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Campaña de miedo y abstencionismo en Colombia

Por un margen de apenas 60 mil votos, el domingo pasado se impuso el No al Acuerdo de Paz en Colombia, después de que el 51.21 por ciento de quienes acudieron a las urnas mostraron su inconformidad con el documento firmado en La Habana entre el gobierno de ese país y las FARC, el cual establece un cese a las hostilidades entre ambas partes y permite a estas últimas su incorporación a las vías tradicionales de participación política.

“Esta situación se debe a que primó la campaña de miedo impulsada por los bloques opositores al pacto, es decir, los discursos diseñados para impactar psicológicamente en el electorado a fin de exacerbar sus miedos —como el de la inseguridad— y la propagación de mitos y falsedades que alimentaron esa incertidumbre, como que la crisis humanitaria vivida en Venezuela se extendería a su territorio si los integrantes del grupo guerrillero tenían acceso a cargos de decisión, expuso Nathaly Burbano Muñoz, becaria posdoctoral del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC) de la UNAM.

Otro aspecto que incidió en este resultado fue el alto índice de abstencionismo, pues el 60 por ciento de la población se mostró abiertamente indiferente respecto a esta consulta histórica que hubiera puesto fin a 52 años de enfrentamientos, acotó la experta, quien agregó.

“Hablar de una mayoría opositora es un sinsentido, porque en términos reales, apenas un 20 por ciento de los colombianos votó por el No”.

Una nación fragmentada

Al analizar el mapa de los resultados en Colombia, es evidente que salvo en Bogotá, en todas las ciudades del centro del país arrasó el No, mientras que en las periferias, donde se asientan las zonas más golpeadas por el conflicto con las FARC, la mayoría se pronunció por un Sí al cese de hostilidades.

“Esto nos habla de una sociedad no polarizada, sino fragmentada, pues por un lado están los que ven con buenos ojos el Acuerdo, por el otro quienes lo repudian, y también tenemos a un gran sector de indiferentes que si bien pueden tener una opinión, no les interesó manifestarla, y de gente que aún no comprende la trascendencia de lo ocurrido”, apuntó Burbano Muñoz..

Sin embargo, esta falta de entusiasmo democrático no es algo que cause sorpresa, pues ésta ha predominado en el país en los últimos 20 años. De hecho, si comparamos los índices actuales con el porcentaje de abstención histórico, vemos que en el lapso referido éste ha oscilado entre el 50 y el 60 por ciento, detalló la investigadora.