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La producción de mezclilla contamina el río Atoyac

Desde hace aproximadamente 30 años los pobladores de Tlaxcala, cercanos al río Atoyac, viven de la producción de mezclilla, una actividad que incluye el uso de diversos químicos para deslavar la tela. Sin embargo, han contaminado la zona acuífera hasta el punto de acabar con su biodiversidad.

Al respecto, Paola Velasco Santos, experta del Instituto de Investigaciones Antropológicas, mencionó que esta situación ambiental tiene un origen político y social, por lo que la solución deber ser en estos mismos rubros.

Así, los pequeños productores han utilizado sustancias como cloro y permanganato de potasio, que además han provocado serios problemas de salud a los pobladores, desde irritaciones en la piel y los ojos, enfermedades gastrointestinales, hasta leucemia y cáncer.

La situación, detalló la entrevistada, es que estos químicos se van directamente a los drenajes municipales sin ningún tratamiento y después son vertidos a las corrientes principales del río Atoyac, que en algún momento desemboca en el océano Pacífico.

Asimismo, se ha visto afectada la salud de los mismos productores, quienes no usan protección, y por ende, respiran polvo de algodón, además están en contacto directo con los químicos.

Así, terminan con padecimientos tanto respiratorios como de postura, por trabajar tantas horas en las maquilas. Sin embargo, los habitantes no conocen otra forma de vida, es lo único que saben producir desde hace ya tres décadas, cuando ocurrió una crisis en el campo.

Y, si no se dedican a la producción de mezclilla terminan emigrando a Estados Unidos o caen en la delincuencia organizada, enfatizó la académica universitaria.

En este contexto, la Comisión Nacional de Derechos Humanos en México hizo una recomendación a distintos niveles porque se han violado tres garantías individuales: el derecho a tener un medio ambiente sano, el derecho a la salud y el derecho a la información en correspondencia a la contaminación generada no sólo por la producción de mezclilla, sino por los grandes conglomerados industriales de Puebla y Tlaxcala.

Así, la investigadora plantea que la solución no sólo incluye una planta tratadora, sino que se debe buscar más allá políticamente y socialmente.