritu, aborda la caminata de los individuos hacia la muerte y se inspira en Descripción de un estado físico, de Antonin Artaud, y Descripción de un cuadro, de Heiner Müller, la poesía mesoamericana y sus cuestionamientos sobre el tema de la trascendencia.

La última pieza, Semillas, rinde homenaje a las personas desaparecidas en México y plantea la posibilidad de un encuentro, como un intento por recuperar por fragmentos el cuerpo mutilado.

La danza de Carlos Cruz no sólo es un espectáculo visual y auditivo, sino también una experiencia sensorial y espiritual. Con su nuevo proyecto, Cruz invita al público a explorar nuevos modos de percepción y a descubrir la información contenida en los símbolos y acciones de sus hologramas escénicos. Es un viaje a través del tiempo, del espacio y de la muerte. Las obras presentadas en el Foro del Dinosaurio son un reflejo del talento y la creatividad de uno de los coreógrafos más innovadores de la actualidad.

Resistir al derrotismo ideológico

Nota original de: GOOOYA
https://puedjs.unam.mx/goooya/resistir-al-derrotismo-ideologico/
Autor: Rodrigo Chávez/Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
Ilustración: Eduardo Morales Arellano/ Escuela Nacional Preparatoria Plantel 9
Número 8 / ENERO – MARZO 2023

Si luchamos contra la conquista ideológica,
el que está condenado a un inevitable
apocalipsis es el capitalismo

Gramsci advertía que la cultura era un terreno en disputa; es decir, en y a través de la cultura podemos implementar mensajes, ideas y todo aquello que pueda servir a los intereses de quienes emanan estos productos culturales, como les llaman los teatreros. Mucho después, cuando Fukuyama decretó el fin de la historia, asumimos que no había más peleas por un mundo mejor, por caminos distintos, que todo era como es y como estaba dado. “Abandonad toda esperanza el que ose entrar”, se leía en el dantesco retablo de bienvenida al siglo XXI.

Fukuyama veía en 1992 el fin de la historia por la caída del bloque socialista en el mundo; transitar políticamente a un mundo unipolar, dominado por el capitalismo y el capricho imperialista del mismo, llevó a Francis a aseverar que no había más opciones, que a partir de ahí estábamos condenados. La resistencia ha caído.

Sin embargo, a la distancia de Fukuyama encontramos algo distinto, no es que el capitalismo no sea aplastantemente el sistema hegemónico y dominante (sería cuando menos ingenuo negarlo) pero aún podemos acompañar a Gramsci en su análisis por los productos culturales. Si el capitalismo ha borrado todo tipo de resistencia y es el único y gran vencedor, ¿contra quién pelea culturalmente? La industria cinematográfica de Hollywood ha transitado por momentos distintos en su desarrollo como instrumento ideológico.

De la condena de las dictaduras con Chaplin, al esplendor y la felicidad del capitalismo en la guerra fría, pasando por las épicas militaristas que buscaban reclutar jóvenes para la guerra, hasta el periodo del absurdo en los 90´s cuando todos hacían comedias vacías sobre la increíble vida de consumo, la felicidad de los niños y el desarrollo empresarial. ¿Cómo pasamos de ese esplendor de los 90’s a asumir la inevitabilidad de las distopías? ¿En qué momento es que la industria supo que había entrado de nuevo en disputa?

La respuesta más certera sería 2008, cuando la burbuja inmobiliaria hizo crack y cimbró no solo la bolsa de valores estadounidenses sino la economía global completa. Por unos momentos vimos los riesgos de una economía globalizada y dependiente en su totalidad de un solo rector global. Desde 2008 y este movimiento que los economistas llaman “natural”, hemos visto en el mundo resurgir resistencias anticapitalistas. Solo dos años después del estallido de la burbuja se produjo la primavera árabe, una serie de revoluciones sociales que buscaban una alternativa a la profunda desigualdad y a los problemas financieros.

La avanzada de gobiernos progresistas en Latinoamérica estaba en su auge para el punto de tensión, las posibilidades de apostar por un Estado de bienestar que buscaba reformar los medios del capitalismo y con ello darle paso a una posibilidad, a futuro, distinta al capital y su acumulación. Toda esta convulsión, demostró que Fukuyama había errado el análisis, la historia estaba más viva que nunca y la lucha entre visiones era irrenunciable.

Estos estallidos tuvieron periodos bastante breves de esplendor y después, por la razón o por la fuerza fueron transitando a formas menos incómodas para el poder hegemónico, pero el daño ya estaba hecho, el camino se mostró y las mechas de la historia arden aun cuando parezcan apaciguadas. Los grandes capitales y los Estados dominantes lo saben. Es por eso que necesitaron hacer uso de su propaganda y sus medios de comunicación (y control) masivos para apagar el fuego aunque costara mucho tiempo.

¿Cómo borramos la esperanza de cambio de las personas? Bueno, desde entonces la respuesta pareció muy lógica: “quitémosles toda esperanza”. Si una persona no tiene el más mínimo resquicio de posibilidades a futuro es muy probable que no esté interesada en formar un cambio, ¿de qué serviría si igual no va a haber futuro? Y entonces, por ahí de 2012 comenzamos a ver con más fuerza las películas catastrofistas sobre la inevitabilidad de un futuro distópico. Aprovechando a su vez para responsabilizarnos como individuos de que esto suceda, porque si además de quitarnos la esperanza nos implantan culpa, ¿quién va a hacer la revolución?

Todas estas series sobre zombis, explosiones nucleares, enfermedades incontrolables y muertes súbitas son una forma de recordarnos que intentar cambiar algo es absurdo, que el colapso ambiental es inevitable y que uno mismo es el responsable de todo eso y de lo que surja porque como uno es mal consumidor, uno obliga a las pobres empresas a ser depredadoras.

Puede que sea utópico creer que podemos hacerlo distinto, puede que uno se ponga a soñar muy arriba cuando escucha cómo ya en el 94, desde el sur de Chiapas se emanaba que “otro mundo es posible”, un mundo en donde quepan muchos mundos, una manera distinta de hacer y de ser. La vida digna y en armonía es posible, claro que lo es pero no siguiendo la narrativa de acumulación del capital. No estamos condenados al apocalipsis pero quizá el capitalismo sabe que él sí está condenado a una inevitable muerte a manos de quienes no estamos dispuestos a inmovilizarnos hasta morir de pena y congoja.

