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Los prerrequisitos para la música y la danza ya existían hace 6 millones de años

La música y la danza podemos encontrarlas en el mismo origen del ser humano, pues ya el hombre primitivo las utilizó, muy tempranamente,  como forma de expresión y de comunicación, tanto con los demás seres humanos, como con las fuerzas de la naturaleza. Entre los hombres primitivos la danza tenía un sentido mágico animista, pero también valor de cohesión social.

Una característica de la música es su fuerte influencia en el movimiento. Por ejemplo, un latido auditivo induce movimientos rítmicos con emociones positivas en humanos desde etapas tempranas del desarrollo. Esta respuesta se facilita con mayor frecuencia en contextos sociales que en contextos no sociales, lo que sugiere que la capacidad rítmica avanzada de los humanos puede haber sido seleccionada para la coordinación entre múltiples individuos.

Por otra parte, estudios neurobiológicos han demostrado que esta capacidad rítmica avanzada depende de conexiones cercanas entre las áreas auditivas y motoras en el cerebro humano.

Comparar la “musicalidad” de los humanos, definida como una predisposición biológica humana para procesar música, con la de los animales no humanos puede ser una excelente herramienta para comprender mejor cómo se desarrolló esta comunicación única en el curso de la evolución humana. Las áreas motoras en el cerebro se reclutan incluso cuando los humanos escuchan pasivamente los ritmos basados ​​en latidos, lo que sugiere que el sistema motor juega un papel importante en el procesamiento de dichos ritmos.

En un estudio publicado en la revista PNAS, realizado en chimpancés (tres machos y cuatro hembras), un grupo de científicos del Instituto de Investigación de Primates en la Universidad de Kyoto, investigaron si el sonido inducía un movimiento rítmico espontáneo.

Se utilizaron chimpancés puesto que se consideran un candidato ideal para revelar los orígenes evolutivos de la habilidad musical humana porque son uno de los parientes vivos más cercanos a los humanos. Por otra parte existe evidencia de que estos animales también exhiben “danzas de lluvia” y “danzas de cascada” en la naturaleza. Estas exhibiciones se consideran algún tipo de respuesta colectiva al sonido y a la naturaleza y se han relacionado con rituales humanos.

Investigaros experimentalmente cómo los estímulos sonoros inducían el movimiento rítmico del cuerpo en los chimpancés para aclarar la naturaleza de su respuesta al sonido. Específicamente, examinaron: 1) cómo un latido auditivo a diferentes ritmos indujo movimientos corporales rítmicos en chimpancés; 2) si la velocidad del sonido afecta la periodicidad del movimiento; y 3) si los chimpancés mostraron alguna tendencia a la proximidad espacial a la fuente auditiva mientras escuchaban el sonido.

El sonido indujo un balanceo rítmico en los chimpancés, más notable en los machos que en las hembras, junto con otros movimientos acompasados como dar palmas o mover los pies.

Los autores comprobaron que los chimpancés, sobre todo los machos, seguían el ritmo y que además realizaban sonidos al mismo tiempo. Esto sugiere que los machos pueden ser más sensibles y reactivos a estímulos auditivos que las hembras, a pesar de que la muestra de siete individuos no es lo suficientemente grande para ser concluyente.

Cuando ellos quieren demostrar algún tipo de exhibición de fuerza hacen un comportamiento rítmico. En este sentido, el ritmo tiene una base biológica“, dice Yuko Hattori, uno de los autores del estudio.

A su vez, los autores encontraron una tendencia de los animales a acercarse a la fuente del sonido.

Los resultados sugieren que el baile tiene cierta base biológica y que los prerrequisitos para la música y la danza ya existían hace 6 millones de años en el ancestro común de los humanos y estos animales. Por lo tanto, el estudio apoya un origen evolutivo de la musicalidad.

Fuente: Universidad de Kyoto

Artículo: “Rhythmic swaying induced by sound in chimpanzees (Pan troglodytes)“. PNAS.