El pasado 3 de septiembre a Janus le celebraron su cumpleaños 25, lo que la convierte en la tortuga con dos cabezas que ha vivido más tiempo.
Janus, que nació en el Museo de Historia Natural en Suiza, además de dos cabezas, tiene dos corazones, dos juegos de pulmones y, de acuerdo con Angelica Bourgoin, la investigadora que dirige al equipo responsable de su cuidado, tiene dos personalidades, debido a que cada cabeza tiene un cerebro independiente.
La cabeza derecha es más despierta, dominante y curiosa, en tanto que la personalidad de la cabeza izquierda es más tranquila y su mayor placer es comer. No es raro que cada cabeza quiera ir por su lado.
La longevidad de Janus está muy relacionada con los cuidados especiales que recibe por parte del personal del museo. Por ejemplo, todos los días disfruta de un baño tibio en té verde y manzanilla, sesiones de rayos ultravioleta y con alguna frecuencia recibe un masaje. La alimentación de Janus consiste en una dieta especial de frutas y verduras orgánicas, y su estado de salud es monitoreado constantemente.
El equipo que la cuida evita todo el tiempo que se voltee y quede patas arriba, porque en esa posición es imposible que vuelva a ponerse sobre sus patas otra vez, lo que puede ser fatal.
Según sus cuidadores, Janus no podría sobrevivir a sus depredadores en la naturaleza, entre otras razones porque sus cabezas no se pueden retraer en su concha para protegerse en momentos de peligro.
Janus recibió ese nombre en honor del dios romano de las puertas de entrada y de salida y se le representaba con dos caras, una que mira hacia el futuro y la otra que mira al pasado.
También se le consideraba el dios de los principios, como el principio del día, del mes y del año. Enero, el primer mes del año, estaba dedicado a Janus.
Durante su cumpleaños, además de las selfies que sus cuidadores se tomaron con Janus, hubo conferencias en las que se explicaron las peculiaridades de que una tortuga tenga dos cabezas.
La alimentación cotidiana de Janus consiste en frutas y verduras orgánicas
Credit: Fabrice Coffrini/AFP/Getty
Como parte de su fiesta de cumpleaños, le lavaron los dientes de sus dos cabezas.
Esfuerzo armónico de investigadores con los habitantes de la región; se podrán recuperar hasta cien mil hectáreas de pastizales
Hoy en la Reserva de la Biosfera en Janos es posible encontrar osos, venados, pecaríes y muchas otras especies, esto como fruto de la labor de tres décadas impulsada por Gerardo Ceballos González, del Instituto de Ecología.
Ahora, el experto en ecosistemas y su equipo de trabajo comenzarán una nueva etapa de conservación que podría ser el proyecto de restauración más grande hecho en México.
Desde que iniciara su cometido en la zona con el propósito de estudiar los perritos de las praderas y los bisontes, el grupo de expertos de la Universidad Nacional ha realizado un esfuerzo armónico con los habitantes, lo que llevó a que la región se convirtiera en una Reserva de la Biosfera en Chihuahua.
“Apoyamos a la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas en la introducción de 23 bisontes genéticamente puros en 2009; actualmente existen más de 200”, informó el investigador universitario.
Además, con el propósito de evitar que un problema, como una epidemia, pueda acabar con la especie en México, se mandaron bisontes de Janos a Coahuila para establecer una segunda población en el país, detalló.
Recordó que cuando arrancaron los trabajos en la zona, muchos sitios no tenían ni siquiera luz eléctrica; sin embargo, conforme ha ido avanzando el tiempo carreteras, energía, agricultura y crecimiento poblacional ejercen importantes presiones en el área.
“Soy algo optimista, porque la sequía natural nos puede llevar en este momento a un acuerdo como el que tuvimos con dueños y poseedores de la tierra hace tiempo para una planificación de las actividades y un mejor manejo de la reserva”, explicó el especialista.
Desde hace tiempo los universitarios han estudiado el uso correcto de la tierra, como cuánta ganadería puede haber, dónde puede haber agricultura, cacería o silvicultura, por lo que esperan lograr nuevos acuerdos para mitigar los impactos negativos en la zona.
En la década de 1990, las colonias de los perritos de la pradera abarcaban una inmensa superficie de 55 mil hectáreas; pero el aumento de las carreteras, el sobrepeso, la pérdida de hábitat por la agricultura (la mayor parte ilegal), enfermedades y la sequía natural, ha causado que ahora sólo queden cinco mil hectáreas, calculó.
“El esfuerzo de mi grupo, para los siguientes cinco años, será recuperar poblaciones. Hemos hecho ya un planteamiento a la Secretaría de Agricultura para que trabajemos en conjunto y restauremos entre 50 o cien mil hectáreas de pastizal deterioradas, precisó Ceballos González.
“Con nuestra investigación y la de otros colegas hemos aprendido el manejo para compaginar actividades económicas y de conservación. Este podría ser el proyecto de restauración más grande que se ha realizado en México”, destacó.
Dentro de las malas noticias que hay en la nación, comentó el autor del libro Animales de México en peligro de extinción, hay muchas reservas naturales que son casos de éxito gracias al involucramiento de especialistas; “esto no quiere decir que no estemos perdiendo la guerra, pero estamos ganando batallas”, indicó el miembro de la National Academy of Sciences, de Estados Unidos.
El caso de Janos, que enfrenta además problemas de narcotráfico y violencia, como muchas otras zonas del país, pero donde aún es posible encontrar berrendos, bisontes, perritos de la pradera, osos, lobos y muchas otras especies de flora y fauna silvestres extraordinarias, habla del interés no sólo de los científicos, sino igualmente de las comunidades que se empeñan por mantener estas reservas.
Desafíos
Los retos de conservación en Janos son preservar e incrementar la diversidad biológica en la zona, es decir, que haya más bisontes, osos y más lobos; que aumente la presencia de especies claves como los perritos de la pradera, que podrían llegar a habitar entre 15 y 10 mil hectáreas.
Además, se debe detener el deterioro de los ecosistemas restaurando miles de hectáreas de pastizal y compaginando de mejor manera la protección y el desarrollo, trabajando más de cerca con los ganaderos, por ejemplo, para elevar la capacidad de carga.
“Si tienes la cantidad correcta de ganado es compatible con los perritos, los coyotes, las zorritas, las víboras, los bisontes; es decir, lo único que se debe entender es qué parte del dominó o mosaico es para agricultura, cuál para ganadería o para cacería, cuáles no tocarse, y en este esquema es esencial que los pobladores y los dueños de la tierra deben tener un beneficio de la conservación”, precisó.
El investigador resaltó que prácticamente todos los terrenos de la reserva tienen dueño, por lo que no se puede llegar a imponer limitaciones en su uso sin ofrecer alguna utilidad. Por eso, el reto es lograr actividades productivas compatibles con el resguardo. Además de conseguir financiamientos y beneficios para los propietarios de la Tierra que sean un incentivo para la preservación del ambiente.
Ceballos González consideró que si se empodera a los dueños de la tierra en esquemas de conservación resultan ser los mayores aliados para cuidar los ecosistemas.
Ante la grave amenaza que enfrenta la humanidad por la pérdida de especies, que pone en riesgo el futuro de todos los seres vivos, incluyendo a nosotros mismos, ejemplos como Janos pueden ser casos de esperanza, finalizó.
La Ecología es la ciencia que estudia las relaciones de los seres vivos entre sí y con su entorno. A veces se le considera como una parte de la Sociología cuando se estudia la relación de los grupos humanos con su ambiente tanto físico como social. La defensa y protección de la naturaleza, el ecologismo, es un movimiento que surge de la sociedad organizada.
En el área científica intervienen los ecólogos, que son personas que realizan investigación científica sobre especies y ecosistemas, y en el movimiento social son los ecologistas, quienes hacen activismo a favor del medio ambiente, ambos pueden compartir objetivos, preocupaciones y aportaciones respecto a una causa común: la preservación de la riqueza natural y la mejora de la calidad de vida en México.
En 1972, el doctor José Sarukhán, pionero en el campo de la Ecología en nuestro país, fundó el Laboratorio de Ecología de poblaciones en el Instituto de Biología. En 1985 este laboratorio se convirtió en un departamento que sería precedente para la fundación del Instituto de Ecología de la UNAM en 1996.
“La misión del Instituto es hacer investigación de alta calidad, formar investigadoras e investigadores y otros profesionales en Ecología, divulgar el conocimiento científico y contribuir a la solución de problemas ambientales de México y del mundo”, explicó la doctora Clementina Equihua Zamora, Divulgadora y Responsable de la Unidad de Divulgación y Difusión del Instituto de Ecología de la UNAM.
Todos podemos contribuir a frenar la pérdida de especies vegetales y animales.
Las actividades humanas que al principio de la historia eran de bajo impacto ambiental, han llegado a ser de gran escala, ejerciendo una fuerte presión sobre los recursos que ofrece la Tierra. La pérdida de especies es preocupante.
De acuerdo con investigaciones científicas de laboratorios especializados en diversas partes del mundo, las tazas de extinción registran una elevada aceleración. Así, las especies de vertebrados que debieron extinguirse en 10 mil años lo hicieron tan sólo en los últimos cien años.
La sexta extinción masiva de especies está sucediendo actualmente. Así lo señala Gerardo Ceballos González, investigador del Instituto de Ecología de la UNAM, quien asegura que, según evaluaciones realizadas, se estima que hay un millón de especies en peligro de extinción y miles de millones de poblaciones de especies se han perdido.
El experto en ecología animal y conservación de la naturaleza considera que 70% de los animales vertebrados, se perdieron en los últimos 40 años. La causa de esta grave pérdida de biodiversidad es la destrucción del hábitat y la explotación indiscriminada tanto legal como ilegal de especies.
Entre las actividades indebidas está la sobreexplotación de pesquerías; la explotación ilegal tiene que ver con la cacería y el comercio de especies endémicas en peligro de extinción. Además, el crecimiento desmedido de la población humana, el consumo innecesario de bienes y productos también han contribuido a la pérdida de biodiversidad.
