Enfatizan que las instituciones de educación superior no deben someterse a la lógica neoliberal ni a las exigencias del mercado
En la actualidad, la función de las universidades tiene que ser repensada, pues está inmersa en las reglas dictadas por las fuerzas del mercado —que también afectan al pensamiento—; y ‘recolocar’ el papel ‘fantasmagórico’ de los universitarios en esta dinámica neoliberal, concluyó el disputatio ‘Fantasmas del 68. Disputar la universidad’.
El encuentro, propuesto por el colectivo Tácticas del Pensar, conformado por estudiantes del posgrado de Filosofía de la Universidad Iberoamericana y asesorado por el Centro de Exploración y Pensamiento Crítico (CeX), tuvo el objetivo de confrontar de forma horizontal las ideas sobre la universidad y el papel de la institución en el seno social.
Alonzo Loza, uno de los organizadores, afirmó que “los ejercicios de memoria en torno al 68 son ambiguos, pues nos recuerdan la responsabilidad y posibilidad de intervención de la universidad en la sociedad; pero, por otro lado, liberan fantasmas que logran desactivar la articulación de la organización universitaria (la idea del compromiso social hasta el martirio, la melancolía insalvable causada por la represión, el efecto tranquilizador del memorial y del monumento, etc).
Agregó que el reto fundamental de la universidad es el efecto desarticulado hacia dentro de la ‘comunidad’ universitaria (la comunidad estudiantil, la relación estudiante-profesor-trabajador) y entre la universidad y la sociedad, que han tenido las transformaciones neoliberales de la misma; por lo que es necesario unir y redoblar esfuerzos para crear espacios comunes de intercambio horizontal de las universidades y entre las universidades.
La universidad no puede someterse, enfatizó, a la lógica neoliberal ni a las exigencias del mercado laboral, aunque no puede, tampoco, hacer caso omiso de las necesidades de la sociedad y de los individuos. Sin embargo, deben configurarse como un espacio de lo común, de la horizontalidad, de la memoria y de la escucha.
Especialmente debe ser un espacio para la crítica teórica, pero también, y muy señaladamente, un espacio de prácticas sociales críticas, es decir, relaciones laborales y entre profesores y estudiantes que no reproduzcan las contradicciones sociales”.
Los universitario, ‘fantasmas’ que nos recuerdan cosas
Para el director del CeX, Dr. Juan Carlos Henríquez, el ejercicio filosófico ’Fantasmas del 68. Disputar la universidad’ —que congregó a estudiantes de la IBERO, la UNAM, ITESO, UAM-Cuajimalpa, FES-Acatlán, UACM, BUAP— se centró en la función social de la universidad, sobre todo la que está inmersa en las redes de las fuerzas del mercado, y el papel de los estudiantes.
“Los universitarios son como fantasmas, se activan y nos recuerdan cosas que no queremos ver; nos hacen escuchar sonidos que no sabemos precisar de dónde vienen, son presencias fantasmales de pasados y de asuntos pendientes; quien nos ayuda a entrar en contacto con la agenda pendiente que tenemos como sociedad es el estudiantado incómodo”.
Los universitarios, apuntó, coincidieron que las instituciones de educación superior se han cerrado en su propia jerarquía e idiosincrasia —aunado a la burocracia interna—, lo que da como resultado una desconexión con la realidad.
Henríquez señaló que en el mundo estamos viviendo una etapa de neofascismo, de un “coqueteo a la intolerancia y el autoritarismo”; y eso se resume en un problema con el otro, que es objeto de estudio de la teología, la filosofía y la sociología. “No sabemos quién es el otro y lo otro. Esto coloca al filósofo en un momento crucial, nunca como ahora se les necesita tanto”.
La universidad como problema filosófico
La Dra. Gabriela Méndez Cota, coordinadora de la Maestría y el Doctorado en Filosofía de la IBERO, recalcó que el diálogo universitario ‘Fantasmas del 68. Disputar la universidad’ buscó reflexionar, a través de un diálogo horizontal, en el papel de las instituciones de educación superior como problema filosófico en una época de individualismo e instrumentalismo rampantes.
—¿Por qué realizar un ejercicio como éste?