Resistir al derrotismo ideológico es, probablemente, uno de los pasos más difíciles en la batalla por la vida. Resistir al derrotismo ideológico es, al mismo tiempo, pelear contra todo lo que de afuera nos ataca como con todo lo que ya hemos llevado dentro de nuestra cabeza, es rompernos en mil pedazos para con ello imaginar y tratar de materializar algo distinto. Les invito a pensar el futuro no como una inevitable catástrofe sino como un anhelado triunfo de la vida y la dignidad.

“Pedaléalee”: una nueva experiencia de creación literaria

  • ¡Nuevo Taller “Pedaléalee. Letras en bicicleta” forma a jóvenes universitarios en literatura y escritura!

La Dirección de Literatura y Fomento a la Lectura (DLFL) concluyó el Primer Taller “Pedaléalee. Letras en bicicleta”, un curso único que explora la relación entre la bicicleta, la literatura y la escritura. Con la dirección de Anel Pérez Martínez, el taller fue impartido en formato híbrido del 16 de enero al 3 de febrero, con 21 jóvenes universitarios egresados.

Los textos elaborados por los participantes serán publicados en la revista digital Punto en Línea de la UNAM, incluyendo géneros variados como ensayo, manuales y autobiografías.

Aranzazú Blázquez, una de las asistentes al taller, y también editora de la revista Punto de Partida de la DLFL, enfatizó: “todos encontramos en las dos ruedas mucha libertad y alegría, mucha solidaridad con otras personas; somos muy distintos, pero eso nos une. La bici es algo que te hace pensar mientras ruedas, te conectas al mundo exterior, pero también contigo mismo. Es como una experiencia reflexiva de una u otra manera, tanto literariamente como académica es una fuente de inspiración”.

Entre los módulos impartidos en el taller se encuentran:

  1. “Por las veredas del manual de ciclismo”
  2. “La hibridez genérica en escrituras ciclistas”
  3. “Juego e imaginación. La bicicleta en la ficción”
  4. “Moverse en bici. La refundación de la ciudad”
  5. “Pedalear, escribir”. La responsable de “Pedaléalee”

La escritora, periodista y docente Lucía Navarrete Turrent, señala que la combinación de lectura y pedalear provoca un “punto de encuentro interesante” que puede fomentar la escritura y la creación.

La última sesión del taller tuvo lugar en el salón “Miguel Ángel Herrera” de la Casita de las Ciencias de UNIVERSUM, donde se entregaron reconocimientos a los participantes.

La organización contó con la colaboración de la Escuela de Escritura, la Secretaría de Prevención, Atención y Seguridad Universitaria, la Dirección General de Servicios Generales y Movilidad, el programa Bicipuma y el organismo educativo “17, Instituto de Estudios Críticos”.

La UNAM cuenta con ocho kilómetros de ciclopistas en Ciudad Universitaria, y en 2022 las bicicletas recorrieron, en conjunto, dos millones 65 mil 980 kilómetros, equivalentes a 52 vueltas a la Tierra y haber impedido la emisión de 620 toneladas de dióxido de carbono.

¡Celebramos a los egresados del Taller “Pedaléalee. Letras en bicicleta” y sus logros en literatura y escritura!

La ciencia devela los misterios del color en el arte

En la película Las alas del deseo, de Wim Wenders, los ángeles pueden escuchar los pensamientos de la gente cual murmullos, sin embargo sólo ven en blanco y negro, mientras que las personas de carne y hueso son incapaces de oír la mente del otro, pero a cambio sus ojos perciben todas las tonalidades. Para observar eso que se le escapa por su condición celestial, el protagonista del filme —un ángel llamado Damiel— decide volverse hombre para así mirar, como nunca hizo antes, el mundo a color.

Para Abraham Villavicencio García, profesor en la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM y curador en jefe del Museo Franz Mayer, no es casual que el cineasta alemán eligiera nuestra capacidad de percibir colores como aquello que nos hace humanos, pues nuestra fascinación por ellos revela mucho —“quizá demasiado”— de nosotros mismos y nuestra cultura: desde por qué disminuimos la velocidad ante un semáforo, nos embelesamos frente a un cielo iluminado por fuegos artificiales o creemos que el verde, blanco y rojo, cuando van uno al lado del otro, significan identidad nacional.

“Los colores son una vía sensible que nos vincula al mundo y les hemos adjudicado valores ideológicos, religiosos e incluso devociones, vicios y virtudes. Pero en lo tocante al arte nos dicen mucho más, pues los pigmentos usados en un cuadro nos hablan no sólo de buen o mal gusto, o de un complejo entramado de intercambios económicos y culturales (como cuando los elementos con que los elaboraban eran exportados de sitios remotos y de difícil acceso), sino del espíritu de una época, por lo que los podemos usar, también, como marcadores cronológicos”.

Para dar voz a estas historias el Museo Franz Mayer, junto con los institutos de Física e Investigaciones Estéticas de la UNAM (a través del Laboratorio Nacional de Ciencias para la Investigación y la Conservación del Patrimonio Cultural, el LANCIC), analizaron los materiales presentes en 68 piezas creadas entre el siglo XVI e inicios del XX, todo ello con técnicas no invasivas, personal especializado y aparatos de última generación.

De esta manera fue posible revelar los relatos ocultos en los pigmentos de las obras integrantes de la muestra Los secretos del color, que permanecerá abierta hasta la última semana de febrero en el edificio que alguna vez fuera el Hospital de San Juan de Dios, ubicado frente a la Alameda Central.

A decir del escritor francés Michel Pastoureau, una de las personas que más ha indagado sobre el tema, “las historias del color —las pocas que hay— se limitan a los periodos más recientes y a asuntos artísticos. La historia de la pintura es una cosa y la de los colores otra, y juntas son mucho más vastas”.