Animales que pensábamos que no estarían en problemas como los elefantes o las jirafas, hoy se encuentran en peligro, señaló el ecólogo.
Los científicos aportan evidencias de esta situación, sin embargo, depende de los tomadores de decisiones y de todos los sectores de la sociedad promover otros modelos de desarrollo para frenar esta pérdida y mantener los recursos que aún quedan.
El mal no ha sido identificado plenamente y ya ha causado la pérdida de más de 90% de ciertas poblaciones: Lorenzo Álvarez
Foto: cortesía de Esmeralda Pérez Cervantes y Lorenzo Álvarez Filip.
De las casi 40 especies de coral que habitan en el Caribe mexicano, más de la mitad están afectadas por el síndrome blanco, enfermedad producida por patógenos que no se han identificado plenamente y que ha causado la pérdida de más de 90 por ciento de las poblaciones en algunas clases, como la de pilar o laberinto, alertó Lorenzo Álvarez Filip, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML).
El investigador de la Unidad Académica de Sistemas Arrecifales explicó que es tan devastadora, que podría acabar con corales y sistemas arrecifales, lo que impactaría severamente a familias marinas asociadas, y a servicios ambientales clave que otorgan, como ser una barrera natural contra huracanes y la energía del oleaje. Este padecimiento, dijo, “vino a cambiar la integridad ecológica y física del Caribe mexicano”.
El síndrome blanco ocasiona la muerte de pólipos coralinos (tejido vivo de las colonias) y deja expuestos los esqueletos, creando el efecto de manchas blancas que rápidamente avanzan por toda la colonia, hasta matarla por completo en unas pocas semanas. Se ha visto que puede moverse de un coral a otro mediante el agua, lo que la hace muy contagiosa y letal, abundó.
De acuerdo con una investigación del universitario y su equipo, hay factores que empeoran la calidad del agua marina, como el aporte de contaminantes y el incremento en la temperatura, lo que expone a los corales a más estrés y aumenta sus probabilidades de enfermar.
Los primeros registros de esta afección se dieron en Florida, Estados Unidos (2014), donde muchas colonias de distintas especies murieron rápidamente, y en cinco años se extendió a lo largo de sus costas. Para 2018, en México comenzó a notarse este fenómeno en Puerto Morelos, Yucatán.
Se cree que los barcos de carga y cruceros turísticos pudieron ser un posible medio de propagación entre países, pues llenan sus cisternas en un puerto y cuando arriban a otro sueltan el agua, liberando el patógeno. También se sospecha que los turistas pudieron transportar la infección en su equipo de buceo, resaltó Álvarez Filip.
Monitoreo y recuperación
Los expertos de la UNAM descubrieron en 2018, en Puerto Morelos, que 50 por ciento de las especies estaban dañadas, y después de unas semanas muchas colonias habían muerto; el síndrome blanco siguió creciendo y al cabo de pocos meses avanzó a lo largo del mar Caribe, hasta llegar a la frontera con Belice, a finales de 2019.
“En Puerto Morelos hicimos un seguimiento por ocho meses y al finalizar este periodo la enfermedad disminuyó, pues prácticamente mató a todos los corales susceptibles. Nos dimos a la tarea de verificar cómo este evento había afectado la capacidad de construir arrecife, es decir, qué tanto carbono de calcio seguían produciendo los corales, y nos percatamos que las pérdidas fueron muy graves”, subrayó.
El síndrome blanco ya está en casi todo el Caribe, y lo más probable es que continúe su propagación por toda la región, hasta llegar al Atlántico Occidental (África del oeste).
Ecosistema debilitado
Álvarez Filip reconoció que cuando llegó este problema los corales ya estaban en condiciones adversas debido a presiones como el cambio climático, la contaminación marina y el escaso tratamiento de aguas residuales, factores de estrés que los debilitan continuamente.
“La conservación de los arrecifes mexicanos es responsabilidad de la academia; de los gobiernos, en cuanto al buen manejo de los recursos naturales, así como de la sociedad, con el cuidado del medio ambiente.”
Además de ahondar en el conocimiento del patógeno que ha ocasionado este daño, en la siguiente fase de su estudio los especialistas de la Universidad Nacional analizarán cómo alterará al ecosistema la pérdida de los corales, y la repercusión en los servicios ecosistémicos que ofrecen. También se ocuparán de divulgar esta “tragedia ambiental” para influir en las políticas públicas y lograr acciones en favor de la biodiversidad mexicana.
En sitios impactados, efectúan labores de recuperación y monitoreo continuo para incentivar la reproducción natural de las poblaciones de corales; rescatan especies para su preservación en acuarios, y a futuro reintroducirlas a sus hábitats.
· Ruth Zavala Hernández, Alba Gabriela Cabriada Jarquin y Luis Roberto Guanes García participaron en la mesa “Sostenibilidad y Crisis Medioambiental”
· Disertaron sobre la problemática que enfrenta el planeta y la necesidad de modificar las políticas públicas al respecto
La regulación climática en el mundo está fragmentada, por lo que hay ocasiones que se logran mayores avances a nivel local que global, lo cual implica repensar las políticas de Estado en la materia, que incluyan la formación de ciudadanías más solidarias y sustentables, coincidieron en señalar expertos reunidos por el Consejo Académico del Área de las Ciencias Sociales de la UNAM.
En el Seminario Permanente de las Ciencias Sociales. Reflexiones del Mundo Contemporáneo desde las Ciencias Sociales: Estudios y Aportaciones, Ruth Zavala Hernández, Alba Gabriela Cabriada Jarquin y Luis Roberto Guanes García reflexionaron sobre los retos que las naciones, la sociedad y los empresarios enfrentan respecto al cambio climático.
Al participar en la mesa “Sostenibilidad y Crisis Medioambiental”, Zavala Hernández, experta en Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM, enfatizó que la regulación climática se encuentra fragmentada a través de la gobernanza global, lo que explica por qué en varios casos hay más avances y dinamismo a nivel subregional, respecto a lo que se logra a nivel global.
La doctora en Ciencias Políticas y Sociales destacó que los últimos 30 años de negociaciones climáticas se han caracterizado por una paralización de los actores clave, que son los mayores emisores de gases de efecto invernadero. Y si bien se habla de responsabilidades comunes, la realidad es que las consecuencias no son igualitarias, pues aquellas naciones con menos ingresos son las más vulnerables y expuestas a los efectos de la crisis climática.
“Como sabemos, somos sociedades basadas en energía, y la matriz energética mundial actual nos dice que, todavía, el 70 por ciento de esta es aún fósil, es decir, petróleo, gas natural y carbón. Pese a que se ha hablado mucho de cambiar la matriz energética no se está pensando en dejar de utilizar los combustibles fósiles sino, más bien en tener una matriz diversificada”, destacó la también Consultora para la Organización de Estados Americanos en proyectos de adaptación al cambio climático.
Zavala Hernández estimó que los principales retos que enfrenta la acción contra el cambio climático son: la politización de este fenómeno (tiempos políticos y crisis económicas), lo que ha llevado a una ruptura entre la ciencia y la política pública de mediano y largo plazos.
“Otro de los desafíos es la economía de mercado donde se privilegian las ganancias de las empresas sobre el bienestar social y la protección de la naturaleza. Hay quienes interpretan el cambio climático como una de las externalidades de esta economía, entonces de lo que se trataría sería de internalizar el costo ambiental que implica el crecimiento económico”, acotó la investigadora.
Replantear las políticas públicas
A su vez, Alba Gabriela Cabriada Jarquin, profesora de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán, destacó que uno de los problemas no considerado originalmente en las convenciones internacionales, pero que hoy en día genera polémica por su gravedad, es el de los migrantes ambientales.
En 2015 –recordó– Nueva Zelanda deportó al migrante Ioane Teitiota, quien solicitó asilo debido a que el cambio climático creó condiciones graves que hacen imposible la vida en su isla natal Kiribati. El afectado argumentó ante Derechos Humanos y la ONU que con esta acción se violó su derecho a la vida, por lo que en enero de 2020 el organismo internacional reconoció que los países no pueden deportar a las personas que enfrentan condiciones de vida adversas generadas por el fenómeno ambiental.
La también investigadora dijo: “este caso invita a la reflexión respecto a replantear las políticas públicas, porque sería muy sencillo pensar que Nueva Zelanda le diera la oportunidad de ser un ciudadano más; sin embargo, es necesario pensar en las políticas de adaptación tanto para los que llegan, como para los que reciben porque estamos frente a una condición de casos de xenofobia o racismo que nos remite, nuevamente, a los derechos humanos”.
En ese sentido, Cabriada Jarquin sugirió a los estados trabajar en el desarrollo de políticas públicas que consideren las problemáticas ambientales, lo que también llevaría a reflexionar sobre el papel del Estado y la construcción de los nacionalismos a nivel internacional en el siglo XXI, que tenga una cultura más solidaria y empática.
“Los problemas que enfrentan muchas islas del Pacífico no son privativos de ellas, hacen pensar en Reino Unido, que es una isla, e investigaciones recientes muestran que Gales ya enfrenta el incremento del nivel del mar, lo cual hace pensar en: ¿qué hubiera ocurrido si en el lugar de un ciudadano de Kiribati pidiera asilo a Nueva Zelanda un ciudadano británico?”, cuestionó la experta en Relaciones Internacionales.
Al hacer uso de la palabra, Luis Roberto Guanes García, académico de la FES Cuautitlán, detalló que las grandes empresas han enfrentado la presión social por su inacción o poca actividad para combatir el cambio climático, ya sea mediante acusaciones de prácticas laborales antiéticas, evaluaciones negativas de entes reguladores, manifestaciones de organizaciones no gubernamentales, además de una escasez repentina de recursos.
“Hubo fracasos en comunidad que dependían de un trabajo; exigencias de lo que comenzó a ser el cliente sustentable; inversionistas cada vez más interesados en la sustentabilidad y competidores que empezaron a modificar sus prácticas, como General Electric”, comentó.
El maestro en Administración con orientación en Organizaciones aseveró que varias empresas comenzaron a ubicar dónde están sus principales huellas de carbono en su cadena de valor, así como los desperdicios, con lo que visualizan oportunidades para cambiar.
