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En el cielo y en la tierra, Guillermo Haro en su 30 aniversario luctuoso

La frase: “Conocer una estrella es conocerse a sí mismo”, encierra la pasión por el estudio de la astronomía del mexicano Guillermo Haro Barraza, a quien se recuerda en su 30 aniversario luctuoso que se cumple este 27 de abril.

Haro Barraza es considerado el padre de la astronomía moderna en México, y de acuerdo con sus colegas y alumnos, siempre se interesó por entender la posición de los humanos en el cosmos, menciona el portal de divulgación de la ciencia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

“Todos venimos de la misma explosión, por eso conocer una estrella es conocerse a sí mismo”, dijo el primer mexicano en ser elegido miembro de la Royal Astronomical Society de Reino Unido en 1959.

Nacido el 21 de marzo de 1913 en la Ciudad de México, se graduó en Filosofía en la UNAM. En 1941 ingresó como ayudante en el Observatorio Astrofísico de Tonantzintla y durante 1943 y 1944 realizó estudios y trabajos de investigación en el Observatorio Astronómico de la Universidad de Harvard.

Para el astrónomo, nuestro cielo visible no fue el límite, detectó nebulosas planetarias en dirección al centro de la galaxia y descubrió condensaciones de nubes de alta densidad junto a regiones ricas en estrellas de reciente formación.

Estos objetos son conocidos hoy en día como Herbig-Haro, en referencia al descubrimiento simultáneo que realizó George Herbig, explica la Agencia Informativa del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

Precursor en la comprensión de la teoría de formaciones de estrellas y evolución estelar, descubrió una gran cantidad de cuerpos celestes llamados T-Tauri, las cuales están rodeadas de discos protoplanetarios, donde se cree se forman los planetas de los sistemas solares similares al nuestro.

El “estrellólogo”, como lo llamaba su esposa, la escritora Elena Poniatowska, realizó búsquedas de objetos azules donde se descubrieron enanas blancas, estrellas azules en el halo de la galaxia, cuásares y galaxias azules con líneas en emisión muy intensas. Como un homenaje llevan el nombre de Galaxias Haro.

Entre sus múltiples aportaciones a la astronomía mundial, un cometa que halló junto a Enrique Chavira, fue bautizado como Haro-Chavira en honor a sus descubridores.

En 1953 recibió la Medalla de Oro “Luis G. León” de la Sociedad Astronómica Mexicana; en 1962, la Medalla Honorífica de la Academia de Ciencias de Armenia, y en 1963 el Premio Nacional de Ciencias.

Además de todos los objetos celestes que llevan el nombre del fundador del Instituto Nacional de Astrofísica Óptica y Electrónica (INAOE) y del Instituto de Astronomía de la UNAM, la zona de Santa Fe, en la Ciudad de México, rinde tributo al astrónomo, mexicano con la calle Guillermo Haro Barraza, la cual condensa en una placa el universo que el científico estudió.

De acuerdo con El Colegio Nacional, del cual fue miembro, en la máxima casa de estudios Haro promovió becas para los mejores estudiantes de la Facultad de Ciencias, en las estaciones de observación en Tonantzintla y en la sierra de San Pedro Mártir, en Baja California.

Fue también editor de los boletines de los observatorios de Tonantzintla y de Tacubaya, y presidente de la Academia de la Investigación Científica.

Cuando ingresa a El Colegio Nacional, un 29 de octubre de 1953, pronuncia su discurso “En el cielo y en la tierra”, en el que destacó su pasión por la Astronomía.

Guillermo Haro murió el 27 de abril de 1988 en la misma ciudad donde vio la luz. Sus restos descansan en la Rotonda de las Personas Ilustres del Panteón Civil de Dolores en la capital mexicana.