Abraham Villavicencio es de una opinión parecida y por ello destaca que la muestra no se circunscribe a autores y técnicas artísticas, pues recorrerla es una invitación a reflexionar sobre por qué ciertos tonos exaltan determinados sentimientos, o a descubrir cómo se estructuraban las relaciones económicas y comerciales mucho tiempo atrás.

“Tomemos el ejemplo de la grana cochinilla, un pigmento local extraído de un insecto, el Dactylopius coccus, que crece en los nopales y del cual se obtenía un rojo carmín tan intenso como no se había visto en Europa y Asia, al menos hasta el siglo XVI. Fue el segundo producto que Nueva España exportó al mundo y muy rápido se volvió parte importante de los ingresos económicos que mantenían fuerte a la Corona Española”.

Dividida en cinco módulos (blanco y negro, verde, dorado, rojo y azul), la muestra ofrece un acercamiento novedoso a obras de las que parecía haberse dicho todo. Y es que gracias a los análisis efectuados podemos ser un poco como el ángel de la cinta de Wenders y posarnos ante objetos que creíamos conocer de siempre para, a partir de una nueva conciencia de los colores, observarlos con nuevos ojos, como no habíamos hecho jamás.

Bajo el microscopio

La idea de usar la ciencia para entender mejor lo artístico no es nueva, ya a inicios del siglo XIX Goethe escribía: “Finalmente entendí que a los colores, como fenómenos físicos, había que encararlos primero por el lado de la naturaleza si, con respecto al arte, se quería poner algo en claro sobre ellos”.

La profesora Elsa Arroyo, del Laboratorio de Diagnóstico de Obras de Arte (sede del LANCIC ubicada en el Instituto de Investigaciones Estéticas) fue una de las responsables de los análisis realizados a la colección del Franz Mayer. Para ella, el acercamiento entre científicos e historiadores del arte —ya propuesto por Goethe, pero que en la práctica resultaba escaso— está generando una revolución en lo que a este tipo de estudios se refiere.

A fin de analizar las piezas del museo los especialistas aplicaron, in situ, una batería de métodos que fueron del registro fotográfico a la reflectografía infrarroja (para conocer su estructura y estratigrafía), y tomaron muestras a ocho objetos (tan pequeñas como la cabeza de un alfiler) para llevarlas al laboratorio y determinar su naturaleza físico-química.

Estos trabajos dieron pie a una serie de descubrimientos sorprendentes, añade Abraham Villavicencio, quien destaca lo hallado en la obra La ceremonia de recepción del duque de Anjou en la Orden del Espíritu Santo, cuadro perteneciente a la colección Franz Mayer y muy parecido a otro que se encuentra en el Museo de las Bellas Artes de Grenoble, pintado en 1665 por Philippe de Champaigne bajo encargo de Luis XIV, el famoso Rey Sol.

“Las obras son tan semejantes que sospechábamos que la nuestra era una copia de la que se encuentra en Francia. Sin embargo, los análisis del LANCIC arrojaron que los cuellos de los personajes fueron coloreados con lapislázuli, un pigmento mucho más caro que el oro y que, además, era el sello de Champaigne cuando pintaba algún encargo para la realeza”.

Esta revelación —añade— es notable porque le da un sustento bastante sólido a la teoría de que la obra en resguardo del Franz Mayer es un modelli, es decir, el boceto presentado por el pintor flamenco a Luis XIV para ganar la comisión del cuadro en gran formato que hoy está en Grenoble. “Con base en esto nos hemos replanteado lo que sabemos de dicha pintura y hoy la consideramos una de las piezas maestras de nuestro acervo”.

Para la profesora Arroyo esto es sólo un ejemplo de lo que se puede lograr cuando se aborda el arte desde una óptica científica. “El estudio de la materialidad se ha constituido, por méritos propios, como un área con un enorme potencial para aportar información cuando hay pocos datos sobre una obra, cuando no conocemos quién la pinta ni de dónde viene. Trabajar en este campo es muy interesante porque es el objeto mismo el que ofrece respuestas a las preguntas que plantea la misma investigación”.

Día de la Candelaria: inicio del calendario mesoamericano

En diferentes lugares del mundo, sobre todo en México y el resto de Latinoamérica, el día de la Candelaria se celebra el 2 de febrero. Tal fecha coincide con observaciones astronómicas que desde la época del esplendor teotihuacano (año 400) –e incluso después de la llegada de los españoles a América en el siglo XVI– se efectuaban en el altiplano central de México y que coincidían con el inicio del año mesoamericano.

Este hecho hizo que Daniel Flores Gutiérrez, investigador del Instituto de Astronomía de la UNAM, se interesara en saber si en Teotihuacan había algún referente de observación astronómica, particularmente del Sol, ya que es el regidor de los calendarios en el mundo (el ciclo que describe la Tierra alrededor de él dura 365 días con una fracción de 0.2422 de día).

Después de experimentar con varias hipótesis, llegó a un montículo situado a un kilómetro al oeste de la pirámide del Sol. Conocido por las personas mayores como El Cerrito, desde él se ve la Ciudadela, las pirámides de la Luna y del Sol, y parte de la Calzada de los Muertos.

“El punto crucial del asunto radica en que desde ese montículo se marcan dos direcciones: una hacia la escalinata de la pirámide del Sol y la otra hacia donde el 12 de febrero de 2009 capté en fotografía la salida del Sol, esto es, entre el punto donde convergen el perfil de la pirámide y el horizonte natural dado por la orografía del lugar”, dice el astrónomo universitario.

Al continuar con su proyecto de investigación, Flores Gutiérrez estableció que el 2 de febrero correspondía al 12 del mismo mes pero del calendario juliano, dada la modificación por la instauración del Calendario Gregoriano. Aunque la fecha de la fiesta religiosa se mantuvo el 2 de febrero, suceso astronómico en Teotihuacan se cambió al 12 de febrero.

“De modo que contamos con un referente astronómico que se originó en la tradición astronómica teotihuacana y sigue vigente. En esencia, ése es el fundamento de esas observaciones astronómicas y de la celebración del 2 de febrero o día de la Candelaria.”

Elementos arquitectónicos

Se tiene la certeza de que en diversas ciudades mesoamericanas fueron creados distintos elementos arquitectónicos desde donde se observaba la salida del Sol en la orientación que se da el 2 de febrero. En opinión de Flores Gutiérrez, esa práctica astronómica no era producto de la casualidad, sino del intelecto humano.

