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Gasolinazo obedece a crisis de ingresos fiscales


En algún momento, el petróleo representó la tercera parte del ingreso fiscal del Estado mexicano, aunque con los precios actuales este porcentaje se redujo de un 12 a un 15 por ciento. Así, con el llamado gasolinazo, el gobierno intenta contrarrestar la merma referida y mantener el nivel de recursos que recaudaba en el pasado, “uno que, cabe subrayar, no volverá”, expone el profesor Fabio Barbosa, del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM.

Sobre dicho incremento, el universitario dijo no hallar una razón que lo justifique con solidez, pues el costo mundial de la gasolina observa una tendencia a la baja desde 2011, según datos del Observatorio Ciudadano de la Energía (energia.org.mx) y de la Energy Information Administration de los Estados Unidos.

De hecho, al cotejar los precios del combustible en la Costa del Golfo de México de EU —de donde nos surtimos— vemos un incremento de apenas seis centavos en diciembre de 2016; no obstante, nuestras autoridades han aprovechado esta diferencia magra para culpar al escenario internacional del encarecimiento, agrega.

“Si las causas del aumento no se encuentran en los factores globales, colegimos que la medida es un intento de mantener los ingresos fiscales, como se aprecia en el hecho de que, de los 15.99 pesos que cuesta el litro de Magna, 4.30 vayan a las arcas del gobierno”, indica.

Para el experto, más que del panorama internacional, el gasolinazo es resultado de procesos gestados hace décadas y que finalmente nos explotaron en las manos, como el descuido del aparato de refinación mexicano que, desde la imposición del modelo neoliberal, se ha deteriorado aceleradamente.

En la década de los 90, el país contaba con nueve refinerías y desde entonces han cerrado tres: una en Azcapotzalco, Ciudad de México; otra en Poza Rica, Veracruz, y una más en Reynosa, Tamaulipas, lo que ha repercutido en una baja en la producción del combustible.

“En 2011, para no ir tan lejos, las instalaciones restantes generaban 479 mil 480 barriles diarios, pero para noviembre del año pasado (hace dos meses) las seis procesaron apenas 253 mil barriles diarios, es decir, bajaron a casi la mitad en un lapso muy corto”.

Esta caída prefiguró la crisis actual, pues según información oficial de Pemex Transformación en diciembre de 2016 la demanda de gasolinas se disparó a un millón 400 mil barriles, situación que, al conjuntarse con este declive productivo, fue aprovechada por las autoridades para adoptar una serie de medidas ya en preparación.

La dependencia de la gasolina

Sobre esta demanda al alza, Barbosa la adujo a una serie de circunstancias propias del país, como el crecimiento explosivo del parque vehicular (acentuado en la administración de Enrique Peña Nieto) y la falta de opciones efectivas al uso del automóvil privado.

Otro factor crucial para la dependencia a la gasolina es la privatización del sistema ferroviario mexicano, el cual ha obligado a los productores de alimentos a trasladar sus productos en camiones de doble remolque “en vez de hacerlo en vagones de tren como antes, lo que es un despropósito”, acotó el docente.

“Así, esta saturación exponencial de automotores en nuestras calles y carreteras ha hecho que de los 200 mil barriles diarios que importábamos en 2004 llegáramos a los 600 mil en 2012 y a los 800 mil en 2016”, detalló el investigador del IIEc.

Satisfacer tal demanda requería el crecimiento paralelo de infraestructura portuaria para recibir el hidrocarburo, acopiarlo, distribuirlo y repartirlo, pero como los ingresos de Pemex se los apropiaba la Secretaría de Hacienda, la paraestatal no invirtió en el sector y las instalaciones existentes se vieron rebasadas muy rápido, al grado que las terminales de almacenamiento de la Ciudad de México tenían autonomía de abasto de apenas unas pocas horas.

“Ello explica otra de las razones detrás del gasolinazo, pues con este aumento el gobierno busca ofrecer incentivos al capital privado para que invierta en el transporte y almacenamiento de gasolinas importadas, como admitió el mismo secretario de Hacienda, José Antonio Meade, en una declaración poco difundida”, refiere Barbosa.