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”Achaques”: término discriminatorio que debe desaparecer

“Son los achaques de la edad”. Esta frase es una de las expresiones más comunes de la discriminación por la edad. Desde el punto de vista geriátrico, los “achaques” son un microviejismo: una manera de descalificar las manifestaciones de malestar de las personas mayores.

Por eso, para el doctor Luis Miguel Gutiérrez Robledo, académico de la UNAM que se desempeña como director general del Instituto Nacional de Geriatría, “achaques” es un término que debe desaparecer del vocabulario médico y del lenguaje común.

Además de banalizar la expresión de la enfermedad, es discriminatorio porque va acorde con un estereotipo de las personas mayores: “alguien enfermo, achacoso y quejumbroso”.

Señalar como “achaques” los malestares, insiste Gutiérrez Robledo, contribuye a ensombrecer los desenlaces de salud en las personas mayores al descalificar sus quejas y, a veces, soslayar la presencia de enfermedades clínicamente significativas.

Las molestias comúnmente llamadas “achaques” tienen que interpretarse como posibles indicadores de enfermedad, apunta el académico de la UNAM.

Al descalificar, al subestimar, podemos dejar pasar indicios que son expresiones de enfermedades graves y que en las personas mayores pueden expresarse de una manera distinta a como se observan en el adulto de edad media.

Una persona mayor que se queja debe ser reconocida y evaluada seriamente, para determinar el verdadero origen de ese malestar.

Por ejemplo, agrega Gutiérrez Robledo, la insuficiencia cardiaca presenta signos típicos: hinchazón, fatiga, debilidad, disnea de esfuerzo y eventualmente congestión pulmonar.

En personas de 30 a 40 años no cuesta trabajo identificar esos síntomas, pero en una persona mayor algunos de esos signos pueden ser pasados por alto: si se queja de fatiga y se le hinchan las piernas, simplemente se le dice “ponte unas medias”. En realidad, es muy necesario prestarle atención, porque “si no la examinamos con detenimiento, puede estar hospitalizada o muerta en dos semanas”.

Cuando usamos el término “achaques”, estamos restando valor a la queja de una persona mayor, sobre todo si tiene multimorbilidad o muchas patologías concomitantes, cuya sintomatología es más difícil interpretar.

En ese caso, dice Gutiérrez Robledo, se debe prestar más atención a cada una de las quejas, con un cuidadoso examen físico y un seguimiento médico cercano para entender lo que está sucediendo.

Algunos movimientos involuntarios (en la boca) y sonidos que emiten las personas mayores “son inherentes a ciertas enfermedades neurodegenerativas (mal de Parkinson, por ejemplo). Genéricamente, llamamos síndromes extrapiramidales a las enfermedades que tienen este tipo de expresiones, que no tienen que ver con la edad.

Estas molestias las padece más quien tiene multimorbilidad. “La edad no es más que un número. Lo que importa es el cúmulo de enfermedades que el sujeto ha venido desarrollando a lo largo de la vida y en qué medida están o no están controladas”.

—Hoy, que la esperanza de vida ha aumentado, ¿qué recomendaría a quienes tienen personas mayores en casa?

Tenemos que ser muy cuidadosos en el diario vivir, observar si hay alteraciones en la capacidad, por ejemplo, para bastarse a sí mismo o para llevar a cabo un esfuerzo que la semana pasada la persona pudo desempeñar sin mayor problema. Cuando observamos esas variaciones a la baja de la capacidad funcional y de la capacidad para hacerse cargo de uno mismo, ahí hay un problema.

También son signos de un problema la confusión mental que sobreviene sin razones o la pérdida del control postural: cuando hay caídas repetidas en una persona que se movía normalmente en días precedentes.

Presentar uno o varios malestares con frecuencia puede causar síndromes depresivos, los cuales requieren tratamiento aparte, y conducir al aislamiento social. Además, el propio aislamiento contribuye a profundizar el deterioro.

Todos estos signos, síntomas o molestias son marcadores de alerta que nos obligan a una evaluación cuidadosa.

Los “achaques”, reitera el médico geriatra Gutiérrez Robledo, constituyen un microviejismo, es decir: una expresión cotidiana de la discriminación por edad que contribuye a agravar el deterioro de la salud de las personas mayores.


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