“La orientación de Teotihuacán se ubica en los 15-16 grados al este del Norte geográfico. Esta orientación se proyectó para insertarse en el suceso solar universal, es decir, en la posición del Sol en la bóveda celeste que puede observarse desde cualquier punto del planeta. De manera que el suceso del 12 de febrero se repite entre el 29 de octubre y el 4 de noviembre, y entre el 6 y el 12 de febrero. Hay una lectura simétrica en la puesta del Sol”, indica.

Del otro lado de la pirámide del Sol hay otro montículo desde el cual puede contemplarse el ocaso sobre dicha pirámide, pero esto sucede hacia el 30 de abril y el 13 de agosto. En ambas fechas, la posición del Sol en la bóveda celeste puede observarse en todo el mundo; notemos que la fecha 13 de agosto ha sido señalada como fecha conmemorativa del inicio de la cuenta larga maya, que también queda asociada al 12 de febrero.

“Aún más: esta orientación de 15 grados corresponde al ángulo azimutal de 105-106 grados hacia el horizonte este, o bien de 285-286 grados hacia el poniente, señala el lugar del orto y el ocaso respectivamente. Es una línea de referencia que se da en cualquier edificio orientado así. Si alguien se ubica en ese montículo y voltea hacia el oriente, verá la salida del Sol y, en sentido contrario, su puesta también en las fechas aproximadas 29 de abril y 13 de agosto”, apunta el astrónomo.

Lo anterior es parte del hallazgo astronómico de Flores Gutiérrez, aunque por el momento no se sabe qué herramienta matemática y astronómica utilizaron los antiguos mexicanos para orientar los edificios de tal manera que pudieran observar esos sucesos astronómicos.

Conocimiento aplicado

En cuanto a si las observaciones astronómicas mesoamericanas repercutieron en la organización social, religiosa y política de la época, Flores Gutiérrez considera que, por ahora, es sencillo afirmarlo.

“Es como decir que actualmente exista alguna relación entre la investigación astronómica actual en México y el devenir de los fenómenos sociales. La investigación astronómica consiste en entender los sucesos que ocurren en la bóveda celeste. En el pasado fue igual. Había personas dedicadas a la observación y comprensión de la bóveda celeste. Las observaciones astronómicas y el establecimiento de métodos para contar días condujeron a la creación de los calendarios. Y este conocimiento fue aplicado y utilizado para regir la vida social, religiosa y política”, comenta.

No obstante, el punto de vista astronómico era ajeno a las indicaciones o señalamientos para llevar a cabo tal o cual invasión o guerra, porque el estudio y la comprensión del movimiento de la bóveda celeste y sus objetos, así como de los fenómenos celestes, requieren una atención específica que nada tiene que ver con el comportamiento o el control político de las sociedades humanas.

Por cierto, los códices Dresde y Borgia son los documentos prehispánicos más importantes desde el punto de vista astronómico. En ellos se consignan los datos del movimiento de objetos astronómicos observados por los antiguos mexicanos. Conforman un compendio de saberes astronómicos en los que se vislumbran representaciones de algunas deidades o personajes.

“Se puede decir que la aplicación del conocimiento de los ciclos solares, lunares o planetarios para regir la vida social, religiosa y política de las comunidades no dependió del astrónomo, sino de la necesidad de los grupos sociales en conocer la temporalidad de los eventos ocurridos, o los planeados.”

Astronomía y agricultura

Se ha encontrado una relación entre las observaciones astronómicas y las labores agrícolas. En el caso del 2 de febrero, el inicio del año mesoamericano, se infiere que entonces era la época de la preparación de la tierra para la siembra. Algunos arqueólogos consideran que los surcos de las parcelas estaban orientados de acuerdo con la orientación de Teotihuacán.

“No se debe olvidar que, entre el 6 y el 12 de febrero, el Sol surge del horizonte con la dirección acimutal de 106 grados, aproximadamente”, señala el astrónomo.

Cabría mencionar una experiencia extraída del trabajo arqueológico y etnográfico. Fue registrada hace más de cuatro décadas por el arqueólogo Carlos Navarrete en Lagunas de Montebello, Chiapas, y se relaciona con la observación de la constelación de Orión. Don Teódolo Juvenal, de 71 años, integrante de un grupo de tojolabales, aprendió de sus mayores a ver el cielo y explicaba que por las noches miraba la citada constelación, de la que desconocía su nombre, pero a la que identificaba como “Nuestra parcela”.

“Ese modo de mirar la constelación de Orión marcaba un modo de sembrar. Don Teódolo decía que tanto el cinturón como la espada de Orión mostraban cómo había que proceder durante la siembra. El cinturón indicaba los tres golpes de coa que había que dar para abrir tres hoyos en la tierra y colocar en ellos las semillas de maíz. Después decía que debía seguir la siembra de frijol a ‘media distancia’, con los golpes de coa en la dirección de la espada. Esta cita etnográfica da una idea de la relación entre la observación de los grupos de estrellas y los ciclos agrícolas. Obviamente, había variaciones, dependiendo de la ubicación de los lugares de siembra, lo cual podemos constatar en otros registros etnográficos de hace cuatro décadas, como los de Bárbara Tedlock en Guatemala”, explica Flores Gutiérrez.

En el Códice Madrid aparece un dibujo que representa a un astrónomo observando las estrellas; asimismo, en el Códice Mendoza se describe la entronización de un joven (no se sabe exactamente de qué se trata) y se ve a un astrónomo mirando las estrellas y tal vez indicando, mediante el lenguaje de los códices, que llegó la “hora de la celebración”, porque probablemente se seguían ciertas normas para marcar el inicio y el final de los ciclos de festividades.

Todo esto forma parte de las tradiciones sociales de las comunidades, lo cual permite ver cómo la ideología de cada grupo humano adecua el saber astronómico a sus necesidades sociales. El astrónomo podía determinar hasta cierto grado el momento en que ocurrirían los sucesos astronómicos de interés para su comunidad.