La migración constante es una característica inherente de las ciudades. Existe una movilidad natural que dificulta el arraigo de los individuos que las habitan. “No podemos pretender tener el mismo arraigo que tienen en un pueblo, donde varias generaciones siguen viviendo en las mismas condiciones con ciertas características”, comentó Rosalba González Loyde, profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
González Loyde señaló que precisamente esta sensación de pertenencia influye en cómo la gente cuida el lugar que habita. En las ciudades además está presente el fenómeno de los propietarios y arrendadores, en el que –consideró- debe existir un equilibrio entre propietarios (las personas que van a seguir viviendo en un mismo lugar) y arrendadores. Esto brinda certeza a las personas que habitan una misma zona y reduce el flujo poblacional a sólo los arrendatarios o personas que habitan viviendas en renta.
La maestra en Desarrollo Urbano por la Pontificia Universidad Católica de Chile, advirtió también que el actual modelo, cuyo origen se debe a las presiones inmobiliarias, tiene a las personas compartiendo vivienda en renta (co-living) y se mantendrá en el mediano plazo. Serán alrededor de 40 a 50 años, ya con las nuevas generaciones, con bajos índices de natalidad, que quizá modifiquen el actual modelo de vivienda, sobre todo si el Estado participa con las regulaciones pertinentes.
Y añadió que en el futuro próximo no habrá vivienda social. “Estamos lejos de entender los modelos de vivienda social y vamos a ver cómo se va reduciendo la vivienda en metros cuadrados. No se va abaratar pero será más asequible. Lo que va a seguir aumentando es la vivienda en renta, va a haber menos propietarios y más rentistas.”
Respecto al riesgo de que el modelo actual pase de las ciudades a las zonas turísticas, Loyde destacó que es importante reconocer la diferencia de lo que sucede en las capitales con respecto al resto del país. “Seguramente la regulación que podamos proponer para zonas centrales de la Ciudad de México, ni siquiera para toda la ciudad, no sería la misma para lo que sucede en playas. Este tipo de servicio es hotelero y hay que entenderlo como eso, tiene que ser diferencial”.
Finalmente, indicó que en el caso de otras ciudades fueron los propietarios en algunas de las zonas más turísticas en Barcelona quienes influyeron en el proceso de gentrificación, “además tiene que ver con el tipo de gobiernos que tienen. Lo mismo para Madrid, lo mismo para Berlín, lo mismo pasó en París.”
La desecación del Lago de Texcoco, el entubamiento de los ríos, la descarga de aguas residuales sin tratamiento, el crecimiento de la mancha urbana y la altura de su ubicación, entre sus causas
La mala calidad del aire en el Valle de México es consecuencia de decisiones tomadas durante más de 500 años. Desde que los mexicas fundaron Tenochtitlan en el centro de un lago, comenzaron los problemas ambientales “que aún padecemos”.
El doctor Rodolfo Sosa, del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAYCC), hace un recuento histórico de algunas de esas “decisiones” para los lectores de UNAM Global.
En 1325, al fundar su ciudad en una isla en medio del lago de Texcoco, los mexicas comenzaron a desarrollar las zonas adyacentes, incluidas las chinampas como tierras de cultivo. Para 1449 la mancha urbana ya había crecido bastante. A petición de Moctezuma I, se habían construido el albarradón de Nezahualcóyotl (dique para regular las aguas de los lagos de Zumpango y Xaltocan y evitar las inundaciones) y algunas avenidas para comunicar Tenochtitlan con algunos pueblos de las riberas del lago.
Con la conquista y la caída de Tenochtitlan, se destruye la ciudad y se le gana terreno al lago desecándolo y aumentando gradualmente la mancha urbana para edificar lo que ahora es la Ciudad de México.
En 1781 se construye el Tajo de Nochistongo (que posteriormente será el gran canal del desagüe) para evitar las inundaciones en la ciudad.
En 1792, José Antonio de Alzate y Ramírez reporta en la Gaceta Literaria de México que en la Ciudad de México “se hallan establecidas más de cuarenta panaderías y otras tantas tocinerías…”.
“En las panaderías al amanecer ya tienen finalizada la primera hornada de pan; en las tocinerías hay continuamente fuego para fabricar jabón, purificar la manteca; el humo que resulta de la infinidad de fogones que arden por la noche necesariamente llena el aire que nos rodea de infinidad de partículas que se le mezclan, y como éste aquí es tan delgado y de noche se enfría, las partículas desprendidas del combustible permanecen en la parte inferior de la atmósfera hasta que el aire enrarecido por el calor del sol, o puesto en movimiento por otras causas, muda de lugar y transporta las emanaciones que se desprenden del mucho combustible que se consume diariamente en México”. He aquí uno de los primeros reconocimientos a la interacción entre las ciencias atmosféricas y ambientales.
Aguas residuales y tolvaneras
En relación con las aguas residuales que se generaban en la ciudad, éstas eran descargadas a los ríos que en época de lluvias aumentaban su caudal y el peligro de inundación.
Para evitar que estas aguas contribuyeran a la inundación, se comenzaron a entubar los ríos y sus aguas se envían fuera del Valle de México a través del gran canal de desagüe, que en 1900 inaugura el presidente Porfirio Díaz.
Desde 1927, Miguel Ángel de Quevedo advierte de las grandes tolvaneras por “los terrenos tequezquitosos del antiguo Lago de Texcoco”. Decía que cuando se presentaban vientos con altas velocidades levantaban la tierra suelta de la zona lacustre, es decir, causaban la re-suspensión de partículas en la atmósfera.
Las tolvaneras eran ya un problema de contaminación atmosférica que además de impedir la visibilidad causaban enfermedades respiratorias y gastrointestinales por la cantidad de microorganismos patógenos que en un momento dado también se incorporan a estas partículas.
En 1960, el doctor Humberto Bravo y el maestro Armando Báez, investigadores fundadores del Centro de Ciencias de la Atmósfera, publican el artículo “Estudio del depósito de polvo por gravedad en la Ciudad de México”.
Este depósito de polvo causado por las tolvaneras en los años 50 y 60 del siglo pasado, que hoy casi nadie recuerda, pero las nubes de polvo que por las tardes cubrían la ciudad causaban infecciones respiratorias e intestinales, por lo que la gente procuraba protegerse con pañuelos. El polvo provenía del lecho del lago de Texcoco que poco a poco se fue desecando.
Más tarde, Nabor Carrillo, con el fin de evitar el impacto de las tolvaneras, propone sembrar pasto y otros cultivos donde estuvo el lago de Texcoco y la poca agua que queda se concentra en el hoy lago Nabor Carrillo.
Entubamiento de ríos
En 1945 se inicia el entubamiento del río de La Piedad, que dio lugar a lo que ahora se conoce como Viaducto Piedad; posteriormente se entubó el río Churubusco, con lo que se dio el proceso de conversión de ríos en vialidades.
En la década de los años setenta, al aumentar las descargas de aguas residuales a los ríos, los que quedan se entuban y conectan al drenaje profundo, obra de ingeniería de clase mundial que inaugura el presidente Luis Echeverría.
“Actualmente para sacar las aguas negras de la ciudad hay que bombearlas porque el mismo hundimiento de lo que fue el lago ya no permite que fluyan por gravedad”.
Como las aguas residuales no se tratan, cuando pasamos por alguna coladera o zonas colindantes a los canales que todavía existen en la ciudad se perciben olores fétidos. Es agua que lleva contaminantes tóxicos, como el ácido sulfhídrico, que huele a huevo podrido, además de otros compuestos, como metano, que es un gas de efecto invernadero.
La altura de la Ciudad de México es otro problema que contribuye a la contaminación atmosférica. A dos mil 240 metros sobre el nivel del mar, la alta radiación ultravioleta contribuye a favorecer la presencia de contaminantes atmosféricos fotoquímicos.
En las “ciudades elevadas hay un déficit en la masa de oxígeno para un mismo volumen de aire”. A esas alturas, como en la CDMX, La Paz y El Alto (a más de cuatro mil metros sobre el nivel del mar), en Bolivia, la gente necesita inhalar un mayor volumen de aire, por lo tanto respira mayor cantidad de contaminantes.
Estar asentada en una cuenca, una zona “prácticamente cerrada”, ha contribuido también al deterioro de la calidad del aire en la Zona Metropolitana de la Ciudad México.
¿Qué hacer?
Para que la mancha urbana no siga creciendo, Sosa recomienda descentralizar actividades económicas y fortalecer otros polos de desarrollo en el país. No todas las actividades se deben concentrar en el Valle de México.
Poco a poco, el sector industrial y otras actividades administrativas pueden trasladarse, bajo una evaluación costo-beneficio considerando estrictas medidas ambientales, a otras zonas con la “calidad del aire no tan deteriorada” y con mayor disponibilidad de agua, de materias primas, mano de obra, entre otros factores, con lo que se incentivaría el desarrollo de otras regiones.
También es necesario tratar las aguas residuales antes de descargarlas a ríos o lagos, así como separar el agua de lluvia para su mejor aprovechamiento y recuperación pues ya se cuenta con la tecnología para capturarla y tratarla.
No debemos tirar basura en la calle porque tapa el sistema de drenaje y causa inundaciones en diferentes zonas de la CDMX.
En estas acciones deben participar todos los sectores: productivo, de transportes, gobierno, medios de comunicación, academia y ciudadanos.
El sector académico es fundamental porque aporta bases técnicas y científicas sobre la problemática ambiental. El gobierno cuenta con el sistema de monitoreo atmosférico más completo y es la instancia que toma las decisiones para aplicar las estrategias correspondientes.
A fin de cuentas, dice Sosa, estamos en una zona lacustre. “Y la historia vuelve”. La naturaleza nos lo recuerda, por eso ocurren fenómenos como las inundaciones, condiciones favorables para la formación de contaminantes secundarios, condiciones desfavorables para su dispersión, etcétera.
Estamos respirando casi 1000 piezas de microplásticos al año.
Su principal fuente de origen son los textiles sintéticos y el material de empaque y embalaje.
