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La ciudad está allá afuera

“Para contemplar una ciudad no basta con tener los ojos abiertos. Es necesario, en primer lugar, descartar todo aquello que impide verla, todas las ideas recibidas y las imágenes preconstituidas que no hacen más que entorpecer el campo visible y la capacidad de comprender”, escribía Italo Calvino en su ensayo Gli dei della città.

A fin de ahondar en esta idea esbozada por el italiano en un ya muy lejano verano de 1975, 12 egresados del posgrado en Historia del Arte de la UNAM diseñaron el experimento La ciudad está allá afuera, que puede visitarse en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco (CCUT) y donde plástica, urbanismo y ciencia dialogan y crean escenas improbables que, desde su imposibilidad, cuestionan lo cotidiano.

“Y al señalar que esta muestra es un experimento somos literales, pues fue montada en la Sala de Colecciones Universitarias (SCU), la cual es un laboratorio donde los curadores, cual si fueran químicos con matraces y batas, pueden ensayar sus propuestas, guiones o programas públicos”, dijo Julio García Murillo, coordinador de la SCU.

Sobre esta exhibición, el joven expuso que se trata de un esfuerzo cocinado a fuego lento desde 2015, pues desde entonces se les pidió a los 12 maestrantes de Historia del Arte preparar una propuesta que hablara de la ciudad y sus problemas. Recibir la encomienda con tanta anticipación les permitió contactar no sólo a creadores interesados en lo citadino, sino a científicos dispuestos a dejar que sus investigaciones fueran intervenidas artísticamente.

Así, cada estudiante trabajó —de manera autónoma— temas que al final terminaron por agruparse en tres ejes: Ocupación, Demolición y Utopía, aunque todos denuncian, desde arenas muy diferentes, cómo las ciudades han crecido al arbitrio de los más diversos intereses políticos, demográficos y económicos.

 

Entre la indagación académica y la experimentación artística

“Un aspecto a destacar de esta exposición —que comprende poco más de 40 piezas o proyectos— es que además de desplegar material artístico y documental, es producto de colaboraciones específicas con los institutos de Física (IF), Biología (IB) y Ecología (IE), y con las facultades de Ingeniería (FI) y Arquitectura (FA). Por ello, el mayor reto fue convertir decenas de investigaciones en dispositivos museológicos”, refirió García Murillo.

Ejemplo de esto es Hidrocomunidades, iniciativa en la que confluyen la bióloga Laura Espinosa Asuar, del IE, y el artista interactivo Gilberto Esparza, y donde ambos exploran el potencial de las bacterias que habitan en las aguas negras de la CDMX para generar energía y regular su ambiente.

Otro logro destacable es que el CCUT expone, por primera vez en cinco décadas, especímenes de la colección de helmintos del IB, a fin de que el público vea de cerca algunos parásitos que infestan a los capitalinos. “El objetivo es mostrar a estas criaturas usualmente invisibles, aunque no por ello inexistentes”, apuntó el experto.

No obstante, para García Murillo, una de las iniciativas más interesantes es un experimento democrático llamado Voto por demolición, de Gustavo Artigas, en la que el público podrá opinar sobre qué edificio debe desaparecer del paisaje metropolitano.

“Los inmuebles candidatos fueron elegidos por su valor estético o moral y en el listado figuran la Casa Blanca de Enrique Peña Nieto, la Estela de Luz, un edificio habitacional de la Condesa, la rehabilitación del Museo del Chopo o el MuseoSoumaya. Al término de la muestra se contabilizarán los sufragios y el resultado se le hará llegar al jefe de Gobierno de la CDMX, Miguel Ángel Mancera, a fin de informarle qué resultó de este ejercicio de consenso urbano”.

Además de estas propuestas, La ciudad está allá afuera, recrea en una de sus áreas el ambiente de una asamblea de barrio con todo y grabaciones de vecinos arrebatándose la palabra, el ambiente claustrofóbico de chabolas con paredes de cartón y techos de lámina o algunos bocetos del arquitecto Mario Pani que, por no haber sido llevados al plano de lo real, nos dejan con la imagen utópica de un Distrito Federal que jamás fue, pero que pudo haber sido.

“Lo que quisimos hacer con esta amalgama de proyectos fue visibilizar la urbe en que vivimos —con todo y sus espacios— y, al mismo tiempo, generar conciencia crítica sobre el suelo donde pisamos”, concluyó García Murillo.