“Mi acercamiento al fenómeno astronómico del 2 de febrero contribuye a comprender mejor la actividad científica antigua, como se resume en los códices mencionados, y a enriquecer la información del desarrollo cultural mesoamericano y, en general, de América”, concluye el astrónomo.

Fiestas romanas y prehispánicas confluyen en el Día de la Candelaria

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Nota original de: Fiestas romanas y prehispánicas confluyen en el Día de la Candelaria
Autora de la nota: Guadalupe Lugo García
Fecha de publicación: 31 de enero de 2021
https://www.gaceta.unam.mx/fiestas-romanas-y-prehispanicas-confluyen-en-el-dia-de-la-candelaria/

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  • Se celebra el 2 de febrero
  • Los pueblos originarios tenían la costumbre de ofrecer tamales en una festividad denominada Huauhquiltamalqualitztli

En México y en otros países católicos, el 2 de febrero se celebra el Día de la Candelaria, una fiesta popular de carácter religioso y cultural. En nuestro país responde a la tradición católica y tiene elementos de origen prehispánico, que se traducen en el consumo de tamales.

La festividad se relaciona con el Día de los Reyes Magos (6 de enero), fecha en la cual se parte la rosca y quienes encuentran en el pan al niño se encargan de ofrecer ese alimento.

Lo anterior, de acuerdo con Gisela von Wobeser, investigadora emérita del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH), quien asegura que se trata de una de las fiestas populares más importantes del catolicismo. Es festejada por toda la cristiandad, tanto en Oriente como en la Iglesia Romana de Occidente, y en ella convergen tres grandes motivos: el recuerdo del pasaje bíblico de la presentación del niño Dios en el Templo de Jerusalén, que ocurre 40 días después de su nacimiento, acontecido el 24 de diciembre; la purificación de la Virgen María después del parto y la veneración de esta última, en su advocación de Virgen de la Candelaria.

La especialista en historia colonial explica que el vocablo candelaria proviene de candela, cuya definición es vela, por tanto, su connotación está asociada a la luz, la cual dentro del cristianismo tiene un significado simbólico importante: “Siempre se le ha asociado al cielo, a lo divino. Por lo que en el arte plástico a los santos se les representa con una aureola de luz”.

En la actualidad estas costumbres tienen gran significado en la vertiente religiosa. En México una cantidad importante de personas practican la religión católica, incluso hay quienes, sin ser asiduos asistentes a misa, comparten creencias religiosas y, por ende, le atribuyen al niño Dios bendecido el 2 de febrero ciertas características milagrosas de consuelo.

Además, “muchas de nuestras festividades tienen un ingrediente costumbrista y muchos, sin ser creyentes, comparten aquellas fiestas tradicionales como la Navidad, el Día de Muertos y, por supuesto, la Candelaria”.

La autora del libro Orígenes del culto a nuestra señora de Guadalupe, 1521-1688, recuerda que este festejo se inició en la Iglesia Oriental con el nombre del Encuentro y se extendió a Occidente, “como muchas de nuestras celebraciones y cultos católicos, y se fusionó en el siglo VI con la fiesta romana de las Lupercales (antigua festividad pastoral que se celebraba para evitar los malos espíritus, purificar la ciudad, liberar la salud y la fertilidad), donde se hacía una procesión con candelas”.

La advocación de la Virgen María como Nuestra Señora de la Candelaria surgió en Tenerife, Islas Canarias, donde, según la leyenda, en 1392, cien años antes del descubrimiento de América, unos pastores encontraron en el campo la figura de una imagen –de más o menos un metro de altura– que cargaba al niño Dios en un brazo y en la mano contraria una vela.

Entonces se le identificó como la Virgen de la Candelaria, quien se constituyó en la patrona del lugar y hoy es muy festejada. Con la llegada de los conquistadores y colonizadores a América, los frailes evangelizadores implantaron esta devoción en muchos países latinoamericanos, donde actualmente se celebra mediante procesiones con velas encendidas como parte de sus tradiciones y costumbres.

Deidades

Gisela von Wobeser menciona que en relación con la costumbre de consumir tamales el 2 de febrero se retoma una costumbre indígena, ya que al parecer era común en ciertas fiestas del mundo prehispánico ofrecer comida a las deidades. Se creía que se beneficiarían a través de los vapores que emanaban de aquélla, “algo similar se piensa cuando se colocan los alimentos en los altares del Día de Muertos”.

Los pueblos originarios tenían la costumbre de ofrecer tamales en una festividad denominada Huauhquiltamalqualitztli. “Las Lupercales daban inicio al ciclo agrícola en Roma y al parecer ocurría lo mismo en el México prehispánico con estas tamalizas que se hacían como una ofrenda a los dioses”, destaca.

Estamos frente a un sincretismo en el cual se fusionaron fiestas tan antiguas como las Lupercales de Roma, las cristianas medievales y las tradiciones prehispánicas de México, y persiste hasta nuestros días, finaliza la exdirectora del IIH.

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Ciclo de cine sobre pacientes terminales en TV UNAM

  • Presentan TV UNAM y la Facultad de Medicina

En colaboración con la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Medicina, TV UNAM transmite el ciclo de cine Pacientes terminales, sobre historias que involucran a profesionales de la salud que trabajan en cuidados paliativos

El ciclo incluye cuatro películas emblemáticas que se transmitirán en el espacio Tiempo de Filmoteca UNAM, del lunes 6 al jueves 9 de febrero, a las 22:00 horas

Las películas contarán con los comentarios de los doctores Alberto Lifshitz, Arnoldo Kraus y Asunción Álvarez el Río

El ciclo de cine Pacientes terminales, realizado en colaboración con la revista digital Medicina y cultura. Una mirada contemporánea sobre la salud, de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Medicina, incluye cuatro películas que recuperan los últimos días en la vida de pacientes terminales, desde los cuidados físicos, la reflexión sobre el sentido de la vida, las reconciliaciones y la atención a situaciones que el enfermo quiere cerrar. Las cintas se trasmitirán del lunes 6 al jueves 9 de febrero, a las 22:00 horas, en el espacio Tiempo de Filmoteca UNAM. Al finalizar cada una de las cintas, la actriz Alejandra Toussaint entrevistará a los especialistas Alberto Lifshitz, Arnoldo Kraus y Asunción Álvarez del Río, quienes comentarán las películas.