El polvo atmosférico contiene microplásticos, patógenos, metales pesados y contaminantes orgánicos que puede causar asma, neumotórax, alveolitis, bronquitis crónica y neumonía.
“No solo de pan vive el hombre”, dice el dicho popular. También puede enfermar y hasta morir por comer e inhalar… microplásticos. Sobre todo, en la Ciudad de México, una de las metrópolis más contaminadas del mundo.
Se realizó una investigación que da detalles sobre cuántos micropláticos inhalamos en la Ciudad de México. El campo de estudio fueron los polvos atmosféricos inhalables que van adheridos al material particulado (PM2.5 y PM10).
El estudio fue realizado por Shruti Venkata Chari y Priyadarsi Debajyoti Roy, del Instituto de Geología de la UNAM, así como por Gurusamy Kutralam-Muniasamy y Fermín Pérez Guevara, de CINVESTAV e Ignacio Elizalde Martinez, de CMPL, ambos de IPN, en colaboración con la Secretaría del Medio Ambiente (SEDEMA).
El estudio (215 muestras de monitoreo en 2020) se realizó en distintas estaciones de la CDMX: Tlalnepantla, San Agustín, la Merced, UAM Iztapalapa, Pedregal, Xalostoc y Lomas Verdes. Tanto en zonas urbanas como residenciales e industriales, y en época de seca y lluvias. Fue recientemente publicado en la revista Science of the Total Environment.
Microplásticos fibrosos y azules
Se observaron más microplásticos en los polvos atmosféricos cerca de los centros industriales, comerciales y urbanos como: Tlalnepantla, Iztapalapa y La Merced. Y en mayor abundancia durante la estación más seca del año, señaló la doctora Venkata Chari.
Por primera vez, un estudio revela que en la Ciudad de México:
Un metro cuadrado en polvos de PM2.5 y de PM10 contienen:
0.110 ± 0.055 y 0.205 ± 0.061 (el doble) de partículas de microplásticos, respectivamente.
En la CDMX “estamos inhalando casi 1,000 piezas de micro plásticos al año. Y en el mundo, a través del consumo de pescado y mariscos, ingerimos tal vez 10 mil piezas de microplástico anualmente”, dijo el doctor Roy.
La forma fibrosa y el color azul dominan los microplásticos atmosféricos de la capital del país. La longitud más larga registrada fue entre 39 y 5,000 micrómetros. El 66 % de ellos fue menor a los 500 micrómetros.
Una PM2.5 -apunta la doctora Venkata Chari- tiene un diámetro casi 25 veces menor que el de un cabello humano. Son tan pequeñas que se pueden respirar y llegar a los pulmones.
Material de empaque y embalaje, así como textiles sintéticos (polímeros de celofán, polietileno, tereftalato de polietileno, poliamida y celulosa) son el principal origen del material particulado contenido en los polvos de la ciudad, agrega el doctor Kutralam-Muniasamy.
Nadie a salvo de los microplásticos
El plástico se inventó en la segunda mitad del siglo XIX y su uso comercial comenzó después de los cincuenta del siglo XX. Luego de siete décadas, es un material omnipresente. Tan solo por su degradación, asegura el doctor Roy, tenemos en la superficie del mar microplásticos (de menos de 5 mm) equivalentes a 30 mil millones de botellas de plástico.
Los plásticos son materiales versátiles con amplias aplicaciones en cosméticos, ropa, empaques, juguetes, muebles, tintas, alfombras y muchos otros productos cotidianos.
Los microplásticos se originan tanto en fuentes primarias (sintetizadas a un cierto tamaño) como secundarias (descomposición de plásticos más grandes).
Hoy en día, nadie está a salvo de los microplásticos. Están presentes en todos los ecosistemas: en el mar, en los continentes, en las montañas, en los polos y en las ciudades.
En el mundo estamos produciendo un poco más de 360 millones de toneladas métricas de plástico. Se estima que para 2050 se triplicará esta cifra y este material sintético estará presente en el agua, la leche, los mariscos, los peces y hasta en el agua de lluvia.
En junio de 2022 se detectaron microplásticos en la Antártida, hecho que sumado al calentamiento global, contribuyen al derretimiento de los glaciares. Al ser microplásticos oscuros, atrapan la luz solar y generan calentamiento local.
Microplásticos, riegos para la salud
La contaminación del aire es un problema de salud en México, ya que causa -asegura la doctora Venkata Chari- aproximadamente una de cada 17 de muertes en el país (5.9%).
La inhalación y permanencia en los pulmones de microplásticos contenidos en material particulado y otros contaminantes son una amenaza directa a la salud.
Cada residente de la Ciudad de México inhala, sin darse cuenta, hasta 2.4 ± 0.9 microplásticos todos los días y un total de 876 ± 356 microplásticos por año.
En otras palabras -dice Kutralam-Muniasamy- si un humano puede respirar de 15 a 20 metros cúbicos de aire, se estima que en la CDMX podrían ser respirados alrededor de 900 microplásticos por año.
El doctor Roy considera que la exposición prolongada a fibras sintéticas a través de la inhalación de microplásticos atmosféricos (transportan también patógenos, metales pesados y contaminantes orgánicos) puede causar asma, neumotórax, alveolitis, bronquitis crónica y neumonía.
Las PM2.5, agrega, “son generadoras de enfermedades cardiovasculares y respiratorias, porque contienen sulfatos, nitratos, ácidos metales y (ahora sabemos) también microplásticos que van en sangre y pueden llegar hasta la parte más profunda de los pulmones.
No solo inhalamos microplásticos, también los comemos. Otra investigación de mismo grupo UNAM-IPN reportó contaminación por microplásticos en leche, refrescos, té, cerveza y agua potable de la Ciudad de México.
Dejar de consumirlos reducirá su producción
Que los residentes de la CDMX coman e inhalen microplásticos todo el año, requiere que el Gobierno tome medidas para minimizar el uso de plástico y crear conciencia pública.
Ayuda a esta tarea el conocer las principales fuentes que generan microplásticos, para diseñar un plan de mitigación y reciclaje y que no contaminen el ambiente.
También será de utilidad que las empresas que los producen, también los reciclen. Y que el ciudadano tome conciencia de que si deja de usar plástico, no habrá tanta producción de plástico porque tampoco habrá consumo.
La transición es inevitable; están listas para usarse: Antonio del Río Portilla, director del IER
Cualquier empresa o cooperativa que tenga desechos agroindustriales puede utilizar los desechos orgánicos para crear biocombustibles.
Las energías renovables son competitivas y están listas para usarse. Ya pueden generarse en casi cada lugar del planeta y en México donde las necesitemos, afirmó Antonio del Río Portilla, director del Instituto de Energías Renovables (IER).
“Ya la energía de fuentes renovables (solar fotovoltaica y fototérmica, eólica y biocombustibles) nos posibilitan a producirla en el sitio donde se demande y por las personas que la requieran.”
Para el científico, el cambio de fósiles a renovables depende de que empecemos a usar las segundas, “es algo que está en camino y la transición es inevitable”.
Las fuentes renovables hoy en día son más baratas que las de combustibles fósiles, sobre todo en la generación eléctrica. “Es una cuestión de tiempo, todavía pensamos que estamos en el siglo pasado cuando las energías de combustibles fósiles sí eran más baratas que las renovables, pero hoy en día no es así”, señaló.
La decisión política que se requiere es el fomento a las renovables. Hoy en día, empresarios y particulares están invirtiendo en esta alternativa limpia, pese a que el gobierno federal apoya las refinerías que usan petróleo.
“Muchos académicos del IER ya tenemos paneles fotovoltáicos en las casas, y desde hace más de 20 años algunos contamos con calentadores solares. No nada más hacemos investigación en estos temas, estamos convencidos, y nuestro bolsillo está siendo favorecido porque las renovables son más baratas y además no emiten gases de efecto invernadero”, comentó el universitario.
De renovables a sustentables
Antonio del Río precisó que las energías renovables son aquellas que se utilizan a una tasa menor que la que se consume, mientras que las sustentables consideran otros aspectos ambientales, como un ecosistema propicio para ellas, no únicamente que duren, sino que igualmente sean adecuadas para ese entorno y para la sociedad.
“Puede ser que la energía renovable no sea sustentable en un determinado sitio, no son sinónimos. La energía sustentable involucra como pilares la parte ambiental, económica y social. Depende de otros factores y no sólo el tecnológico.”
Para Del Río, las renovables son el futuro, y la generación del petróleo pronto pasará. Reconoció que este último tiene mucha energía por unidad de masa y responde rápido a los requerimientos de potencia, pero emite gases de efecto invernadero, y por su causa los eventos extremos que pasaban cada 50 años, ahora los vemos frecuentemente.
Cuando se calienta la atmósfera hay más energía y al haberla los huracanes tienen más velocidad, mientras que en el caso de las inundaciones inusuales, se deben a que el agua se evapora más por las altas temperaturas y por eso cae más agua. “El calentamiento global está haciendo que la atmósfera tenga más energía, y ésta se tiene que disipar, generando que estos eventos sean más intensos y frecuentes”, explicó.
Consideró que energías renovables y sustentables deben avanzar de forma paralela y poner las primeras cuidando los aspectos ambientales, económicos y sociales de la implantación de esa tecnología.
Para promover las renovables el experto sugiere ir avanzando por regiones o municipios, pequeños poblados donde se analicen los resultados antes de entrar a grandes ciudades. “Invito a las autoridades municipales a que exploren esta opción, es mucho más fácil hacerlo a escala pequeña y fomentar que los inversionistas apoyen las energías limpias que no contaminan el sitio”.
Respecto al territorio nacional, propuso usar la solar, tanto térmica como fotovoltaica, pues son totalmente viables. “Tenemos un promedio de 5.5 kilovatios de radiación por metro cuadrado, que nos produce al menos 0.5 kilovatios/hora al día. Con cinco metros cuadrados se abastece el consumo de una familia”, ejemplificó.
Destacó que en México hay regiones con una buena componente de viento para impulsar la energía eólica, como Oaxaca, Yucatán y algunas zonas de Jalisco donde hay veletas de agua que giran. “En estos lugares pueden emplearse aerogeneradores que tengan la misma función que un sistema fotovoltaico. Se puede subir el agua o generar electricidad para abastecer el consumo de una casa o un pequeño negocio”.