—Fantasmas del 68 fue un evento propuesto por Tácticas del Pensar, un colectivo conformado por estudiantes del posgrado en Filosofía. El colectivo se dedica a idear intervenciones filosóficas experimentales en la discusión política y cultural del presente. Con la asesoría y la hospitalidad del CeX, los estudiantes lanzaron una convocatoria dirigida a estudiantes de filosofía de diversas instituciones públicas y privadas cuyo propósito fue principal generar un encuentro en la pluralidad de experiencias y visiones de la filosofía, y un diálogo horizontal en torno a la universidad como problema filosófico en una época de individualismo e instrumentalismo rampantes.
—¿Cuáles fueron las conclusiones o tópicos más destacados?
—Lo más destacado fue precisamente el encuentro de experiencias diversas de la universidad, eso gracias a la participación de estudiantes y profesores de diversas instituciones de educación superior además de la IBERO, entre ellas el ITESO, la UAM-Cuajimalpa y la FES Acatlán. Entre los tópicos destacados resaltaron las inquietudes compartidas respecto a la situación de las humanidades en la universidad neoliberal, que es una universidad dominada por la gestión, la administración, las métricas y los criterios tecnocientíficos de ‘impacto’, por la precarización del trabajo académico, por la falta de articulación entre estudiantes y trabajadores de las universidades, y por la lógica capitalista que convierte a nuestros estudiantes en individuos competidores en detrimento de sus capacidades para la articulación social y comunitaria.
Se planteó la pregunta de cómo combatir estas tendencias desde la filosofía, y se propuso prestar atención a formatos de expresión distintos de los tradicionales en la disciplina, como el arte y la cultura popular. Para ello, el evento incluyó el recorrido por una magnífica instalación que aún puede visitarse en el CeX, un montaje sonoro expresamente diseñado por el Dr. Juan Carlos Henríquez del CeX y una exposición de fanzines organizada por los estudiantes.
—¿Qué cambios o fortalezas debe tener la universidad frente a la realidad?
—La universidad no está frente a la realidad sino que es parte y expresión de la realidad. Esto quiere decir que la universidad no escapa, por más que a veces lo pretenda mediante ideologías de conocimiento neutral y objetivo, a las determinantes políticas, culturales, económicas de la realidad. Sin embargo la universidad es un espacio privilegiado de la realidad en el que la realidad puede autocuestionarse, reflexionar, imaginarse y producirse de otras maneras, siempre y cuando la universidad defienda algo así como una autonomía crítica, una incondicionalidad del pensamiento. De ahí, por cierto, la necesidad de la filosofía en un sentido amplio y radical, es decir, transdisciplinar.
—¿Cuál es el papel de los jóvenes y el fantasma del movimiento estudiantil del 68?
—En mi experiencia, los jóvenes de hoy tienen un potencial acrecentado y unas perspectivas de futuro terriblemente achicadas en relación con los jóvenes de hace medio siglo. Esto por supuesto varía en función de la clase, el género y la racialización, pero en general lo que hay es un abismo cada vez más grande entre la preparación, la capacidad de contribuir profesionalmente a la sociedad, y la capacidad de los Estados y las instituciones formales para aprovechar y recompensar del modo clásico todo lo que los jóvenes de hoy pueden ofrecer.
La pregunta por el Estado, por el papel de los jóvenes en relación con el Estado, es quizá la más profunda y preocupante de los últimos tiempos en nuestro país. No es nueva, pero el escenario es mucho peor que en 1968, en mi opinión.
—¿Qué ha cambiado en los últimos 50 años respecto a la perspectiva de participación y acción de la juventud?
—Las formas extremas de violencia contra la sociedad asociadas al neoliberalismo afectan de un modo particular a los y las jóvenes pobres, algo trágico para la sociedad en su conjunto. El neoliberalismo, o la lógica de cálculo e individualismo extremo que permea y se filtra en todos los aspectos de la vida contemporánea, es algo que fragiliza particularmente a la juventud urbana.
Finalmente, la precarización extrema del ambiente físico, del aire, del agua, de la tierra, es algo que ahora no se puede obviar y que a los jóvenes tanto rurales como urbanos les toca encarar. Los jóvenes de hoy se enfrentan a escenarios mucho más sombríos que los de hace 50 años, pero no debemos perder de vista que eso mismo puede y está dando lugar a nuevas politizaciones, a pronunciamientos admirables de jóvenes cada vez más jóvenes que se rehúsan a claudicar, y también a soluciones parciales, granos de arena, de jóvenes urbanos con espíritu emprendedor. Cultivar un vínculo entre emprendimiento y valores democráticos es sin duda la gran tarea de la universidad crítica hoy.