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El Benítez para Benito

“No estudié historia”, aclara Benito Taibo, pues así lo indican las numerosas semblanzas suyas que circulan en Internet. “Cumplo ya 42 años en el periodismo, un oficio que de una u otra manera me fue heredado”. Su primera chamba, a los 16 años, fue en el Instituto Nacional del Consumidor como reportero, y desde entonces ha colaborado en numerosos medios de radio, televisión y prensa escrita. “No sé hacer otra cosa”, confiesa. Es precisamente por su larga trayectoria y sus aportes al oficio que Benito recibirá, el próximo 2 de diciembre, el Homenaje Nacional de Periodismo Cultural de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, reconocimiento que en el pasado han obtenido figuras como Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska, Emilio García Riera, Raquel Tibol, Vicente Leñero, Cristina Pacheco, Juan Villoro y Graciela Iturbide.

 

“Me llena de pudor, de estupor y de agradecimiento por aquellos colegas que han decidido que yo merezco algo así. Un homenaje dado entre colegas siempre es más gratificante. Hay un montón de gente que se lo merece”, asegura Benito Taibo. Su padre, Paco Ignacio Taibo I, una de las grandes figuras del periodismo en el siglo XX, lo recibió precisamente en 2004, lo que añadió emoción a la noticia que Benito recibió hace unos días: “Estoy convencido de que él estaría muy contento de verme ahora ahí. Creo que es la primera vez que padre e hijo han obtenido este homenaje y es francamente curioso”.

 

El Homenaje Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez fue instituido por la FIL Guadalajara en 1992 para reconocer al autor de Los indios de México, y desde entonces ha celebrado la solidez de las obras y las trayectorias de grandes figuras del periodismo de nuestro país. El veredicto es responsabilidad de un comité integrado por algunos homenajeados en años anteriores, así como por destacados periodistas culturales en activo.

 

En sus inicios como reportero, Benito Taibo escribió una historia sobre tráfico de aves silvestres que 25 años después era usada en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en la carrera, como ejemplo para la formación en el oficio. Hoy día, es conocido como poeta, como novelista, como director de Radio UNAM, como incansable promotor de la lectura y como una voz activa y respetada en las redes sociales. Volver a a la FIL Guadalajara, ahora como homenajeado, lo entusiasma: “Soy periodista desde que lo recuerdo me siento absolutamente orgulloso de mi profesión. Para mí la FIL Guadalajara es una suerte de segundo hogar al que vuelvo siempre con esperanza, con ánimos, con deseos de conocer cosas nuevas y listo para recibir lo extraordinario durante esos nueve espectaculares días en que nuestras vidas cambian y se vuelven mágicas”.

 

¿Cómo ves el estado actual del periodismo cultural en México?

Tengo la impresión de que ha habido una suerte de renacimiento. De un tiempo para acá está empezando a ser más lo que fue. Hubo un momento en que el periodismo cultural se dedicó un poco a la nota roja y una bailarina solamente existía si se rompía una pierna o sólo se sabía que un teatro de México estaba ahí porque se había quemado. Estamos recuperando nuestros orígenes. Con enorme generosidad se está hablando de la cultura, de lo que se hace todos los días en el territorio nacional. Poco a poco vamos recuperando esta lógica, esta necesidad de contar todo aquello que nos cambia, que nos transforma, y que sin duda está sucediendo no sólo en las grandes ciudades, sino en todo México.

 

Algunos de tus colegas han destacado cómo, además de los medios tradicionales, has logrado traducir al ámbito digital, a las redes sociales, el periodismo cultural, sobre todo para, desde ahí, hacer promoción del libro y la lectura…

Cuando yo descubrí que tenía mi propio periódico, por medio de Facebook, y que no tenía por encima de mí un jefe de redacción que estuviera gritando o exigiendo que terminara la nota, y que podía escribir lo que quería, a la hora que quería y como quería, el mundo fue mucho más amigable. Hay que perderle miedo a Internet y a los nuevos medios, que son herramientas y como tales debemos utilizarlas. Seguimos haciendo lo que hacemos desde tiempos paleolíticos: contar historias alrededor de la fogata, sólo que ha pasado mucho agua desde entonces y hoy la tecnología permite, gracias a las máquinas, que siga este intercambio de ideas. El fomento a la lectura es algo a lo que me he dedicado muchos años y lo hago solamente porque creo que le debo algo a la literatura, que de alguna manera le devuelvo un poco de lo que ella me ha dado a manos llenas: la posibilidad de compartir el mapa de la isla del tesoro con muchos otros que están ahí, deseosos de que alguien los tome en cuenta, y que sepamos que aquellos libros que cambiaron nuestra vida pueden cambiar también las de otras tantas personas.

Homenaje Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez 2018

2 de diciembre

17:30 horas

Auditorio Juan Rulfo de la FIL Guadalajara

 

¿Cuál es la importancia, hoy, de la obra de Fernando Benítez?

Capital en todos los sentidos. Decimos que somos un país multicultural, por lo menos en papel, pero no lo fuimos hasta que fueron descubiertos los pueblos indígenas y fue gracias a Benítez y a su enorme cobijo y manta que descubrimos que había no uno, sino muchos pueblos, y no una, sino muchas naciones, y no una sino muchas lenguas. Los indios de México, en sus cinco volúmenes, es uno de los textos fundamentales para poder entender quién diablos somos. Benítez vino a abrirnos un camino espectacular y no sólo eso: como creador y director de suplementos culturales también ha sido indispensable para entendernos a nosotros mismos. Con sólo dos novelas espectaculares, El rey viejo y El agua envenenada, Fernando Benítez es un referente del siglo XX para todos nosotros, y particularmente de lo que cuento: logro e hizo que nos miráramos a nosotros mismos de otra manera.

 

En el panorama general del periodismo, ¿cuál es aporte del periodismo cultural? ¿Sería este “mirarnos a nosotros mismos”?

Si partimos desde la lógica de que cultura es todo aquello que hacemos y que nos gratifica y que nos transforma y que nos hace ser distintos y que nos hace encontrar nuevos caminos, el periodismo cultural es una herramienta indispensable para poder justamente mirarnos a los ojos, saber que se están haciendo montones de cosas alrededor nuestro y que vale la pena que sean contadas. Soy periodista desde que lo recuerdo me siento absolutamente orgulloso de mi profesión. Luego vinieron otras cosas: ser escritor, ser divulgador del fomento a la lectura… pero sigo siendo periodista y llevo puesta con enorme orgullo esta camiseta que dice claramente quién soy y de dónde vengo.