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La sucesión en el BID: El juego “rudo” de Estados Unidos

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) es una institución financiera nacida en 1959 que tiene la finalidad de promover el desarrollo económico y la integración regional de los países del continente americano. Forma parte del Sistema Interamericano. Se integra por 48 miembros, divididos entre los no prestatarios –i. e. Alemania, Austria, Bélgica, Canadá, Croacia, Dinamarca, Eslovenia, España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Israel, Italia, Japón, Noruega, Países Bajos, Portugal, Reino Unido, República de Corea, República Popular China (RP China), Suecia y Suiza- y los prestatarios. Los no prestatarios no pueden solicitar créditos, pero tienen la posibilidad de ser proveedores de bienes y servicios de los países que contratan créditos -a la usanza de las llamadas “ayudas atadas.”

Por otra parte, los países prestatarios, que son quienes se benefician de los recursos del banco y que son 26 naciones, se dividen, a su vez, en dos grupos, diferenciados por el máximo de recursos que pueden recibir. El grupo I tiene en sus filas a Argentina, Bahamas, Barbados, Brasil, Chile, México, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela que son, por así decirlo, países de ingresos más altos. En el grupo II se encuentran Belice, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Surinam, que tiene ingresos más bajos o son países pequeños. Los prestatarios tienen, en su conjunto, el 50. 015 por ciento del poder de voto en la institución. Estados Unidos cuenta con el 30. 02 por ciento y Canadá con el 4 por ciento de los votos. Fuera del continente, el mayor contribuyente de recursos es Japón, con el 5 por ciento. Alemania posee el 1. 89 por ciento, Italia el 1. 89 por ciento, España el 1. 89 por ciento, Francia el 1. 87 por ciento y la Gran Bretaña el 0. 96 por ciento del poder de voto. La RP China tiene una presencia menor con el 0. 004 por ciento.

El BID ha tenido a lo largo de su historia, cuatro presidentes, todos latinoamericanos. El primer presidente del BID fue el chileno Felipe Herrera, quien estuvo en el cargo 10 años, de 1960 a 1970. Le sucedió el mexicano Antonio Ortíz Mena, quien permaneció al frente de la institución por 18 años (1970-1988). Le siguió Enrique Iglesias de Uruguay (1988-2005) y actualmente y ya en la recta final de su mandato se encuentra el colombiano Luis Alberto Moreno -desde 2005.

Existe en el banco una regla no escrita semejante a la que impera a la hora de elegir a los titulares del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional (FMI). La regla establece que quien presida el Banco Mundial debe ser siempre estadunidense, en tanto la jefatura del FMI debe recaer en un ciudadano europeo. En estos momentos, David Robert Malpass, economista estadunidense, preside el Banco Mundial -su elección aconteció el 5 de abril de 2019. En el caso del FMI, la institución es encabezada por la búlgara Kristalina Gueorguieva -desde el 1 de octubre de 2019. Como se ve, en ambos casos se ha respetado la regla no escrita.

Fuente: Banco Interamericano de Desarrollo.

 

En el BID la regla no escrita es que la institución siempre deberá ser encabezada por un latinoamericano. Así ha sido siempre. De esta manera, ante el hecho de que el BID tiene su sede en Washington y no obstante que el vecino país del norte es el mayor contribuyente a los recursos financieros del banco, se garantiza una presencia latinoamericana en el nivel más alto de gestión en la institución.

