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Los superhéroes existen y son mexicanos

Cuando el atentado de 2001 contra las Torres Gemelas la artista Dulce Pinzón vivía en Nueva York. Ahí vio al presidente Vicente Fox acercarse a la viuda de uno de los cocineros del Windows of the World (restaurante ubicado en los pisos 106 y 107 del edificio norte) para darle su pésame, y también para decirle: “Los migrantes son superhéroes en esta nación”.

Escuchar esta frase la inspiraría para crear la serie fotográfica La verdadera historia de los superhéroes, integrada por 19 instantáneas que retratan a latinos disfrazados como Superman, Míster Fantástico o Wonder Woman mientras desarrollan sus oficios. El producto final causó tal impacto que no sólo se expuso en más de 100 países y se publicó en The New York Times y Rolling Stone, sino que recién fue adquirido por el Museo Universitario de Arte Contemporáneo de la UNAM y el Smithsoniano de Washington para sus colecciones permanentes.

Como migrante radicada en Nueva York durante 16 años, Dulce Pinzón sabe muy bien todo lo que implica formar parte de esa enorme fuerza laboral que, al tiempo que mantiene en marcha a una boyante sociedad estadounidense, apuntala a golpe de remesas a una muy desvencijada economía mexicana. “Esforzarse a tal grado para ayudar a quienes se quedaron del otro lado del muro y sin recibir nada a cambio –opina– puede verse también como una forma de de heroicidad”.

¿Qué pasaría si Spider-Man usara un arnés y un felpudo para limpiar las ventanas de un rascacielos?; ¿si Birdman (esta vez sin el trío Galaxia) tomara el subterráneo para atender asuntos sindicales?, ¿o si en vez de “el guapo Ben” la Mole se llamara Luis Hernández y picara piedra con un martillo neumático?, de eso y más tratan la veintena de imágenes que Pinzón captó con su lente a fin de provocar la reflexión.

“Siempre me interesaron los temas migratorios y quería abordarlos no desde una óptica fotodocumentalista o fotoperiodística —que con frecuencia tienden al blanco y negro y a lo afectadamente serio—, sino desde una mirada muy mía. Yo había estudiado algo de cine y de derecho laboral no como carreras per se, sino porque me interesaban, y esas dos vertientes terminaron por confluir en mi trabajo artístico”.

Fuera máscaras

En el Lower Manhattan, en los huecos dejados por las Torres Gemelas, se construyeron dos enormes espejos de agua en cuyas barandas están grabados los nombres de las casi tres mil víctimas de los atentados. En ese largo listado figuran apenas cinco mexicanos, aunque oficialmente fueron 16 los fallecidos en el 11-S y, extraoficialmente, se sospecha que cientos de connacionales murieron al desplomarse los edificios.

De ser lo último verdad, a Dulce Pinzón no le sorprende que un número tan abultado haya quedado fuera de los libros de historia ya que, “por su situación migratoria, los trabajadores latinos viven en el anonimato e incluso se lo procuran para protegerse de las autoridades; en esto se parecen a los superhéroes con identidades secretas. Para mí hacer esta conexión era inevitable y decidí jugar con ella y revertirla, porque hay algo trágico en que nadie sepa dónde estás, qué haces o quién eres”.

Aunque el retratar a un individuo disfrazado con capa, mallas, máscara y músculos de hule espuma suene a una ocurrencia divertida, no es sino hasta leer el texto que acompaña a cada una de las fotos de Dulce Pinzón que uno se descubre ante una realidad mucho más cruda de lo esperado, como la derivada de saber que Robin es un escort chilango llamado Ernesto Méndez que se prostituye en Times Square, o que Gatúbela es Minerva Valencia, quien cuida a niños de  familias ricas de Nueva York para evitar que sus hijos pasen carencias en Puebla.

