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Nuevo biocombustible a partir de residuos de la producción de vino

Un equipo de investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y de la Universidad de Castilla la Mancha (UCLM) propone un nuevo método para elaborar biocombustibles a partir de los residuos de la industria del vino.

El sector del transporte contribuye en cerca del 28% al consumo mundial de energía primaria, y más del 90% de su consumo proviene del petróleo. Por ello, diferentes políticas internacionales promueven la transición del uso del petróleo en el transporte por otras fuentes de energía, como son la electricidad y los biocombustibles.

Aunque los biocombustibles actualmente no pueden competir con los combustibles fósiles en términos de precio y disponibilidad, los niveles crecientes de dióxido de carbono en la atmósfera de la tierra son lo suficientemente preocupantes como para investigar nuevas materias primas para los biocombustibles.

Sin embargo, la tarea no es fácil, ya que hay que intentar evitar la competencia con cultivos alimentarios y, por tanto, evitar utilizar tierras fértiles. Así, utilizar materiales de desecho de la industria agroalimentaria parece una buena opción.

Mundialmente tres países se posicionan como los mayores productores de vino que son: Italia, Francia y España, con 48.5, 46.4 y 40.9 millones de hectolitros (Mill. hL), respectivamente. México por otra parte, aunque posee 12 regiones vitivinícolas no alcanza a producir más de 1 Mill. hL, por lo que no se ubica ni en los primeros 23 países de la lista de productores mundiales de 2018.

El método nuevo consiste: Tras el prensado de la uva para producir vinos y mostos, el residuo se trata para obtener orujo, hollejo, raspón y pepitas de uva. Las pepitas de uva contienen alrededor del 7% de aceite, que puede ser extraído por prensado o con disolventes (como n-hexano). Este aceite puede convertirse en biocombustible mediante la reacción con bioetanol obtenido a partir de la producción de vino.

El nuevo método presentado fue publicado recientemente en la revista Renewable Energy.

Este método para obtener biocombustible completamente renovable −generado a partir de ésteres etílicos de ácidos grasos− ha sido ideado por un equipo científico formado por miembros del grupo de investigación de Estudios Ambientales de la UPM y del Grupo de Combustibles y Motores de la Universidad de Castilla-La Mancha (GCM-UCLM). Como señalan los investigadores, “el objetivo del estudio no ha sido encontrar la mejor o única fuente de biocombustible, sino incrementar la diversidad de opciones, clave para la sostenibilidad“.

Las propiedades de este nuevo biocombustible son muy satisfactorias, entrando dentro de los límites establecidos por las normas europeas y americanas: densidad y poder calorífico (indican la cantidad de energía que puede haber en un determinado volumen o depósito de un vehículo); número de cetano (parámetro clave sobre la calidad de la combustión); viscosidad y lubricidad (que afectan a la atomización del combustible y al correcto funcionamiento del sistema de inyección); puntos de niebla, vertido o de obstrucción de filtros en frío (miden el comportamiento del combustible a bajas temperaturas); y estabilidad a la oxidación (relacionada con el número de yodo y el número de insaturaciones o dobles enlaces presentes en la composición del biocombustible).