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Aprender a vivir con la ausencia: la experiencia de perder un hijo y seguir adelante

La canción “In Loving Memory” de la banda de hard rock Alter Bridge, lanzada en 2004, se convirtió en una melodía popular para despedir a los seres queridos. La profundidad de su letra, inspirada en la muerte de la madre de uno de los integrantes de la banda, conmovió al público en general.

La pérdida de un ser querido es una experiencia dolorosa que puede dejarnos marcados de por vida. De acuerdo con la profesora Janett Sosa Torralba, de la Facultad de Psicología de la UNAM, “el fallecimiento de un hijo no tiene comparación, porque es un desconsuelo muy grande. Es un hecho que se piensa antinatural porque la ley de la vida indica que padres y madres deben fallecer primero”.

Sosa Torralba explicó que la muerte de un hijo a cualquier edad, ya sea por enfermedad, accidente o suicidio, se vive de diferentes maneras. Cuando el duelo se experimenta por edad, las consecuencias son distintas:

  • Hijo o hija menor: Deja un vacío enorme porque toda la dinámica familiar giraba en torno a él o ella.
  • Hijo o hija joven: Es difícil aceptar su partida, ya que se van con ellos las expectativas y el futuro que podrían haber tenido.
  • Hijo o hija adulta: Es como perder a un amigo, ya que a menudo se convierten en confidentes y compañeros.

Perder a un hijo es una de las experiencias más dolorosas que puede enfrentar una persona. Según la psicóloga universitaria, los escenarios en los que se vive el duelo pueden ser distintos.

En el caso de una enfermedad, los padres pueden experimentar un duelo anticipado mientras se preparan para la muerte. En cambio, cuando la muerte ocurre por un accidente, hay un shock terrible porque es algo inesperado y el proceso de aceptación puede ser más complicado. En casos de suicidio, puede haber culpa por no haber percibido las señales de que la hija o el hijo estaba en peligro.

Enfrentar el duelo por la pérdida de un hijo es un proceso complicado debido a las distintas reacciones que pueden generarse. Éstas pueden ser similares a las que se presentan en otras pérdidas, pero tienen características singulares que, en algunos casos pueden tener una larga duración llegando a un duelo patológico y afectando la salud mental de los padres. La culpa, la tristeza, el enojo, el temor a perder a otros hijos y la desesperanza son algunas de las reacciones más frecuentes.

Según Sosa Torralba, la culpa es una reacción normal y esperada. Puede manifestarse de diferentes maneras, como cuestionar ciertas decisiones, sentir culpa por asuntos pendientes que ya no se podrán realizar con el hijo fallecido, o por no cumplir expectativas. A veces, los padres pueden sentir culpa por retomar sus vidas, pero esto no significa que le falten al respeto a su hijo fallecido.

El duelo desde la visión de mamá o papá

Perder a un hijo es una experiencia dolorosa que puede afectar significativamente a los padres, tanto a nivel individual como en pareja. Sosa Torralba explicó que el dolor y el proceso de duelo son diferentes para cada uno de los padres, principalmente porque aún existen barreras culturales que les impiden expresar su dolor y sufrimiento abiertamente.

Según Sosa Torralba, a los hombres les puede doler mucho la pérdida de un hijo, pero culturalmente se espera que no expresen su dolor abiertamente porque es asociado con debilidad. En cambio, tienden a trabajar más y a aislarse para no hablar. En casa, el padre suele estar desolado porque los recuerdos lo invaden.

En el caso de las mujeres, pueden sentirse solas y aisladas ya que sus parejas no las acompañan o no tienen una respuesta emocional adecuada a la situación. La situación puede ser aún más complicada en pareja, ya que pueden surgir conflictos y culpas. Es común que los padres culpen al otro por no haber estado presente o por no haber hecho lo adecuado.

¿Si hay otros hijos?

La pérdida de un hijo puede tener un impacto significativo en la dinámica familiar y en la vida de los padres. Cuando una pareja tiene otros hijos, estos pueden sentir que son relegados o que los padres les imponen las características del hermano fallecido. La psicóloga Sosa Torralba advierte que estos escenarios pueden ser malinterpretados por los hijos sobrevivientes, lo que puede hacer que se sientan menos valiosos.

Para evitar esta situación, recomienda que los padres hablen con sus hijos sobrevivientes y los escuchen para entender cómo están sintiendo la muerte de su hermano o hermana. Es importante hacerles ver que no están siendo relegados debido a la situación y que siguen siendo valiosos para la familia.

¿Cómo retomar la vida?

Después de la muerte de un hijo, los padres pueden sentir culpa al retomar su vida. Sin embargo, Sosa Torralba señala que esta reacción no debería ser así. La pérdida de un hijo suele ayudar a replantear prioridades y a darle un mayor sentido a la vida. Los recuerdos y el amor que los padres tenían por su hijo fallecido seguirán presentes y siempre formarán parte de ellos.

Duelo por hijos desaparecidos

En casos en los que un hijo desaparece, los padres enfrentan un duelo enquistado en el que buscan constantemente información sobre el paradero del menor. Sosa Torralba explica que estas situaciones pueden ser muy difíciles de cerrar porque no hay un vestigio de realidad. Por ejemplo, las madres buscadoras de Sonora son un ejemplo de esta situación, ya que siempre están buscando información sobre el paradero de sus hijos.

En México, la desaparición de personas es un problema grave que afecta a miles de familias. Según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO) de la Secretaría de Gobernación, en el país hay actualmente 109 mil 171 personas desaparecidas por distintas causas, como asuntos relacionados con el narcotráfico, feminicidio y trata de personas. Entre estas personas se encuentran hijos, padres y madres de familia, incluyendo menores de edad que no han vuelto a casa.

Para encontrar pistas sobre el paradero de sus familiares desaparecidos, en México y en algunas regiones de Centroamérica se han creado colectivos de búsqueda. Actualmente hay alrededor de sesenta colectivos en el país, conformados por familias que buscan a sus seres queridos y que trabajan incansablemente para encontrar pistas que les permitan cerrar el ciclo de duelo y tener un poco de paz.

Sin embargo, la búsqueda de personas desaparecidas es un proceso difícil y doloroso. Las familias enfrentan una gran incertidumbre y tienen que lidiar con el dolor, la culpa, el enojo y la desesperación. A menudo, se sienten solos en su búsqueda y enfrentan obstáculos burocráticos.

La pérdida de un ser querido es un tema doloroso. Es importante hablar sobre la pérdida y buscar apoyo para superar el dolor, así como reconocer que el dolor es una experiencia personal y que cada persona lo vive de manera diferente. La sociedad debe apoyar a los padres en el proceso de duelo y permitirles expresar su dolor abiertamente sin prejuicios.