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2019, el año del #MeToo en México

El feminismo fue el movimiento social, ético y filosófico más importante del 2019, no sólo en México sino en toda América Latina y el mundo, ya que la circulación entre las distintas latitudes del mensaje feminista logró una convivencia y articulación potente.

Entre el movimiento Me Too, la marea verde, marchas y el movimiento dentro de las universidades para exigir a las autoridades combatir la violencia contra las mujeres, el año 2019 inició y termina con temas feministas que cubrieron la agenda nacional.

Nelly Lucero Lara Chávez, profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, nos hace un recuento de los más importantes.

Refirió que el 2019 arrancó con la continuación del movimiento Me Too que permeó a nivel nacional e internacional, pero a diferencia del 2018, las denuncias fueron generalizadas y el movimiento tomó fuerza a través de las redes sociales. No sólo incluía a las actrices, cada vez más mujeres utilizaron el hashtag para denunciar el fenómeno leído como un rostro del patriarcado y denunciaban la violencia física, patrimonial, económica y psicológica cometida en contra de ellas.

El movimiento revivió en marzo y a través de las redes sociales denunciaron sus historias y casos de acoso y violencia que desencadenaron un debate y reacciones. Con el hashtag #MeToo escritores mexicanos, los tuits se hicieron virales, le siguieron el cine, el periodismo, la creatividad, la música, las artes, la fotografía, el espacio empresarial, la academia, las agencias y la cultura.

Las denuncias tomaron fuerza cuando los reclamos empezaron a tener consecuencias con el despido de directivos y la suspensión de varios periodistas, integrantes de bandas de rock o la cancelación de presentaciones de libros, todo relacionado con temas de acoso o de violencia contra las mujeres.

En ese contexto, el movimiento tomaba fuerza en el país, “cada que las mujeres avanzamos en el espacio social, esperamos ya una respuesta del patriarcado con mayor fuerza”, explicó. Y así, en abril, uno de los imputados, Armando Vega Gil, publicó una carta en sus redes sociales y más tarde las autoridades confirmaron su suicidio.

Este hecho fue leído en muchos espacios como un argumento para desactivar el movimiento e incluso desprestigiarlo a nivel mundial, apelando a los mecanismos de anonimato bajo los cuales se hacían todas las denuncias y el no respeto a la presunción de inocencia.

Se escuchó el clamor de que el Me Too fuera desactivado pero el movimiento a nivel nacional ya operaba en otros derroteros.

En septiembre Oaxaca se convertía en la segunda entidad federativa en despenalizar el aborto, lo que ponía en evidencia que las mujeres feministas en México están mucho más articuladas de lo que se pensaba y que buscarían que más entidades se unieran.

El movimiento verde se hizo visible no sólo el 8 de marzo, esta marea circuló por todo el país y adoptaron el color simbólico, puso en evidencia la articulación feminista en toda América Latina.

En noviembre el movimiento estalla con protagonismo al interior de la Universidad Nacional Autónoma de México donde las estudiantes cerraron planteles en contra del acoso, la violencia de género y con demandas de seguridad.

Además, hacían un reclamo institucional al exigir la implementación de materias de género en todos los niveles educativos que considera esta universidad. Los paros académicos llevaron a que el movimiento de mujeres universitarias fuera considerado el más importante de AL.

Al final del año la Cámara de Diputados aprobó la Ley Olimpia, la cual reconoce los delitos contra la intimidad, la difusión de contenido íntimo sin consentimiento, el ciberacoso, hostigamiento y violencia sexual en internet. Esta ley deriva de las reformas al Código Penal local y a la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, “representa una innovación como parte de los referentes legislativos en materia de género en nuestro país”.

Finalmente, Lara Chávez afirmó que de los retos más importantes del feminismo serán: la incorporación de los hombres en los procesos de transformación de las mujeres para lograr una transformación social y la inevitable reconstrucción de las instituciones que han naturalizado la violencia de género cometido en contra de las mujeres.

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