A lo largo de todo el litoral pueden aprovecharse las brisas del mar para mover aerogeneradores en la mañana y en la tarde y producir energía.
En cuanto a los biocombustibles, cualquier empresa o cooperativa que tenga desechos agroindustriales puede utilizar los desechos orgánicos para crearlos. “En algunos ranchos lecheros de Querétaro se usa el excremento de las vacas. Otros desechos producen biogás y bioetanol en Yucatán. Estas tecnologías se están empleando en diversas zonas del país, aunque necesitan asesoría y personal capacitado para implementarlas con mayor éxito”.
En México pueden utilizarse la solar, tanto térmica como fotovoltaica, pues son totalmente viables, así como la eólica, ya que a lo largo de todo el litoral pueden aprovecharse las brisas del mar para mover aerogeneradores en la mañana y en la tarde y producir energía.
Investigaciones del IER
En el IER, con sede en Temixco, Morelos, trabajan con energía solar fototérmica colocando dispositivos para captar la energía del Sol y calentar agua, algún fluido o para deshidratar alimentos (aplicaciones termosolares).
En energía fotovoltaica hay equipos que calculan muy bien la eficiencia de equipos pequeños y grandes, de kilovatios a megavatios.
Un grupo de especialistas del Instituto se dedica a analizar materiales para el almacenamiento de energía o para crear celdas fotovoltaicas. “Tenemos algunas patentes para nuevas celdas fotovoltaicas y para baterías y otros sistemas que almacenan carga eléctrica”, mencionó.
Otro estudia energía geotérmica y evalúa si en algún lugar de la República Mexicana puede haber una instalación que aproveche la energía disponible en el subsuelo de la Tierra.
Respecto a la eólica, se trabaja con las conexiones eléctricas con la red de grandes sistemas eólicos que aprovechan la energía del viento, y también examinan los diseños de pequeños aerogeneradores. “Se analizan las capacidades de regiones completas para ver si podemos instalar parques eólicos o pequeños aerogeneradores arriba de las casas y edificios de ciertos poblados”, agregó.
Un grupo más investiga sobre biocombustibles a partir de desechos. Con algas, bacterias y otros microorganismos, así como combinaciones electroquímicas para convertir desechos en biocombustibles.
Aunque las patentes del IER aún no llegan al mercado, esta entidad universitaria ya colabora con empresas, y están empleando algunos desarrollos tecnológicos hechos por ellos.
“En México es necesario que las autoridades municipales, estatales y federales se convenzan de que lo que puede sacar a la nación de la pobreza energética son las energías renovables. Con su posibilidad de generarlas en forma distribuida, son una opción”, concluyó.
La producción de alimentos, el agua y la salud son aspectos que se agudizan en tiempos de cambio climático, y las mujeres, principalmente de zonas rurales, han sido relevantes en estos temas.
El agua, por ejemplo, es un tema en el que las mujeres están directamente involucradas, no sólo por los quehaceres de la casa, sino por el cuidado de la familia y la producción de los alimentos en la huerta del hogar, comenta la doctora Úrsula Oswald Spring, investigadora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la UNAM.
Por otro lado, están las enfermedades transmitidas por vectores (dengue, chikungunya, zika) y organismos vivos que propagan enfermedades infecciosas. Son precisamente las mujeres quienes se encargan de cuidar a los enfermos, lo que aumenta su jornada de trabajo.
Diferencias de impacto
El agua es crucial en términos de género en México, uno de los países más afectados por el cambio climático, debido a que estamos entre dos océanos en los que constantemente aumenta la temperatura.
“Estamos excesivamente expuestos a los fenómenos hidrometeorológicos que ocasionan desastres por huracanes o sequías y como consecuencia esto incide en la seguridad alimentaria”, señala la investigadora.
Las mujeres no sólo están expuestas, sino también son agentes de cambio, ya que tienen la capacidad de asumir liderazgos locales, regionales, nacionales e internacionales.
Lo crucial del cambio climático, agregó, es que los impactos son diferenciales de acuerdo a si se trata de hombres o mujeres; por lo tanto, también las políticas públicas deben tener en cuenta ambos aspectos.
La doctora en antropología social con especialidad en ecología hizo énfasis en que aproximadamente, entre un 68 y un 87 por ciento de las muertes en un desastre son mujeres y niñas.
“No sólo son víctimas por la vulnerabilidad social y la discriminación de género, sino porque la mayoría muere otras vidas; se les ha inculcado cuidar a los demás y es un rol que se auto asume en la vida cotidiana.”
Mujeres frente al cambio
En México, la tala y los incendios forestales ocasionados tanto por sequía como por intereses creados, traen consigo escasez de agua afectando el ciclo hídrico, los bosques, el cultivo, la alimentación y por ende, la salud.
“La agricultura climáticamente inteligente puede ahorrar en nuestro país hasta 32 por ciento de los gases de efecto invernadero, pero para eso, se necesita promover desde el Estado en conjunto con la iniciativa privada, la sociedad y especialmente las mujeres, una política de agricultura de traspatio con eficiencia productiva que permitiera producir los alimentos”, sugiere la investigadora.
Cabe destacar, que aproximadamente el 65 por ciento de los alimentos que se consumen en nuestro país, es producido por mujeres en pequeñas parcelas y huertos. Aún a nivel mundial, la mitad de los alimentos para consumo humano es producida por mujeres, precisó.
Las mujeres son elementos clave en la vida diaria, la integración familiar, los procesos de reproducción, el manejo ambiental y la estabilidad psicológica en situaciones de conflictos, así como durante y después de desastres, y por supuesto, para la mitigación y adaptación al cambio climático.
Las mujeres del campo pueden desempeñar un papel destacado en las acciones de mitigación del cambio climático, pues son quienes preservan un enorme saber sobre el manejo de nuestra riqueza biológica. Sobre todo, en comunidades donde la mayoría de los hombres han migrado a las ciudades.
Si deseas profundizar en este tema, te recomendamos la lectura del libro Cambio climático. Miradas de género, editado en 2015, en el que participa Úrsula Oswald Spring y otras académicas e investigadoras. Se trata de una aportación que analiza cuatro de los temas más delicados en la actualidad: los bosques, el agua, la salud y la seguridad alimentaria.
Cuando Rodolfo Rioja era estudiante de Biología en la FES Zaragoza hace aproximadamente 20 años, exploró los arrecifes coralinos de la península de Yucatán y quedó maravillado por su belleza.
Desde entonces dedicó su vida a la investigación y ha sido testigo de su destrucción. Las razones son diversas, pero básicamente se pueden agrupar en efectos del cambio climático, la actividad humana y fenómenos naturales como los huracanes, indicó el académico de la Facultad de Ciencias de la Unidad Multidisciplinaria de Docencia e Investigación en Sisal.
La investigación de Rioja se ha basado en los arrecifes de Cozumel, Puerto Morelos y Cayo Arenas, donde queda una minoría de los arrecifes que existían. “Este ecosistema que conocen mis alumnos no es el mismo que yo conocí hace tres décadas”, añadió el también responsable del Laboratorio de Análisis Espacial de Zonas Costeras.
De hecho, existían colonias de coral, que son las que forman los arrecifes coralinos, que tenían más de 400 años de edad y que recientemente han desaparecido. Eso significa que las condiciones de hoy son muy distintas a las que ha habido en los últimos cientos de años.
La recuperación de los arrecifes es muy lenta porque las colonias que los conforman crecen aproximadamente un centímetro y medio cada año. “Son afectados rápidamente, pero su recuperación es muy tardada o nula dado que hemos alterado las condiciones del sistema de distintas maneras”
Su servicio a las personas
Los arrecifes coralinos son fundamentales por los servicios ambientales que prestan. Por ejemplo, funcionan como barreras naturales que protegen de los huracanes, son refugio de varias especies de importancia comercial, atraen al turismo e incluso poseen sustancias que pueden aplicarse en la medicina.
Al proteger la costa, los arrecifes coralinos mantienen las playas en buen estado y con arena, es decir, atractivas para el turismo. Sin embargo, el aumento de la temperatura, como consecuencia del cambio climático, hace que una relación muy importante entre los corales y las algas se modifique y los corales se vuelvan blancos y puedan morir.
Otra cuestión importante es el desarrollo de la infraestructura. “Conforme incrementen las personas que viven en la costa, habrá mayor contaminación sobre el agua que llega a los arrecifes de la Península de Yucatán”.
La península es un sistema Kárstico, es decir, el agua de la superficie del terreno se filtra fácilmente al manto freático que está altamente conectado por ríos subterráneos que desembocan al mar. Al existir un tratamiento muy limitado de las aguas residuales, no se eliminan los principales contaminantes producto de la actividad humana y éstos llegan a los arrecifes.
La sobrepesca es otro factor. “Nos hemos comido a los animales que mantenían el equilibrio y por ende los arrecifes coralinos, ya afectados por la contaminación y el cambio climático, pasan a ser arrecifes dominados por macroalgas”.
Al no tener arrecifes sanos con una buena cobertura de corales, pierden su complejidad estructural y por lo tanto su capacidad de proteger del oleaje las costas.
En la UNAM
Para mejorar la situación de los arrecifes en la península de Yucatán, Rodolfo Rioja ha desarrollado una técnica de modelación a través de fotografías digitales. Con un equipo de estudiantes y colaboradores, el académico acude a distintos sitios en donde se encuentran los arrecifes para para tomar fotografías de su superficie.
Más tarde, las fotografías se procesan utilizando técnicas de fotogrametría digital, lo cual permite hacer estudios ecológicos e imprimir modelos a escala en 3D. En un canal de oleaje los modelos se utilizan para determinar que tanto los arrecifes disminuyen la fuerza del oleaje causado por tormentas y huracanes y por lo tanto, determinar su capacidad de protección a la costa. Los modelos 3D se imprimen en laboratorios del posgrado en Diseño Industrial y las pruebas de oleaje se realizan en la Unidad Sisal del Instituto de Ingeniería.