 

Desafortunadamente esta regla está a punto de ser eliminada por la administración de Donald Trump. El mandatario estadunidense, como es sabido, tiene un enorme desprecio por el multilateralismo -se ha retirado, hasta ahora, del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), de la Organización Internacional del Café (OIC) y la semana pasada oficializó su salida de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Trump desarrolla una guerra comercial frontal contra la RP China y también castiga comercialmente a buena parte del mundo, con aranceles al acero y el aluminio y a los europeos les recrimina sus políticas de subsidios que constituyen, al decir de Trump, prácticas comerciales desleales. Con todo, ello no debe soslayar el hecho de que Washington ha buscado en lo que va del año, fortalecer su ascendencia sobre América Latina, como lo muestra la reciente ratificación, al frente de la Organización de los Estados Americanos (OEA), del uruguayo Luis Almagro quien, como se recordará, contaba con el placet de la administración Trump, no así de una parte de las naciones de la región -entre ellas México. En plena pandemia y desafiando el confinamiento, el 30 de marzo pasado, los países votaron de manera presencial en la capital estadunidense por el uruguayo, dejando en el camino a la ecuatoriana María Fernanda Espinosa -se necesitaban 18 votos pero Almagro se alzó con 23. Algunas naciones habían pedido postergar la votación de cara al SARSCoV2, agente causal del COVID-19. Pero la petición no prosperó.

 

Algo similar parece estar pasando de cara a la sucesión en el BID. Pareciera como si la Unión Americana quisiera dar un madruguete a la región. Hasta antes de que el SARSCoV2 se convirtiera en la pandemia que actualmente tiene su epicentro en el continente americano, la ex Presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla, se perfilaba como la sucesora de Luis Alberto Moreno. Tenía un rival, el argentino Gustavo Béliz -quien trabajó en el BID por 15 años y que actualmente es asesor del gobierno de Alberto Fernández-, aunque todo parecía que favorecería a la centroamericana, no sólo considerando sus credenciales, sino también porque ninguna mujer ha estado al frente de la institución en sus más de 60 años de vida.

 

La propagación del SARSCoV2 ha colocado a los sistemas de salud y a las economías latinoamericanas bajo una enorme presión, de manera que buscan apoyos para enfrentar la crisis y una parte importante de la asistencia médica recibida procede, hoy por hoy, de la RP China -si bien Rusia ya está despachando medicamentos a Guatemala y otros países. La llamada diplomacia del cubre bocas de Beijing hacia la región -semejante a la tradicional diplomacia del panda ejercida por la RP China por largo tiempo para cerrar alianzas y negocios y obtener materias primas estratégicas de diversos países del mundo-, le ha permitido generar empatía y tener una mayor visibilidad en América Latina a través del envío de equipo médico, pruebas y otros insumos a la zona -aunque no siempre con las calidades deseadas. Ello no agrada a Estados Unidos, quien considera a América Latina y el Caribe su zona de influencia natural. Ello, sumado a la previsible andanada de solicitudes de créditos que realizarán las naciones latinoamericanas -quizá con la excepción de México, cuyo gobierno no quiere contratar deuda- para reactivar sus lastimadas economías, llevará a que sea necesario un aumento del capital disponible en el BID para dar una respuesta satisfactoria a las necesidades de los prestatarios. Se sabe que el voto de Estados Unidos será indispensable para incrementar la capitalización del banco. Los países prestatarios lo saben.

 

Como se explicaba, hasta antes de la pandemia, las posibilidades de Chinchilla eran muy amplias, no así las del argentino Béliz. Pero, en medio de la emergencia sanitaria, Estados Unidos tomó la decisión de impulsar la candidatura del abogado Mauricio Claver-Carone, cubano-estadunidense, quien se ha desempeñado como asesor de la Casa Blanca para los asuntos latinoamericanos y quien se ha distinguido por su línea dura contra los regímenes de Cuba y Venezuela -muy semejante al perfil de Almagro en la OEA. Entrevistado recientemente a propósito de su sorpresiva nominación, Claver-Carone señalaba que el Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, en conversación telefónica con el mandatario de EEUU le había manifestado que el país sudamericano postularía a un candidato al BID, pero que si la Unión Americana decidía nominar a alguien, Brasilia lo apoyaría.