Y es que, más que un título convencional o ingenioso, cada fotografía viene acompañada del nombre individuo que se prestó como modelo, su lugar de origen y la cantidad de dinero que envía cada semana a México. “Esta es una forma no sólo de colocar las imágenes en contexto, sino de revelar la identidad oculta de los protagonistas”.

Donald Trump llegó a la Casa Blanca el 20 de enero de 2017, tras una larga campaña presidencial basada en tachar a los mexicanos de delincuentes, violadores, lastres económicos y “bad hombres”, pese a que estudios de la Academia Nacional de Ciencias estadounidense destacan que “los inmigrantes son menos propensos a cometer crímenes que los nacidos en EU y que las concentraciones de estas comunidades provocan un declive en los índices de criminalidad”, mientras que el Center on Budget and Policy Priorities no titubea al señalar que “los migrantes contribuyen de una manera muy importante a la economía de los Estados Unidos”.

Por ello, para Dulce Pinzón es importante que los migrantes salgan del anonimato y le muestren a los Estados Unidos la valía de lo que hacen. Algo parecido proponía Sergio Arau en 2004 con su película Un día sin mexicanos, donde se relataba cómo, tras la misteriosa desaparición de todos los inmigrantes latinos, los estadounidenses se descubrían de pronto incapaces de mantener a flote su sociedad; de hecho, la cinta se promocionaba con la muy sugerente frase de “los gringos van a llorar”.

“Las fotos tomadas para esta serie hacen un poco eso, mostrar lo que siempre estuvo allí y en lo que nadie reparaba, ya que, paradójicamente, al pedirle a estas personas interpretar a un superhéroe terminamos por revelar su identidad, y al vestirlos con trajes tan llamativos logramos que las miradas se volvieran hacia quienes parecían invisibles”.

El mito del eterno retorno

Tras 16 años en Nueva York, Dulce Pinzón regresó a México en 2009 para tener a su primer hijo, pues quería que éste creciera cerca de la familia. De esos años dice haber vuelto con una experiencia de vida incomparable, con una visión del mundo que sólo adquieren quienes han estado durante mucho lejos de casa y con más compromiso social.

Aquí se ha involucrado en campañas que buscan el saneamiento de la cuenca del Atoyac (el segundo río más contaminado del país y con el que se riegan todas las frutas y verduras vendidas en la Central de Abasto), así como en las actividades del colectivo feminista PRRAS!

No obstante, confiesa que cada vez que abre el periódico y lee sobre lo vulnerable de la comunidad latina algo dentro de ella se duele, como corroboró hace poco al enterarse de que, pese a representar el 18 por ciento de la población en EU, el 35 por ciento de los contagiados por coronavirus en todo ese país son hispanos, lo cual se debe a que estas personas suelen trabajar en rubros esenciales y de alto riesgo, y a que por su situación legal no se les da fácil acceso a los servicios de salud.

“Por ello me deja muy mal sabor de boca escuchar a un presidente presumir cada que las remesas aumentan. No me gusta politizar al respecto, pero en vez de alardear sobre el dinero que los migrantes nos envían deberíamos reflexionar sobre qué estamos haciendo como para que ellos sientan no tener cabida aquí, y sobre por qué nos parece tan normal que, como país, seamos tan codependientes de las remesas”.

A Dulce Pinzón le llevó una década concluir la serie fotográfica La verdadera historia de los superhéroes y aunque hoy el mundo es muy diferente al de aquel 2001 sacudido por la caída de las Torres Gemelas, lo que ella ha descubierto es que los problemas de los migrantes de antaño no son muy diferentes a los de los migrantes de hoy.

“¿No deberíamos crear las condiciones para que, quienes salieron de México por necesidad, vuelvan a sabiendas de que tendrán aquí una vida digna?”. Para la artista ésta es la pregunta que todos deberíamos plantearnos y resolver, pues a su parecer no hay mejor conclusión para una historia —trátese de un cuento, novela o cómic— que el saber que, pese a todos los obstáculos, el héroe finalmente regresa a casa.