El objetivo final es construir estos modelos a mayor escala para colocarlos en zonas donde ya había arrecifes y/o que tengan un problema de erosión de playa y así recuperar un poco las zonas afectadas.
¿Qué puede hacer la gente común?
Los arrecifes son muy importantes y las personas de las comunidades costeras pueden ayudar “muchísimo”, por ejemplo al disminuir sus hábitos de consumo, lo cual reduce su “huella” en los ecosistemas costeros.
Por otra parte, las autoridades deben crear regulaciones más estrictas sobre el agua que llega al mar, para que el manto freático esté en mejores condiciones, promover un crecimiento ordenado de la zona costera y fortalecer las Áreas Naturales Protegidas, que son la mejor herramienta para la conservación de la biodiversidad.
* Masiva floración activa el ecosistema más árido del mundo
* Cambio climático, sequía y saqueo amenazan a este fenómeno único e imprevisible
Pese al cambio climático y la sequía, después de varios años de ausencia, vuelve a florecer el desierto de Atacama, en el norte de Chile.
Tres meses dura este bello fenómeno natural, durante los cuales las yermas planicies del desierto más árido del planeta se cubren de coloridos prados de flores gracias a un invierno generoso en lluvias y nieve.
La masiva floración incluye malvillas, añañucas, huillín, patas de guanaco, garritas de león… en total, unas doscientas especies vegetales.
El desierto de Atacama despertó por la cantidad de agua que trajo la lluvia y el golpe de frío por la nieve que cubrió la cordillera de los Andes, en el norte de Chile, durante el invierno.
El profesor Nicolás García, de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza (FCFCN), de la Universidad de Chile, explica por qué son necesarias esas dos condiciones:
Para poder florecer las plantas necesitan que las lluvias estén acompañadas de olas de frío. Como llovió en julio, la cordillera de Coquimbo estaba nevada hasta la costa. Cayó mucha agua y mucha nieve.
Este fenómeno natural es único e imprevisible, agrega Rosita Scherson, ingeniera agrónoma y doctora en biología vegetal. Sin embargo, “por el cambio climático, no sabemos cuándo volverá a ocurrir”.
Los periodos de sequías son cada vez más largos. Las últimas grandes precipitaciones con golpe de frío ocurrieron en los años 2015 y 2017.
Plantas dormidas
Las plantas del desierto de Atacama permanecen dormidas bajo la arena. Ahí sus semillas, bulbos o rizomas están acostumbrados a resistir largos periodos sin germinar.
Pero cada cierta cantidad de años, agrega Scherson, también profesora de la FCFCN, cuando llueve lo suficiente (más de 20 mm), despiertan y son capaces de generar nuevas plantas.
Aunque la mayoría son endémicas, algunas están muy amenazadas. La garrita de león, por ejemplo, está en peligro de extinción. Vive en algunas quebradas y sólo florece cada vez que se presenta el fenómeno del Desierto Florido, que activa el ecosistema.
Con la floración, señala García, doctor en botánica, aparecen los insectos polinizadores y sus depredadores (aves y reptiles), así como zorros y otros mamíferos.
Plantas en peligro
Muy raras (son hermosos los prados de garrita de león y los de pata de guanaco), las plantas del desierto de Atacama (a veces aparecen especies nuevas) son de interés para botánicos, aficionados y turistas.
No sólo el cambio climático y la sequía, sino también el saqueo de flores por turistas y aficionados ponen en peligro a las plantas del desierto de Atacama.
En los ramitos de flores que se llevan, advierte García, van potenciales semillas. A mayor saqueo, menor cantidad en el banco de semillas y bulbos para el próximo evento de Desierto Florido.
Automóviles, jeeps, motos e incluso el aterrizaje de avionetas destruyen los reservorios de semillas y bulbos, muchos de los cuales ya no despertarán en plantas que ahora embellecen el desierto de Atacama.
· Es una herramienta de planeación socioecológica para guiar y coordinar las acciones, a fin de promover la preservación del ecosistema nativo de Ciudad Universitaria
Conservar el ecosistema nativo de la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel (REPSA) de Ciudad Universitaria (CU), su roca volcánica, vida silvestre y procesos que permiten su existencia a partir de investigar y compartir el procedimiento para fomentar el aprendizaje colectivo, son los objetivos del Plan de Manejo Adaptativo (PMA) de esa área natural protegida bajo custodia de la UNAM, explicó la secretaria ejecutiva de la REPSA, Silke Cram Heydrich.
En ocasión del 39 aniversario de la firma del acuerdo por parte de la Rectoría de la Universidad Nacional para la creación de la Reserva, se presentó el documento, el cual se basa en el conocimiento científico y fundamentos éticos, es una herramienta de planeación socioecológica que busca guiar y coordinar las acciones a través de una ética ambiental que promueva la conservación del ecosistema nativo de CU, afirmó.
En el auditorio del Jardín Botánico del Instituto de Ecología, y ante el exrector de la UNAM, José Sarukhán Kermez, también investigador de esta entidad académica, la universitaria consideró que se trata de una especie de faro para tomar las decisiones en los asuntos que competen al sitio.
Mediante un video proyectado en la ceremonia híbrida, se expuso que el Plan es una estrategia adaptativa, ya que la realidad es compleja y, por ello, debe ser flexible para responder a la naturaleza de las circunstancias, pero siempre en un marco ético, legal y teórico explícito en constante verificación.
Está estructurado en componentes base y adaptativos, los primeros ocho se organizan en una espiral, autorreflexiva de retroalimentación constante y establecen una ruta fija de cómo realizar las acciones, las cuales pueden desarrollarse secuencialmente o no, en función de lo que la atención del asunto demande.
Los mencionados componentes conforman el Bauplan, término tomado de la Zoología que se refiere a la configuración general de la estructura corporal de los animales que les permite adaptarse al entorno que habitan. En su interior se encuentran los adaptativos que están relacionados con la atención de los asuntos.
Cultura socioecológica
Los seis programas que conforman el PMA son: gobernanza, preservación, atención a los factores de presión, manejo integral de paisaje, comunicación socioecológica e investigación y conocimiento. Dentro de estos se establecen diferentes líneas de investigación-acción por medio de las cuales, a partir de la acción, reflexión y documentación constantes se realiza la atención de los asuntos de manera colectiva y multidisciplinaria.
Al respecto Silke Cram dijo que para el equipo de la REPSA el Plan es una herramienta de planeación que contiene acciones, se adapta a las indicaciones específicas temporales, refiere los instrumentos para lograr objetivos en un territorio especifico; es una estrategia legal para la conservación y mantenimiento de áreas naturales protegidas y determina un rango de acción para el establecimiento de principios.
Destacó el trabajo de la comunidad de la Reserva, que inició con el doctor Jerzy Rzedowski, cuya investigación sobre la vegetación del Pedregal en 1954 hizo posible la conservación del Pedregal Universitario.
Asimismo, reconoció la labor del grupo de estudiantes y profesores que a partir de 1981 y hasta 1983 pugnaron por el establecimiento de la reserva, así como a la Rectoría que ha reiterado el compromiso de mantener la Reserva Ecológica, “a los doctores Octavio Rivero Serrano, José Sarukhán Kermez, Juan Ramón de la Fuente y Enrique Graue Wiechers, quienes, en su momento, mostraron el interés por esta área natural protegida, que se sigue manteniendo”.
Además, destacó la participación de los responsables académicos y secretarios ejecutivos por su constante labor para la protección del Pedregal: Julia Carabias Lillo, Jorge Soberón Acevedo, Ariel Rojo Curiel, Zenón Cano Santana, Antonio Lot Helgueras y Luis Zambrano González. De igual forma, el apoyo a la Coordinación de la Investigación Científica para la elaboración y publicación del Plan, al Comité Técnico REPSA por su vinculación en la toma de decisiones, así como al personal de la anterior y actual Secretaría Ejecutiva de la REPSA, por su constante entrega y buen equipo de trabajo.
Subrayó el compromiso de colaboradoras y colaboradores de la REPSA, al voluntariado de servicio social y trabajadores UNAM, un grupo multi y transdisciplinario que contribuye a la conservación del Pedregal.
En tanto, la coordinadora de Gobernanza y Comunicación Socioecológica de la REPSA, Marcela Pérez Escobedo, consideró que “si cada vez somos más haciendo esta labor, poco a poco lograremos llegar a la comunidad interna y externa de Ciudad Universitaria, lo que nos permitirá establecer la cultura socioecológica que se requiere en la proyección del manejo del plan para promover la protección y permanencia de la vida silvestre”.
Los universitarios Carolina Ureta Sánchez y Víctor Sánchez-Cordero son los autores de la investigación publicada recientemente en la revista Global Change Biology
Una de sus contribuciones es que se analizan los escenarios de las afectaciones a partir del marco conceptual del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático
Para 2070 los mamíferos grandes, cuyo peso sea mayor a 15 kilogramos, enfrentarán una situación de grave riesgo debido a los gases de efecto invernadero, a la pérdida de su hábitat y al estrés generado por la modificación en el uso de suelo en sus territorios, estimaron investigadores de la UNAM, quienes conformaron el primer índice de riesgo para las especies debido al calentamiento global.
Carolina Ureta Sánchez, del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático, y Víctor Sánchez-Cordero, del Instituto de Biología (IB), precisaron que uno de los principales objetivos del trabajo es pasar de un concepto de vulnerabilidad, a otro de riesgo. Este último integra la vulnerabilidad, entendida como sensibilidad y capacidad de adaptación, además de la exposición y peligro para las especies.Una de las contribuciones sustanciales del índice es que se analizan los escenarios bajo el marco conceptual más actualizado del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, que busca mejorar la comunicación entre las disciplinas para entender qué es vulnerabilidad, riesgo, exposición, etcétera.
“En biodiversidad, poco se había trabajado con este nuevo marco conceptual e incorporarlo, integra mucha más información respecto a estudios anteriores donde solo se hablaba de vulnerabilidad al cambio climático”, comentó Ureta Sánchez.
