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Cafetería de la Facultad de Medicina, reconocida por su distinguida arquitectura

La mejor pócima del médico es el café. Aún en ciernes, previo o posterior a la clase, los estudiantes de bata blanca cuentan con un nuevo recinto no sólo para beber “la medicina de la socialización”, sino del esparcimiento del estudio.

La cafetería de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, fue inaugurada en noviembre de 2015, pero su calidad arquitectónica ha sido ya reconocida en dos certámenes:

En la Bienal de Arquitectura Mexicana 2016, fue premiada con mención honorífica, y en la XX Bienal Panamericana de Arquitectura Quito 2016, que galardona a lo destacado de esta disciplina en Latinoamérica y Estados Unidos; el proyecto fue reconocido en la categoría de Diseño Arquitectónico –junto a otras nueve propuestas– “por ser un aporte real a sus respectivos entornos y por entregar lecciones relevantes para la disciplina”.

El recinto fue tutelado para su construcción por César Pérez Becerril, docente de la Facultad de Arquitectura (FA), quien propuso un plan que fuera respetuoso de la arquitectura, del contexto urbano inmediato y del espacio natural.

El proyecto, un reto

La cafetería, ahora distinguida a nivel nacional y panamericano, tardó nueve años en desarrollarse, pues desde 2007 el campus central de Ciudad Universitaria fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), y debe ser preservado.

Se dialogó con los representantes pertinentes de la FM, se presentó el análisis de la propuesta por parte del Subcomité Técnico del Patrimonio de la UNAM, la aprobación del proyecto arquitectónico por parte del INBA y del Instituto Nacional de Antropología e Historia. El destino era la UNESCO, el último juez.

 

Espacio

Se desarrolló en dos niveles, el primero es el sótano, al que se accede por medio de una rampa que comunica espacios introspectivos, en donde los alumnos y profesores pueden interactuar de manera más personal.

La cubierta se convierte en una plaza empedrada que asemeja los grandes espacios abiertos mesoamericanos retomados en el plan maestro de CU; esta área sirve de preámbulo para llegar al primer nivel, en donde se encuentra la zona que alberga la cafetería, describió Pérez Becerril.

Placas de acero, granito, piedra, espacios amplios, lineamientos de accesibilidad conforman los vestíbulos para propiciar el encuentro social en convivencia igualitaria.

Esta cafetería, concluyó, reforzará el ejercicio real de la Universidad: la docencia. Pretendíamos tener un lujo que no fuera disruptivo, una joya discreta, de esas que no notas, pero que cuando las miras no las puedes olvidar.