El ciclo inicia con la transmisión de La fuerza del cariño (Estados Unidos, 1983), de James L. Brooks, basada en la novela homónima de Larry McMurtry con las actuaciones estelares de Shirley MacLaine, Debra Winger, Jack Nicholson y Danny DeVito. La película cuenta la historia de una viuda temperamental, pero de buen corazón, y su hija, una joven rebelde que está deseando salir de casa e independizarse. Al paso de los años, la madre se convierte en el apoyo principal de la hija que es diagnosticada con cáncer terminal. La cinta recibió once nominaciones a los Premios Óscar de los cuales ganó cinco, a Mejor película, Mejor director, Mejor guion, Mejor actriz y Mejor actor de reparto. Al finalizar, el doctor Alberto Lifshitz, especialista en Medicina Interna, titular de la Academia Nacional de Medicina y emérito de la Academia Mexicana de Cirugía, comentará la película.

El martes 7 de febrero se transmite Juntos para siempre (Estados Unidos, 1989), de Norman René, con las actuaciones estelares de Campbell Scott, Stephen Caffrey, Bruce Davison y Dermot Mulroney. La película se sitúa a principios de los años 80, donde un grupo de amigos ven afectadas sus vidas con la aparición del SIDA. La terrible enfermedad, todavía desconocida en aquel entonces, sólo se le atribuía a la comunidad homosexual. El grupo de amigos tratará de estar lo más unido posible durante los años posteriores, aunque, tristemente, algunos de ellos se verán afectados por el virus. La película recibió el Premio del público en el Festival de Sundance. Al finalizar, la doctora Asunción Álvarez del Río, doctora en Ciencias en el campo de la Bioética e investigadora del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina, comentará la cinta.

El ciclo continúa el miércoles 8 de febrero con la transmisión de Iris: Recuerdos imborrables (Reino Unido, 2001), de Richard Eyre, basada en la novela homónima de John Bayley, sobre la vida de la filósofa y escritora Iris Murdoch.  Con las actuaciones estelares de Kate Winslet, Judi Dench y Jim Broadbent, la película sucede en Gran Bretaña, durante los años 40, y cuenta la historia del matrimonio entre Iris Murdoch y John Bayley, uno de los grandes amores literarios y la prueba de que el amor puede superar los tragos más amargos e inesperados de la vida. La película estuvo nominada en los premios Óscar a la Mejor actriz, a Mejor actriz de reparto y a Mejor actor de reparto, resultando este último ganador. Al finalizar, el doctor y escritor Arnoldo Kraus, miembro del Seminario de Cultura Mexicana y del Colegio de Bioética, comentará la cinta.

El ciclo finaliza el jueves 9 de febrero con la transmisión de Mis últimos días: Las invasiones Bárbaras (Canadá, 2003), de Denys Arcand, con las actuaciones estelares de Rémy Girard, Stéphane Rousseau y Marie-Josée Croze. La película cuenta la historia de un hombre que padece un cáncer avanzado, pero tiene dificultades para aceptar la realidad de su inminente muerte y para encontrar un momento de paz antes del final. Es considera una de las cinco mejores películas canadienses de todos los tiempos. Al finalizar la doctora Asunción Álvarez del Río, comentará la cinta.

No te pierdas la transmisión del ciclo de cine Pacientes terminales del lunes 6 al jueves 9 de febrero, a las 22:00 horas, en el espacio Tiempo de Filmoteca UNAM, en colaboración con la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Medicina.

La UNAM participa en Cefereso Santa Martha Acatitla

  • María del Carmen Serafín Pineda, directora del Centro Femenil de Reinserción Social, dio una cálida bienvenida a los representantes de la UNAM y agradeció la donación de libros y revistas que el Programa Editorial seleccionó para la biblioteca del centro
  • El espectáculo Clown Estás viendo y no ves de Telescopio Teatro fue la actividad de cierre.
  • El público se divirtió con la graciosa obra que tiene como finalidad reflexionar en torno a la mala alimentación

Autor: Antonio Sierra

Foto cortesía del Centro Femenil de Reinserción Social “Santa Martha Acatitla”.

Una interna del Centro Femenil de Reinserción Social “Santa Martha Acatitla” toma un ejemplar de los aproximadamente 150 materiales que obsequió la UNAM. Lo observa con atención y revisa su portada. Es un material atractivo, con una portada a color cuyo título reza Diccionario de las Emociones, edición de la Dirección General de Divulgación de las Humanidades (DGDH), la Facultad de Psicología y Gaceta UNAM. A las 13:00 horas concluyó la Caravana de las Humanidades y las Ciencias. Otra mujer que porta ropa de color beige, agradece la jornada y suelta: “Vuelvan pronto”.

Esta fue la primera visita de la Caravana al Centro femenil. En 2022 se realizó una actividad en el Reclusorio Preventivo Varonil Norte. Ahora se logró llevar la jornada al Centro Femenil de Reinserción Social “Santa Martha Acatitla”.

Foto cortesía del Centro Femenil de Reinserción Social “Santa Martha Acatitla”.

Inició la actividad a las 10:00 horas, en el auditorio al aire libre. Cerca de 300 mujeres disfrutaron de la programación que organizó la DGDH. Este proyecto cultural y humanístico se generó desde la UNAM a través de la Dirección General de Divulgación de las Humanidades en colaboración con la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (SECTEI) de la Ciudad de México.

Para llegar al auditorio, es inevitable pasar por la espiral, una especie de caracol que desemboca en el patio principal. La espiral está pintada, lo mismo que las bardas del espacio que rodea al auditorio. La labor artística la llevó a cabo el proyecto Mujeres en Espiral de la UNAM. El proyecto inició bajo la dirección de Marisa Belausteguigoitia al frente del entonces Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG). Para 2008 acudieron al “llamado de un grupo de internas del Centro Femenil de Reinserción Social de Santa Martha Acatitla para trans/formar el espacio carcelario a través de prácticas artísticas.”

Foto cortesía del Centro Femenil de Reinserción Social “Santa Martha Acatitla”.

