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“A mi edad podría descansar, pero las ondas gravitacionales son el principio de una gran historia”

Cuando el observatorio LIGO detectó en septiembre de 2015 la primera onda gravitacional, Barry Barish (EE UU, 1936) no podía imaginar que ganaría por ello el Premio Nobel de Física en 2017. No podía por dos motivos. En primer lugar, porque en California eran las 3 de la mañana y todavía estaba durmiendo. En segundo, una vez se despertó y vio la larga cadena de emails, porque no se lo creía.

Sinc ha hablado con él sobre qué pasó entre el día que se detectaron las ondas, el 14 de septiembre de 2015, y el día que se anunciaron los resultados al público, el 11 de febrero de 2016. “Mi reacción no fue de eureka sino de pánico”, recuerda el físico en la terraza de su hotel durante una reciente visita a Valencia, con motivo de su visita a los premios Rey Jaime I.

¿Por qué pánico?

Me preocupaban los motivos por los que podría estar mal. Cómo nos estábamos engañando a nosotros mismos y cómo nos estaban engañando.

¿A qué se refiere?

Habíamos pasado cuatro años mejorando el detector y no llevábamos ni una semana tomando datos cuando se registró el primer evento. No habíamos estudiado aún si el instrumento podía causar efectos extraños y engañarnos. También me preguntaba si alguien había introducido una señal falsa en nuestros datos.

Artículo completo aquí.