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El infierno reservado a los neutrales

Aunque ninguna época es propicia para ser neutral, estos tiempos son demasiado complicados como para elegir serlo y demasiado importantes como para ser imparcial con respecto a la política. Hay mucho en juego para permanecer cobijados con el discurso ciudadano apartidista, que a veces recuerda mucho al pacifismo. Después de ver los horrores de la Segunda Guerra Mundial, los jóvenes tenían miedo de ir a la guerra de Vietnam, nace entonces el movimiento pacifista que toma como bandera el amor y la paz, conceptos con los que nadie estaría en desacuerdo en principio, pero esta postura implicaba no tomar posición y ser pasivos ante la injusticia y las distintas formas de violencia. Lo contrario al pacifismo es la No-Violencia Activa, filosofía que plantea la resistencia ante la injusticia por medios no violentos, encabezada por individuos conscientes que siempre tendrán que tomar posición ante las violencias del estado.

Ante las cosas que en realidad importan es una obligación moral tomar partido, no hay argumento que valga para abstenerse de hacerlo. Vale recordar una frase de la Divina Comedia: “Los confines más obscuros del infierno están reservados para aquellos que eligen mantenerse neutrales en tiempos de crisis moral”. Nada es objetivo, nadie es independiente de pensamiento, somos producto de la experiencia y de la particular ideología a la que estamos expuestos en los mundos que habitamos. Intentar hablar de pureza ideológica o independencia intelectual es una aberración por donde se le quiera ver. A lo más que podemos aspirar es a practicar la honestidad intelectual.

En estos decisivos y convulsos tiempos políticos, entre la abstención y el voto en blanco no hay diferencia. En el contexto actual y dado nuestro sistema electoral ambas cosas son lo mismo, ya que las dos opciones irán a parar al limbo de los que no toman posición y se sumarán a la votación nula. No todo se reduce a ejercer el sufragio, existen diversos canales de participación, en todo tiempo y lugar en el que se reúnen dos o más personas a discutir sobre los asuntos públicos se está haciendo política. Reunirse para manifestarse públicamente, recolectar firmas para una petición o realizar una solicitud de información pública, son maneras de hacer y participar en política, aunque esto no les guste a los ciudadanos químicamente puros que desprecian todo aquello que pueda ser identificado como hacer política.

Bien decía Platón que “el precio de desentenderse de la política, es el ser gobernado por los peores hombres” y qué manera más clara de desentenderse que abstenerse de votar o de emitir opiniones y criticas con el afán de permanecer incólumes ante la suciedad y la amoralidad de la política, para quizá exhibir superioridad intelectual o incluso para ser percibidos como acérrimos críticos del sistema que no toman nunca una posición porque quieren mostrarse neutrales y objetivos. Sin embargo, ante ciertos temas, los temas que en realidad importan como la política, la justicia y lo éticamente correcto es inadmisible esa postura, es obligado elegir de qué lado estamos y actuar en consecuencia.

*Politóloga y profesora universitaria.