En punto de las diez de la mañana arrancó la inauguración. Las internas fueron llegando poco a poco hasta ocupar la mayor parte de los lugares. En el patio predominaba el color beige sobre el azul. Al fondo del auditorio se leía una pancarta que decía: “La UNAM en tu comunidad”.

María del Carmen Serafín Pineda, directora del Centro Femenil de Reinserción Social, dio una cálida bienvenida a los representantes de la UNAM. Agradeció la donación de libros y revistas que el Programa Editorial seleccionó para la biblioteca del centro. Las internas aplaudieron la iniciativa. Por su parte, Ángel Figueroa Perea, titular de la DGDH, agradeció igualmente la invitación. Recordó el propósito de la Caravana y se refirió a la importancia de los institutos, centros, programas y unidades del Subsistema de Humanidades. De igual manera, evocó la relevancia de los centros de investigación científica. “Aunque la UNAM ya ha tenido cercanía, queremos que sea el inicio de una colaboración”, dijo Figueroa Perea.

Foto cortesía del Centro Femenil de Reinserción Social “Santa Martha Acatitla”.

Entre las actividades culturales destacó el Concierto de saxofón y poesía, a cargo de Santiago Echenique, de la Facultad de Música (FaM) de la UNAM y del escritor Alejandro Campos Oliver. Ambos consiguieron interactuar con algunas internas. Con un poco de pena, tomó el micrófono Gabriela para decir que no era de la ciudad, que era del sureste del país. Rosy también habló y dijo: “Soy de Michoacán, donde se celebra el día de muertos.” Nataly también se animó y dijo que ella tenía experiencia como cantante, pero su mayor virtud es “hacer reír a sus compañeras.”

La charla de emociones por parte de María del Consuelo Alcalá Herrera, de la Facultad de Psicología (FP), causó revuelo y animó a las mujeres a cantar, con la finalidad de seleccionar canciones que aludieran a las emociones. Por supuesto, la canción “Rata de dos patas”, de Paquita la del Barrio, estremeció al auditorio. María del Consuelo mencionó que las emociones son imprescindibles. “No podemos vivir sin miedo, por ejemplo”.

Foto cortesía del Centro Femenil de Reinserción Social “Santa Martha Acatitla”.

Consideró que el problema es cuando las emociones se exacerban. Hay que aprender a controlarlas. “Construyan con sus emociones cosas positivas”, recomendó la universitaria”; ámense a sí mismas y mantengan su esperanza”, remató.

El espectáculo Clown Estás viendo y no ves de Telescopio Teatro fue la actividad de cierre. Se divirtió el público con la graciosa obra que tiene como finalidad reflexionar en torno a la mala alimentación.

Foto cortesía del Centro Femenil de Reinserción Social “Santa Martha Acatitla”.

Por lo que se refiere a los talleres, las asistentes aprendieron algunos conceptos básicos de cartonería mexicana. De igual manera, el Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) participó con el taller “Tejer, destejer, remendar, zurcir y pensar nuestras historias de amor y desamor”. En esta actividad se invita a las mujeres a repensar sus relaciones afectivas y a crear noviazgos con miras a la libertad. El taller estuvo a cargo de Marisa Belausteguigoitia, directora del CIEG y la investigadora Patricia Piñones del mismo centro.

Las 35 personas que acudieron al centro de reinserción salieron de manera ordenada, despidiéndose de la directora y su amable equipo que apoyó de manera entusiasta la actividad.

ULAMA, EL JUEGO PREHISPÁNICO QUE SE RESISTE A MORIR

Según se cuenta en el Popol Vuh, el mundo fue creado a partir de un juego de pelota, uno donde la luz y la oscuridad se enfrentaron para equilibrar vida y muerte, y poner al universo en movimiento.

A fin de recrear este choque de fuerzas tan opuestas como complementarias, hace tres mil 500 años los pueblos mesoamericanos comenzaron a practicar el juego de pelota con las nalgas ullamalitztli (“juego del hule”, voz náhuatl que, castellanizada, se transformó en ulama), un encuentro donde dos equipos rivales golpeaban con las caderas un esférico de olli/hule que debía mantenerse siempre en el aire, tal y como hacen el Sol y la Luna.

“Hablamos de una actividad que al mismo tiempo es un deporte y un acto ritual”, explica Alan Zúñiga Lazcano, estudiante de la Facultad de Química y capitán de los Texocelotzin (o ‘jaguares azules’), el representativo de ulama de la UNAM formado en 2020 a instancias de académicos y alumnos decididos a que esta tradición perviva.

A decir de la profesora Emilie Carreón Blaine, del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) y una de las principales impulsoras del equipo universitario, basta remontarnos pocas décadas atrás para constatar que este juego mesoamericano estuvo a punto de desaparecer. “Las principales amenazas eran la falta de jugadores, de interés y de pelotas; de ahí la importancia de promover su práctica”.

El estudio del ulama es un proyecto de Emilie Carreón en el IIE que inició en 1990; tiene dos libros sobre el tema: El olli en la plástica mexica y El Tzompantli y el juego de pelota.

Desde hace seis años Alan comenzó a entrenar ulama de cadera (existen dos modalidades más, una en la que la bola es rechazada con el antebrazo y otra con una maza de madera), y el joven señala que comprometerse con esta disciplina modificó su manera de ver el mundo. “Me siento más próximo a mis antepasados y a su pensamiento”.

Como apunta el químico, convertirse en jugador de ulama –o taure– implica reprogramarse y modificar muchos hábitos que desde la infancia se nos han vuelto una segunda naturaleza, como el instinto de recibir la pelota con las manos o, en su defecto, patearla. “Golpear una esfera de caucho con la cintura te da otra memoria muscular, reacciones distintas y una forma bastante singular de moverte”.

De hecho, es imposible confundir a los taure o ulameros con otros deportistas, y no sólo por la explosividad con la que arrojan su cintura y muslos hacia una pelota que, aunque elástica, pesa lo que una bola de boliche ligera (de tres a cinco kilogramos), sino porque suelen ir descalzos y, en vez de playeras de marca, portan un braguero artesanal de gamuza llamado “fajado”, y un cinturón de cuero diseñado para resistir mejor los impactos del esférico, denominado chimali.