El índice fue publicado recientemente en un artículo en la revista Global Change Biology y es el primero en integrar en sus estimaciones las proyecciones por el cambio de uso de suelo, pues no solo se trata de establecer qué pasará con las especies, dadas las condiciones climáticas, sino qué sucederá, en el caso de aumentar la superficie agrícola.
Para este documento, los expertos consideraron la sensibilidad de la especie que la hace susceptible a los cambios en el clima, y la capacidad adaptativa, es decir, si se distribuye en un área protegida, así como su exposición en áreas proyectadas (si su distribución se puede reducir, aumentar o permanecer de acuerdo con las mediciones climáticas). Finalmente, el peligro a eventos que las dañan, como huracanes, incendios y otras variables climáticas.
Extirpación
Un aspecto esencial del estudio es que trazaron los índices de riesgo para diferentes niveles de diversidad en los mamíferos terrestres que ocurren en México; la biodiversidad, taxonómica y de los grupos funcionales.
En este sentido, los expertos evaluaron 450 y encontraron que 15 de ellas no van a mostrar una idoneidad climática en nuestro país, y las que más resultaron afectadas fueron: los murciélagos bonete pigmeo (Eumopshansae); el greñudo de Saco (Centronycteriscentralis); el roedor (Microtuspennsylvanicus); la tuza de la cuenca oriental (Cratogeomysfulvescens).
Asimismo, la musaraña de orejas pequeñas (Cryptotisgoodwini); la rata canguro de Sonora (Dipodomysdeserti); la tuza tropical (Geomystropicalis); el ratón de la isla del ángel de la guardia (Peromyscus guardia); el ratón cosechero de Cozumel (Reithrodontomysspectabilis); la musaraña ornamentada (Sorexornatus); y la ardilla de San Pedro Mártir (Tamiasciurusmearnsi) entre otros.
“También se proyecta la extirpación de muchísimas poblaciones de las especies, y esto va a tener implicaciones sobre la diversidad genética, que pueda afectar la conservación, a largo plazo. Encontramos, además, que las dos especies de mono aullador, dos especies de marsupiales y una de murciélago mostraron los índices de riesgo más altos.
“En cuanto a la diversidad taxonómica, de los 11 órdenes de mamíferos terrestres que ocurren en México, los grupos de las musarañas, marsupiales, artiodáctilos y lagomorfos fueron los que mostraron los índices más altos”, añadió Sánchez-Cordero.
El investigador del IB enfatizó sobre el impacto del cambio climático y de pérdida de hábitat sobre los grupos funcionales de mamíferos terrestres en México.
“Todas las especies de mamíferos mayores de 15 kilogramos fueron las que se ubicaron con mayor riesgo, respecto a las otras categorías de tamaño corporal. Es posible que esto tendrá consecuencias ecológicas y de interacciones entre comunidades de un impacto incierto, porque esas especies de mamíferos de talla mayor juegan un rol muy importante; muchas son especies bandera y, este resultado del estudio, es de enorme preocupación.
“Además, los grupos de mamíferos terrestres con hábitos alimenticios piscívoros, insectívoros, frugívoros-granívoros y herbívoros ramoneadores, fueron los que mostraron el mayor riesgo. Finalmente, las especies de locomoción arbórea y semiacuática muestran, también, índices de alto riesgo”, resaltó Sánchez-Cordero.
Al conjuntar lo anterior, se afecta la conservación de las especies y disminuyen los servicios ecosistémicos que ofrecen los mamíferos terrestres, así como a los hábitats en el país, argumentaron los autores del texto “Species, taxonomic, and functionalgroupdiversitiesofterrestrialmammals at riskunderclimatechange and land-use/coverchangescenarios in Mexico”.
La proyección para 2050 indica que las especies perderán de 39.1 a 51 por ciento adicional del hábitat adecuado proyectado debido a los indicadores del índice, mientras que para 2070 la cifra podrá aumentar a 50.2 por ciento.
El estudio, destacaron, se realizó en buena medida gracias a la información reunida por la Comisión Nacional de Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, que ofrece datos de alta calidad para este tipo de trabajos.
· Provoca la muerte de millones de organismos por choques contra edificios y desorientación: Laura Roxana Torres Avilés
· El cambio climático incide en la temperatura, humedad y ciclos de lluvia, con efectos en la disponibilidad de alimentos
· 8 de octubre, Día Mundial de las Aves Migratorias
El fenómeno de la migración es natural y común para numerosos grupos animales; sin embargo, en el caso de las aves es principalmente frecuente en las especies que viven en lugares más estacionales donde la disponibilidad de alimento favorece trasladarse en los periodos en que las condiciones ecológicas se vuelven complicadas para la supervivencia, razón por la cual se dirigen a regiones donde pueden encontrar más comida, mejor clima y condiciones para vivir, afirma la investigadora del Instituto de Ecología (IE) de la UNAM, Laura Roxana Torres Avilés.
Esta práctica es común en aquellas de la región norte del planeta, o en el sur. También algunas tropicales migran, aunque en un rango menor. “Se trata de una estrategia natural que ocurre en muchas especies de aves, pero no en todas”, precisa.
A propósito del Día Mundial de las Aves Migratorias -que se conmemora el 8 de octubre a iniciativa del Programa para el Medio Ambiente de la ONU-, la especialista en ornitología asegura que el tema de la campaña para 2022 se centra en la contaminación lumínica. El slogan es “Noches oscuras, migraciones seguras”.“Me parece una iniciativa muy interesante, porque el objetivo es sensibilizar a la población en general de una conducta maravillosa. Nos hace voltear a ver algo que está a nuestro alrededor y que veamos que estas aves vienen de un viaje larguísimo, que han cruzado fronteras y realizado una hazaña importantísima”. También nos hace pensar en las actitudes que podemos modificar y las acciones para reducir el impacto del ser humano sobre estas, refirió.
Las ciudades son fuente importante de contaminación lumínica, y esto tiene efectos graves y negativos en su migración. Se ha demostrado que la luz artificial modifica varias de las conductas y desorienta su trayectoria, alerta la especialista universitaria.
La luz artificial aumenta a nivel mundial, al menos dos por ciento cada año, y esto las afecta significativamente, ya que provoca desorientación cuando vuelan de noche, sus relojes internos se desconfiguran, colisionan con edificios y otros problemas relacionados. Las migraciones de larga distancia se ven afectadas, añade Torres Avilés.
En ese sentido, precisa que se pueden tomar medidas, como atenuar las luces de los edificios al menos durante los picos más altos de las migraciones: en mayo y octubre.
Nuevos retos para la supervivencia
Torres Avilés añade que aproximadamente 70 por ciento de las aves norteñas son migratorias, y de ese total 80 por ciento siguen sus rutas de noche y se orientan con la luz de la Luna y las estrellas.
“Su sistema nervioso está preparado para usar la luz como una forma de orientación, y el hecho de usar fuentes artificiales de luz desorienta totalmente la trayectoria de estas aves. Con frecuencia las atrae la luz artificial, hay choques contra edificios, y esto pasa en millones de organismos que mueren año con año”, asevera.
Las aves residentes también se ven afectadas por la contaminación lumínica en sus ciclos diurnos y en su reproducción, porque los organismos no están adaptados a tener luz en las noches.
Otro factor que afecta a nivel global los desplazamientos es el cambio climático, el cual en ciertos lugares impone nuevos retos para la supervivencia.
“El cambio climático afecta estas rutas migratorias de forma muy importante, pues está modificando las condiciones de temperatura, humedad, ciclos de lluvias, y eso tiene efectos en la disponibilidad de alimentos para las aves, que se basa en forma muy importante en insectos. Se hace como una cadena de efectos asociados que imponen grandes y nuevos retos para la supervivencia y la reproducción de los organismos”, precisa.
Aunque se carece de un censo de cuántas aves migratorias entran y salen del país cada año, existen esfuerzos como el de Ciencia Ciudadana de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, donde un grupo de ciudadanos fotografía especies y las registra en una base de datos para conocerlas.
Esta red internacional de ciencia ciudadana -la cual funciona desde hace menos de una década, e integra a 11 países y cuyo nombre es naturalista (www.naturalista.mx)- logra 50 millones de observaciones de naturaleza, con imágenes de plantas, hongos y animales.
Las especies son identificadas por especialistas para compartir conocimientos y crear una gran base de datos de alta calidad para una gran variedad de aplicaciones: la conservación de la naturaleza, agricultura, silvicultura, turismo, educación, cultura, salud, entre otras.
Varios animales realizan migraciones en el mundo, desde los más pequeños como son las mariposas monarca y los colibríes, hasta los más grandes como las ballenas grises. Pero, ¿cuál es la especie que realiza la migración más larga? Se trata del charrán ártico, un ave que pesa tan sólo 100 gramos y recorre 70 mil kilómetros de polo a polo y busca un verano constante.
Las migraciones son mucho más que un simple desplazamiento, es un viaje colectivo perfectamente organizado, con una recompensa que exige planificación y voluntad férrea inscritas en el instinto y los genes de las especies.
Todas las especies del reino animal realizan una búsqueda continua de alimento, de una pareja con la cual reproducirse y de una nueva oportunidad para sobrevivir, a veces buscan un retorno al hogar.
No obstante, las migraciones en el reino animal pueden ser sobrecogedoras. Por ejemplo, cada año a principios del mes de julio, rebaños de miles de ñus recorren, en el sentido de las agujas del reloj, 3 mil kms que separan los pastos del Serengueti en Tanzania, de la Reserva de Masai Mara, en Kenia. Curiosamente realizan esta acción acompañados de antílopes y cebras.
Otro ejemplo son las mariposas monarca, que vuelan más de 4 mil kms desde los Estados Unidos y Canadá, donde se reproducen, hasta los bosques del centro de México donde hibernan.
En cambio, las grullas canadienses realizan un viaje de 8 mil kilómetros desde el suroeste de Texas hasta los territorios de la Columbia Británica o el Yukon, en Canadá.
Sin embargo, todas las migraciones se quedan cortas ante el descubrimiento realizado por el equipo de investigadores del British Antartic Survey, quienes publicaron en el año 2022 la migración del ave charrán ártico –Sterna paradisae-.