 

Claver-Carone presume de contar con el apoyo de la mitad de los países latinoamericanos, entre ellos, además de Brasil, Colombia. Parece difícil, entonces, que pudiera perder la carrera por la jefatura del BID. Su encomienda, a diferencia de los planes anunciados tanto por Chinchilla como por Béliz para dinamizar al BID y lograr que coadyuve al desarrollo regional, parece ser la de acotar a la RP China. En una entrevista reciente para la agencia EFE, Claver-Carone señalaba que quiere que las cadenas de abastecimientos que son de este-oeste se transformen en Norte-Sur, en clara alusión a que se busca reposicionar a EEUU frente al gigante asiático en América Latina. No queda claro, sin embargo, qué puede aportar el cubano-estadunidense en materia de gestión de recursos financieros para la región, sobre todo en un gobierno como el de Trump que incluso le ha regateado ayuda médica a los países de la zona.

 

La elección del sucesor de Moreno está programada para septiembre si bien el proceso se podría aplazar por falta de quórum o por decisión de algunos de los prestatarios secundados por los no prestatarios. Aquí México y Argentina podrían ser el fiel de la balanza. Argentina había obtenido del gobierno de López Obrador, la promesa de apoyo a la candidatura de Gustavo Béliz. Sin embargo, como es sabido, la semana pasada, el Presidente de México viajó a Washington donde sostuvo una reunión con el mandatario estadunidense y no parece difícil imaginar que Donald Trump haya pedido a López Obrador, entre muchas otras cosas, su apoyo para la candidatura de Claver-Carone. Dado que el Presidente de México ha externado en más de una ocasión que “no quiere tener problemas con Trump”, es razonable suponer que podría apoyar al cubano-estadunidense. O tal vez no. Recordando lo sucedido en la OEA, cuando México y Argentina no apoyaron a Almagro sino a María Fernanda Espinosa, podría ocurrir que los dos países latinoamericanos cierren filas en torno a Gustavo Béliz. Pero, ¿a qué costo?

 

A diferencia de buena parte de la región, que ha anunciado la búsqueda de créditos y la renegociación de su deuda, el gobierno de López Obrador ha dicho una y otra vez que no contratará préstamos, pese a la crisis económica tan severa que está generando la pandemia. Si México no va a solicitar créditos al BID, no estaría preocupado por las posibles represalias de ese organismo le aplicaría por no apoyar a Claver-Carone. Pero no ay que perder de vista que México está postulando para la jefatura de la Organización Mundial del Comercio (OMC) a Jesús Seade y que necesita el beneplácito de Washington para ello. El Presidente de Argentina, Alberto Fernández, por su parte, ha dejado entrever que confía en la decisión de México en lo que concierne a la sucesión en el BID, aunque la nación sudamericana sí está buscando créditos y renegociando su deuda y necesita estar en buenos términos con Estados Unidos.

 

La solución a este episodio sería postergar la votación en el BID para después de los comicios presidenciales en Estados Unidos. Aunque parece todavía muy temprano para saber lo que ocurrirá, Joe Biden va arriba en las encuestas y tras formalizarse su candidatura en agosto próximo, si logra la victoria en noviembre, seguramente ya instalado en la Casa Blanca, retiraría la candidatura de Claver-Carone y tal vez tendría una política más conciliadora con América Latina y el mundo.

 

Pero el tiempo es un factor crítico. ¿Pueden esperar México y, sobre todo, Argentina, a los comicios presidenciales de EEUU en noviembre y postergar el nombramiento del titular del BID para impulsar la candidatura de Gustavo Béliz o de otro u otra latinoamerican@? ¿En qué condiciones estarán las economías de la región en agosto, septiembre, octubre, noviembre y los meses y años por venir? La crisis económica está aquí y América Latina, dividida, sin concertación política y sin una estrategia de salida es muy vulnerable y está por completo a merced de lo que decida Estados Unidos. Triste es decirlo, pero esta pandemia ha destruido muchas cosas, incluso lo poco que quedaba del sueño de una América Latina unida. En palabras del Martín Fierro: “cuando los hermanos pelean, los devoran los de afuera.”