“En el ulama todo tiene significado”, señala Alan, quien agrega que por eso ser uno de los “jaguares azules” de la UNAM no sólo es un orgullo, sino una lección de vida, y por lo mismo invita a quien quiera a entrenar con ellos, sin importar edad o género (en el equipo hay tres mujeres).

“Nos reunimos en CU a las dos de la tarde, los miércoles y jueves en los espacios deportivos de Las Islas, y los martes en el estacionamiento de la Facultad de Filosofía y Letras. Pueden buscarnos ahí, o en la página de Facebook Ullama Sierra Tonantzin Tlalli–Xochitecpatl.”

En el siglo XVI, el cronista fray Diego Durán ya advertía la fuerte carga cosmogónica del ulama, y por ello lo consignó en su Historia de las Indias de Nueva España e islas de tierra firme: “En aquel conjuro que a la pelota hacía invocaba a los cerros, las aguas y fuentes… el Sol, la Luna, y las estrellas, y finalmente todas las cosas creadas”.

Alan Zúñiga se dice un apasionado no sólo de los aspectos físicos del juego sino también de su filosofía subyacente, una que la profesora Emilie Carreón ha estudiado durante tres décadas y les comparte a los texocelotzins de distintas maneras, pues la académica busca que practicar esta disciplina en la UNAM implique también el descubrir otra cultura.

Por ello, cada vez que el químico se coloca el chimalli se imagina a sí mismo como un puente entre el pasado y presente, o al menos eso dice. “Me hace sentir no tan distante de los jugadores prehispánicos. Ellos golpeaban la pelota de hule para que la vida de su comunidad continuara, nosotros lo hacemos para que el ulama no muera”.

Con vida propia

Cristóbal Colón regresó de su segundo viaje por las Américas con un esférico de hule, material desconocido en España que causó sorpresa ya que ahí se jugaba con las llamadas pelotas de viento, que en realidad eran una vejiga de cerdo inflada con aire y recubierta de cuero.

Escribía el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo en su Historia general de las Indias: “Estas pelotas saltan más que las de viento sin comparación, porque de sólo soltarla de la mano en tierra suben mucho más. Y dan un salto y otro y otro y otro y muchos, disminuyendo en el saltar por sí mismas como las pelotas de viento, pero muchísimo mejor”.

Que una esfera tuviera tal potencial cinético provocó asombro y sospecha por partes iguales. “Sabemos que Hernán Cortés era un gran entusiasta, tanto que en 1529 se llevó a un grupo de jugadores para que hicieran una gira de exhibición por España e Italia, mientras aquí había evangelizadores que veían como antinatural el que una bola de caucho rebotara como si tuviese vida propia, y argumentaban que dicho fenómeno era obra del diablo, por lo que el juego de pelota terminó por prohibirse en el virreinato”, abunda la profesora Emilie Carreón.

Tras décadas de estudiar el tema, la antropóloga está muy consciente de que, para que el ulama sobreviva, es necesario preservar también el arte de elaborar pelotas de hule, proceso lento, laborioso y realizado a mano que no admite sustitutos, ya que por fuerza estos esféricos deben ser de la goma de un árbol cuyo apelativo indígena es ulquahuitl, mientras que su nombre científico en latín es Castilla elastica.

“A diferencia de los balones, el esférico de ulama no admite almacenamiento; está hecho para ser jugado y mantenerse activo”, expone la profesora Carreón Blaine, por lo que las ocho pelotas adquiridas por el IIE de la UNAM han sido prestadas en comodato a diversos taure para que divulguen el juego en sus comunidades.

Alan Zúñiga, quien tiene a su resguardo uno de estos objetos, explica que además de humectarlos con regularidad y protegerlos del Sol, cuando las pelotas no son usadas deben mantenerse colgadas, pues al dejarlas sobre el suelo o en una estantería se achatarán por la gravedad de la Tierra en combinación con la dureza de la superficie.

Las bolas de ulama no son piezas de museo, sino objetos vivos, como describía fray Diego Durán tras asistir a uno de estos juegos: “Tienen una propiedad de que salta y repercute hacia arriba y anda saltando de aquí para allá, que primero cansa que la tomen los que andan tras ella”.

Para la profesora Carreón Blaine, el prestar estas pelotas a jóvenes comprometidos con el ulama ha comenzado a dar frutos. “Hablamos de objetos difíciles de conseguir que deben ser cuidados casi cual bebés. Esta estrategia nos ha permitido que los esféricos se mantengan en buena condición, y lo más importante, en movimiento y botando”.

Bordar para recordar, resisitir, exigir

  • “Hilando memoria, tejiendo justicia”, exposición en el CCU Tlatelolco

Madres de víctimas de feminicidio y desapariciones han encontrado en el bordado un arma de resistencia y fortaleza colectiva.

“Hilando memoria, tejiendo justicia” es un espacio en el que la colectiva “Las siempre vivas” y un grupo de madres de víctimas de feminicidio, desaparecidas y sobrevivientes de feminicidios, nos comparten sus luchas a partir del bordado como una estrategia de perseverancia, resistencia y búsqueda de justicia.

Esta exposición no sólo son los bordados, semblanzas o altares, sino que en cada trabajo descubrimos la desesperación y el sufrimiento de las víctimas y el dolor de sus seres queridos.

Sin embargo, el bordado fue un refugio para ellas, una forma de conmemorar y recordar. Leer las historias de las madres, amigas y compañeras de las víctimas hace que el corazón se nos apachurre.

En buena parte de los bordados se plasman las cosas que les gustaba hacer. Muchos trabajos fueron realizados por personas que no conocieron a la víctima sino a través de los recuerdos de su madre.

Las redes de mujeres salvan vidas

“Hilando memoria, tejiendo justicia” es muy importante porque el feminicidio es un problema gigantesco. Las cifras de víctimas son exorbitantes.

La exposición es un espacio muy importante para generar memoria colectiva, para no olvidar a las víctimas, para crear conciencia de la situación en México y exigir a las autoridades investigaciones prontas y expeditas.

Visita la exposición para reflexionar sobre las historias que los bordados nos cuentan.