¿Cómo realizaron la investigación?
Para captar su migración, los científicos instalaron con éxito un pequeño dispositivo geolocalizador de tan solo 1,4 gramos en diversos ejemplares. Así, descubrieron las rutas de estas aves que se desplazan desde Groenlandia hasta el mar de Weddel, en las costas de la Antártida, y luego regresan a sus lugares de reproducción.
Descubrieron que las aves no viajaron inmediatamente al sur, sino que pasaron casi un mes en el mar, en medio del océano Atlántico Norte, aproximadamente a unos mil kms al norte de las islas Azores.
Después, las aves continuaron su largo viaje hacia el sur por la costa del noroeste de África. Pero alrededor de las islas de Cabo Verde el comportamiento de las aves volvió a sorprender al equipo.
Aproximadamente la mitad de ellas continuaron por la costa de África, mientras que la otra mitad cruzó el océano Atlántico para seguir una ruta paralela hacia el sur por la costa este de América del Sur.
Estas aves pueden vivir hasta 34 años y realizan el viaje entre el Ártico y la Antártica, 2 veces al año a lo largo de su vida adulta. De hecho, todas las aves pasaron los meses de invierno del norte en aguas antárticas.
Sin embargo, en su viaje de regreso, las aves no eligieron la ruta más corta para estar en sus lugares de reproducción, en Groelandia, sino que trazaron un gigantesco patrón en “S” hacia el norte a través el océano Atlántico, un desvío de varios miles de kms.
De acuerdo con las investigaciones de los científicos, el comportamiento de las aves está estrechamente relacionado con los parámetros físicos y biológicos a lo largo de la ruta de migración.
De hecho, realizaron una pausa de su migración hacia el sur al pasar un tiempo en aguas altamente productivas en medio del océano Atlántico. En comparación con este lugar de escala, el área marina inmediatamente al sur tiene una productividad más baja.
Curiosamente, el viaje de regreso en primavera que forma una “S”, indica que los charranes árticos también aprovechan al máximo los sistemas de viento globales predominantes para reducir los costos energéticos en su largo vuelo hacia el norte.
Se trata de un viaje que demuestra una vez más lo acertado de esa famosa frase que dice “a veces la mejor ruta entre dos puntos no es el camino más corto”.
Hay declive en poblaciones de algunas especies por la disminución de sus hábitats
7 billones pasan el invierno aquí
Reinita encapuchada (Setophaga citrina).
Cerca de 4.7 billones de aves migran del norte del continente americano hacia México para pasar la temporada invernal; una parte importante de ellas se queda en nuestro territorio mientras otra cantidad significativa hace una parada corta y luego sigue su travesía hacia el sur, expuso la investigadora del Instituto de Biología, Patricia Escalante.
Sin embargo, alertó, se detecta un declive en poblaciones de algunas especies y se piensa que esto se debe a la disminución de sus hábitats, así como al uso de agroquímicos que afectan a los insectos y alteran su cadena alimenticia.
Son más de 250 las especies que se suman a la fauna del país en esta época. Se calcula que 3.5 billones regresan a sus territorios reproductivos en primavera.
“Es realmente impresionante ver cómo un cuerpecito tan pequeño, como el de un colibrí, que es el ave migratoria más pequeña, puede hacer estos desplazamientos y sobrevivir. Podría pensarse que todas las especies tienen el potencial migratorio, pero es un fenómeno evolutivo de cada una”, abundó la también curadora de la Colección Nacional de Aves.
Este traslado, prosiguió, es un fenómeno muy amplio, lo más vistoso son los patos o gansos que en grandes cantidades dejan sus áreas de reproducción en el norte y llegan a zonas más cálidas a pasar el invierno, pero hay también acuáticas, de presa y otros tipos de terrestres.
Gracias a las nuevas tecnologías es posible monitorear su recorrido, por ejemplo, con los radares del clima estacionados -143 en los Estados Unidos- se les detecta, ya que muchas especies viajan de noche. También, se les colocan transmisores con GPS, y al recuperarse se obtiene una memoria, la cual permite saber dónde estuvieron para trazar su ruta.
Además, se cuenta con información de voluntarios quienes realizan observaciones e integran sus datos a grandes bases como eBird o nuestro AvesMex, en las que identifican especies, lugar y fecha en que las vieron, lo cual sirve para reconstruir su ciclo de vida.
La especialista en ecología de la conservación pormenorizó que en el continente hay cinco rutas de migración de aves: la norte, la del centro, la del Golfo -que cruza el Istmo de Tehuantepec-; la del este -que se ubica por la zona de Florida y la Península de Yucatán-; y la que va del este de Estados Unidos hacia Sudamérica. “Todas estas poblaciones agarran un frente frío y aprovechan el vuelo”, dijo.
Hay algunas que están 10 meses en México y se van a reproducir al norte; otras lo hacen en nuestro territorio y luego migran al sur. Hay aves acuáticas tropicales que efectúan movimientos estacionales dentro de Mesoamérica, en las lagunas en Centla y posteriormente vuelan hacia Belice. “Los mismos loros y guacamayas de la selva maya hacen estos movimientos que pueden ser estacionales”, agregó.
Colibrí garganta roja (Archilochus colubris) .
Amenazas
Patricia Escalante subrayó que es notoria la pérdida de hábitat para las aves y otras especies, pues cada vez se transforman más los bosques y diversos ecosistemas en espacios agropecuarios.
El año pasado, explicó, se hizo un reporte donde se calculó que de 10 billones de ellas, de 529 especies que había en 1970 en Norteamérica, se ha perdido 30 por ciento y los mayores declives –hasta 59 por ciento– se observan en las que son playeras y las de pastizales, por la transformación de los campos para producir biodiesel, a la aplicación de pesticidas, y en el caso de las costas, por el desarrollo urbano y turístico.
En contraste, con acciones de conservación en humedales se han recuperado las poblaciones de patos en el norte, y de aves rapaces.
Otra amenaza es el uso de agroquímicos, porque afectan la cadena alimenticia de diversas especies. Se sospecha que éstas se han perdido porque “alteran la cadena alimenticia, matan insectos que son alimento de las aves”, concluyó.
Pitirre americano (Tyrannus tyrannus). Fotos: Jesús Antonio Moo Yam.
Pérdida o alteración de los hábitats y el cambio climático, definitivos, asegura Adolfo Navarro
El traslado, proceso en peligro
En el mundo hay aproximadamente 10 mil 100 especies de aves y de acuerdo con cada región de 25 a 30 por ciento son migratorias. No obstante, los números de sus poblaciones se han reducido en pocos años.
“La migración, como proceso, está en peligro en el sentido de que la pérdida o alteración de los hábitats y el cambio climático han ocasionado que cada vez tengamos poblaciones más pequeñas de aves migratorias en sitios donde antes eran muy abundantes”, afirma Adolfo Gerardo Navarro Sigüenza, coordinador del Posgrado en Ciencias Biológicas.
El también integrante del Departamento de Biología Evolutiva de la Facultad de Ciencias refiere que la transformación de los ecosistemas ha causado la extinción de algunas especies, como los zarapitos esquimales (Numenius borealis).
México es centro de distribución de numerosas especies de aves migratorias de Norteamérica –algunas pasan más de la mitad del año en nuestro territorio y sólo van a reproducirse a Canadá o al norte de Estados Unidos–, por lo que es relevante que los hábitats se conserven para sostener a las poblaciones, alerta.
En ocasión del Día Mundial de las Aves Migratorias, a celebrarse este año el 9 de octubre, el científico destaca que uno de los eventos migratorios importantes que hay en el país es el llamado “río de rapaces”, que se registra cuando poblaciones completas de esos animales vuelan desde Estados Unidos y Canadá; se trata de un fenómeno de gran importancia, incluso turística, donde cientos de miles de esos ejemplares pasan por Veracruz en su camino hacia el sur.
También es un gran atractivo recibir en invierno a enormes cantidades de aves acuáticas. “Todos los lagos se llenan de patos, gansos, pelícanos blancos, gaviotas, etcétera. En las costas el cambio también es espectacular: aparecen montones de especies que se alimentan en los esteros y lagunas costeras”.
Incluso en las ciudades, como la capital del país, tanto en las zonas boscosas y en sitios de humedales, como el parque ecológico de Xochimilco, se les puede observar. “Me ha tocado ver pasar parvadas de pelícanos blancos encima de mi coche en el Periférico”.
El número cambia de región en región; por ejemplo, en EU y Canadá hay aproximadamente 650 especies de aves, de las que 350 son migratorias; en México tenemos cerca de mil 100 especies de aves, 25 por ciento de las cuales se mueven a otras latitudes y un número importante de ellas son las que vienen del norte en invierno.
El Día Mundial de las Aves Migratorias, que se celebra en todo el mundo dos días cada año –el segundo sábado de mayo y el segundo sábado de octubre–, es el único programa internacional de sensibilización y educación en la materia.
Amenazas en su viaje
Las especies que se mueven de una región a otra enfrentan amenazas en los sitios donde se reproducen y en los que invernan; también en los lugares afectados por las actividades humanas por donde pasan. Los ecosistemas se deterioran y conforme los bosques se transforman en zonas agrícolas o ciudades, los recursos disponibles para la fauna se reducen. “La destrucción de hábitats es definitivamente la principal causa de muchas declinaciones de los números de las poblaciones de migratorias en el mundo”.
Además, hace décadas se descubrió el problema que causan las zonas urbanas porque, al migrar, sobre todo las viajeras nocturnas, encuentran edificios iluminados que llaman su atención y se estrellan. Eso es preocupante: cientos y miles de pájaros mueren, sobre todo en EU y Canadá.
“El pico de la migración en México será en noviembre y en diciembre la tendremos en efervescencia”, abunda el universitario, y dice que la mejor manera de preservar especies es conocerlas, ir al campo, al parque y ver la diversidad de animales emplumados que llegan en esta época.
“Con el comienzo del otoño ya comenzamos a recibir las primeras migratorias, como el chipe de Wilson; vamos a apreciar esa diversidad, y nos van a dar ganas de conservarla”, concluye Navarro.