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Los retos de la experiencia docente en la era de los Millennials

Tiempos extraordinarios nos han tocado vivir, la revolución tecnológica y las redes sociales cambiaron no sólo nuestro estilo de vida sino también nuestra manera de interpretar y entender el mundo.

En las aulas universitarias es una odisea que los jóvenes guarden su celular durante las horas clase, sienten que están perdiéndose la vida entera, que todo lo que pasa afuera del salón, allá en ese mundo que ven y leen en las pantallas de sus teléfonos celulares es mucho mejor que lo que ocurre en el momento presente.

Los universitarios Millennial tienen acceso al mundo en la palma de la mano y sólo usan el dispositivo electrónico para conectarse a Facebook, Twitter, Snapchat Whatsapp y demás redes sociales que estén de moda; la inmediatez de los mensajes breves se mezcla con el exceso de información que mantiene saturadas sus mentes.

No falta el alumno que disimulada o abiertamente saca el celular, levanta la mano y confronta al maestro: “lo que usted dice está mal, las cosas son de otra manera, está en internet”.

“Lo dice internet” es un eufemismo para decir que lo leyeron en Monografías, Buenas tareas o El rincón del vago y en su imaginario tiene más peso la opinión de quienes, con dudoso o nulo rigor científico, contribuyen con contenidos a esas páginas que lo que uno puede aportar a pesar de poseer una trayectoria académica y profesional sólida; vivimos en un mundo en el que se ha dado por llamar a los maestros “facilitadores”, no maestros, sólo eso, facilitadores de conocimientos, como si uno no tuviera nada que enseñar.

La comunidad académica se resiste (y con razón) a aceptar una descripción tan reduccionista del complicado y arduo trabajo que representa ser maestro de educación superior.

Un reto académico vinculado al exceso del uso de internet tiene que ver con la investigación y la producción científica, los jóvenes piensan que todo está en internet y que pueden usar la información libremente como si fuera de autoría propia. Primero, no todo está en internet, si bien el Acceso abierto ha facilitado el quehacer académico, las bibliotecas siguen siendo indispensables y lo ideal es que las consultas físicas y virtuales se combinen porque son complementarias.

Nuestra obligación es orientarlos para que aprendan a distinguir las fuentes pertinentes de las que no lo son, no es lo mismo y no da igual consultar y citar un artículo de la Wikipedia que un material de Redalyc o de SciELO. Por otra parte, no todo lo que está en internet se puede usar libremente y en este punto entramos al tema del plagio que es motivo de gran preocupación para cualquier comunidad académica, motivo por el cual la tolerancia cero ante este comportamiento deshonesto se ha vuelto norma. No hay grandes o pequeños plagios, todos son igual de graves y el papel de los maestros ante aula implica concientizar y formar bajo criterios de honestidad académica y de ética profesional.

Ser maestro universitario en tiempos de los Millennial es complicado, sin embargo los jóvenes nos obsequian su particular manera de observar este mundo que cambió tan rápido, que rompió nuestros esquemas y que los adultos sólo podemos comprender en parte; nos enseñan a adaptarnos y habitar este mundo que muchas veces nos es desconocido, ni más ni menos. Enseñar es aprender y es trascender ¿qué puede haber en la vida que sea más gratificante?
*Estudiante de la Maestría en Humanidades, área de Estudios Latinoamericanos en la Universidad Autónoma del Estado de México